La madre de todas

    Estamos ante dos escenarios. En el primero, el lopezobradorismo consolida; en el segundo, sufre un freno a mitad del camino. Importa mucho que ganará varias gubernaturas, pero aunque tenga un avance importante en los estados la verdadera prueba no está allí. Está en la Cámara de Diputados.

    Las intermedias federales han sido importantes durante el Siglo 21 para el oficialismo, sea el PAN o el PRI. No como en esta ocasión. Como ambos proyectos partidistas se fundieron en uno solo casi desde la llegada de Carlos Salinas de Gortari al poder, entonces el revés panista de 2009, por ejemplo, no afectó demasiado a Felipe Calderón. Tuvo márgenes para gobernar gracias al PRI. Y el acompañamiento fue tan adecuado que el calderonismo apoyó en 2012 a Enrique Peña Nieto, candidato priista a la Presidencia.

    Ahora, sin embargo, es diferente. Se trata de proyectos distintos. El lopezobradorismo y el PRI-PAN van en senderos encontrados y el avance de uno frenará al otro. Por eso el control de la Cámara de Diputados es crucial. Es muy probable que la oposición pierda muchas de las gubernaturas en juego, pero la clave es colocar legisladores federales propios. Por allí puede incidir en el segundo tramo del Presidente Andrés Manuel López Obrador. Puede frenarlo, si logra un avance. La pregunta es, claro, si juntos PRI, PAN y los restos del PRD pueden lograrlo.

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    Primero: Las proyecciones del polls de polls de Oraculus indican que los partidos enanos que van en coaliciones crecerán. Se nota que los electores no atienden una “tercera vía”, como por ejemplo Movimiento Ciudadano. Están en contra o a favor del lopezobradorismo. Y los partidos que se quedaron fuera de las alianzas sufrirán un descalabro.

    Para no ir más lejos, MC perdería tres de las cinco diputaciones que tiene y el resto de la chiquillada no alcanzará siquiera un escaño. En cambio, crecerían dos partidos con mala fama, el PRD y el Verde Ecologista, porque el primero va con el PRIAN y el segundo con Morena. El perredismo volvería a pintar en la Cámara de Diputados y el PVEM crecería del 2 al 10 por ciento de las preferencias. Mucho para ambos. En tanto, el Partido del Trabajo (PT), aliado del Presidente López Obrador, quedaría con la misma proporción: los 9 escaños que tiene.

    Segundo: Los partidos grandes sufrirán. Lo que dice la proyección de Oraculus es que Morena perdería diputados: de 51 por ciento de representación pasaría a un 46 por ciento. El PAN bajaría de 16 a 14 por ciento. Sólo el PRI crecería: pasaría de un 10 a un 13 por ciento en ese cuerpo legislativo. Estos datos no son buenas noticias para Mario Delgado, aunque su liderazgo compensará con las gubernaturas. Es una terrible noticia para Marko Cortés. Y el único que más o menos se mantiene tablas es Alito Moreno, aunque perderá estados y eso es perder control de su estructura, que se alimenta de los gobernadores.

    Tercero: Las gubernaturas todavía pueden dar sorpresas pero con los datos hasta hoy, Morena ganaría nueve estados; el PAN dos y hay cuatro donde no está claro. En Baja California Sur, Morena-PT y PAN-PRI-PRD se pelean cuadra por cuadra. En Campeche, Morena, con Layda Sansores, ha estado arriba; pero Movimiento Ciudadano ha estado creciendo y el de PRI-PAN-PRD no anda lejos. En Chihuahua, el pleito entre panistas ha bajado a Maru Campos y ha hecho crecer a Juan Carlos Loera, de Morena; pero el panorama es muy incierto. Y en Nuevo León pelean arriba tres candidatos: el de MC, el del PRI-PRD y la de Morena-PT-PVEM-PANAL.

    Eso dice que Morena indiscutiblemente avanzará en los estados, aunque ese crecimiento no se refleja en la Cámara de Diputados donde, como digo, está la madre de todas las batallas no del partido del Presidente: del lopezobradorismo, su movimiento, que es más amplio.

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    Visto así, esta elección es un choque entre dos proyectos. En uno están todos los que actuaron en 2006 contra el lopezobradorismo; en el otro, el movimiento del Presidente. Y en el “todos los que actuaron” están grupos de empresarios e intelectuales; panistas y priistas por igual; los dueños de la mayoría de los medios; los ex presidentes vivos, salvo Luis Echeverría, de Carlos Salinas hasta Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto; intereses externos como los de las grandes corporaciones (las energéticas y las extractivas, sobre todo, pero no son las únicas), y un grupo de “preocupados por la democracia” que firma desplegados, se sienta con fuerzas políticas para ver cómo les ayuda e intenta hacer ver que el INE “está bajo asedio” y no un puñado, muy bien ubicado, de consejeros.

    Pocas veces como ahora veremos un pleito por el control de la Nación. Por eso digo que es la madre de todas las batallas. Son todos los poderes fácticos (que siguen de pie) contra una fuerza emergente. Y todos saben que la clave es la Cámara de Diputados. A la oposición le abre la posibilidad de frenar lo que -para bien de algunos y para mal de otros- ya se ha iniciado. Al lopezobradorismo le permite realizar cambios que por prudencia contuvo en tres años, y que por supervivencia deberá apresurar en los tres que vienen.