La India en su laberinto

Punto de referencia
    El problema es que esta derecha en la India ha venido abrazando progresivamente una versión hindú del etnonacionalismo, que ha mostrado mucha hostilidad contra la minoría musulmana en el país.

    El 4 de junio próximo termina el proceso electoral de la India que duró casi dos meses y en los que terminarán votando alrededor de 960 millones de ciudadanos. Ha sido un proceso colosal en el que se llevaron a cabo una multiplicidad de elecciones locales y nacionales. Como resultado se configurará el nuevo parlamento que dará lugar al nombramiento del próximo Primer Ministro.

    Se espera que la democracia más numerosa del planeta le dé la mayoría al Partido Popular Indio (BJP) contra una coalición de 28 partidos, del que es parte el Partido del Congreso, que alguna vez dirigió Mohatma Gandhi.

    Esta coalición propuso como candidato a Rahul Gandhi, quien, a pesar del nombre, no tiene parentesco con Mahatma, aunque sí con antiguos primeros ministros. Se trata de la tercera vez que está coalición elige a Rahul como candidato a la primera magistratura.

    Y, al parecer, por tercera vez será derrotado. El más factible vencedor de este dilatado proceso será otra vez Narendra Modi.

    En términos generales, se podría decir que Rahul Gandhi representa a la izquierda, mientras que Narendra Modi simboliza más bien a la derecha.

    El problema es que esta derecha ha venido abrazando progresivamente una versión hindú del etnonacionalismo, que ha mostrado mucha hostilidad contra la minoría musulmana en el país. Y aunque el BJP y Modi han respetado la esencia de la democracia india, sí han intentado en diversas ocasiones minar la legitimidad de varias instituciones republicanas, en particular el poder judicial.

    Se podría considerar que la razón de su triunfo tiene que ver, en gran parte, con sus logros económicos.

    En efecto, durante el mandato de Modi el crecimiento económico de la India ha sido uno de los más dinámicos del planeta. De igual manera, su gobierno ha fortalecido el sistema financiero indio de tal manera que sus bancos son hoy muy robustos comparativamente hablando.

    El gobierno de Modi también ha sido exitoso en el grado en que ha digitalizado las actividades gubernamentales y también la economía. Hoy es normal ver a ciudadanos indios, incluso en las zonas más remotas del país, comprando mercancía utilizando un código QR desde su celular.

    En cierto sentido, India se está pareciendo más a China. Ambas naciones con economías de categoría mundial pero con gobiernos autoritarios, si bien las elecciones en la India son efectivas, a pesar del dominio del BJP en los últimos lustros.

    En términos de influencia en el mundo, lo más seguro es que Modi continúe con sus intentos de encabezar al llamado sur global en grupos de concertación multilateral como el G-7, el G-15, el BRICS y otros.

    Ciertamente su influencia seguirá aumentando, siempre y cuando sus innegables éxitos económicos prosigan. Su talón de Aquiles seguirá siendo su intento de dominar autocráticamente a una nación demasiado madura en sus formas democráticas como permitírselo por mucho tiempo. Modi en su laberinto.