Es la hora de la verdad para la oposición, pero hay que ver más lejos que eso: es la hora también para que el lópezobradorismo entienda y asimile que este pueblo le ha entregado un cheque y no viene en blanco. Le toca, a la izquierda, cumplir.

    Algunos bromeamos, durante el fin de semana, que era previsible una conferencia de prensa de Va por México después de las elecciones de este domingo donde se anunciara el triunfo rotundo de la oposición sobre Morena. O bien un comunicado que dijera: “Ganamos: impedimos que el oficialismo se llevara seis de las seis gubernaturas en juego”. La realidad es que ni la conferencia ni el comunicado eran previsibles en las siguientes horas después de una derrota tan contundente que algunos hablan de una segunda ola del tsunami lopezobradorista de 2018.

    Sin embargo, sí pienso que esa conferencia debería ser inevitable. Va por México le debe al menos honestidad a los electores y a los partidos a los que convenció. Claudio X. González se ha ufanado de haber unido a PRI, PAN y PRD y es momento de que, al menos, acepte que ha provocado su colapso en lo individual, aunque en paquete tengan algunos triunfos si se fuerza el análisis.

    El problema del multimillonario es el mismo que el de los grupos que encabezan Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín: cuando llamaron a formar un bloque opositor razonaban en función al odio que le tienen a Andrés Manuel López Obrador y no analizaron consecuencias electorales. Actuaron por odio y convencieron, pero nunca aportaron la más mínima estrategia viable. Y ahora los partidos que aceptaron su sugerencia pagan las consecuencias. El PAN cae en tobogán, el PRI es un paria y del PRD qué les digo: es el perrito (y con mucho respeto para los perritos) debajo de las mesas, pepenando lo que se le cae a sus patrones.

    Hace una semana escribí que Movimiento Ciudadano tendría que analizar muy bien antes de unirse a ese bloque, porque los partidos en él van en caída libre. Pocos días después, Claudio X. González llegó a Jalisco y en una reunión pública amenazó con “consecuencias” si MC no se unían a Va por México. Y púmbale: los dirigentes de ese partido estallaron.

    Enrique Alfaro: “No estaré jamás de acuerdo en una alianza simplona construida desde la lógica de los partidos. Mientras lo que se plantee sea un reparto de huesos y de posiciones, nosotros a eso no le entramos”. Patricia Mercado: “Se equivoca Claudio X. González al amenazar a Movimiento Ciudadano con ‘pagar consecuencias’ si no hace coalición con el PRI, el PAN y el PRD. Reproduce precisamente el juego de polarización que millones de personas no aceptamos”. Clemente Castañeda: “No vamos a permitir que nos intimiden, amenacen o amedrenten quienes no han entendido que hacer política no es sumar membretes”.

    Sumar membretes fue la propuesta de los intelectuales en aquél desplegado titulado “Contra la deriva autoritaria y por la defensa de la democracia”. Sumar membretes fue lo que hizo Claudio X. González. Y soñaban que sería suficiente. Pero no, no fue suficiente. Ni siquiera plan alternativo para la Nación redactaron. Sumaron membretes y al hacerlo, sumaron todo lo malo de los tres. Desconozco algo bueno habrán añadido en ese intento de alianza inspirada en el odio de todos.

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    El año pasado, a propósito de las elecciones federales intermedias, Claudio X. González dijo que “para quienes queremos el cambio y la alternativa, se comprobó en la jornada del 6 de junio que se puede vencer a Morena. En términos de votos absolutos, a nivel nacional, la oposición, es decir, la Coalición Va por México más Movimiento Ciudadano (MC), tuvieron cerca de dos millones de votos más que Morena y sus aliados”.

    Todo bien, salvo que es mentira. Va por México no tiene los votos de Movimiento Ciudadano y no los tuvo en 2021. Los quiere, pero no los tiene, por más amenazas que lance el multimillonario. Daba lo mismo que el fundador de Va por México dijera que junto con los votos de los republicanos en Estados Unidos tenían suficientes millones para derrotar “a Morena y a López”. Pues no, no tiene los votos de los republicanos y tampoco tiene los de MC y presumirlos como propios es, cuando menos, deshonesto.

    De su visita a Jalisco, además, se desprenden otras observaciones importantes. La primera es que Equis González menosprecia a PRI, PAN y PRD y cada vez que puede los humilla en público: “son partidos muy vistos”, dijo ante organizaciones. Y antes había pedido, a quienes asistieron a una videoconferencia: “piérdanles el asquito”. No me ayudes, compadre González. Claro que son partidos muy vistos, claro que su desempeño en México genera asco en un ciudadano cualquiera, pero que lo diga él en público es terrible. Cualquiera diría: si esos partidos están de la chiflada, ¿por qué trabaja como desesperado en regresarlos al poder? Mi respuesta no le va a gustar a él o a los mismos intelectuales que los unieron: porque odian a López Obrador, porque extrañan los privilegios que perdieron y porque no les importa quién asuma la Presidencia; sólo la quieren y ya.

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    Matemáticas simples. Antier domingo Morena participó como retador, no para defender lo suyo. (Ya le tocará hacerlo, pero esta jornada no fue así). Las seis gubernaturas que se jugaron estaban en manos de la oposición. Y esto indica que incluso con un solo estado que se ganara, Morena podría cantar victoria.

    Como ya expliqué en un texto anterior, la degradación de PRI, PAN y PRD lleva tal velocidad que en 2022 Movimiento Ciudadano se convierte en la segunda fuerza opositora del país sin necesidad de unirse al bloque, porque el PRI se ha quedado con dos gubernaturas, Estado de México y Coahuila, pero una de las dos candidatura de 2023 deberá entregársela al PAN. O sea, por el solo hecho de competir en ese bloque, el PRI irá sin una gubernatura en 2023. ¿Eso lo tenían considerado los priistas? ¿Se los explicó Alejandro Moreno cuando los llevó a la alianza?

    Por supuesto que ese dato nunca será parte de una conferencia de Va por México, que está urgido de triunfos para justificarse. Y esta es otra de las observaciones que hago de la conferencia que dio Claudio Equis en Jalisco. Dijo que a PRI, PAN y PRD juntos “no les dan los números” para ganar en el futuro, y que se necesitaba de Movimiento Ciudadano. Ah, ca-brón. Y discúlpeme la palabrota. González adelanta desde hoy la derrota de Va por México. Ahora que agregue ese dato honesto en la hipotética conferencia que debe dar después de la paliza de este domingo.

    Veo a las élites empresariales que representa Equis González; a los grupos intelectuales que llamaron a formar un bloque opositor y a los partidos involucrados en él acercándose inevitablemente al momento de la verdad. Creían que todo el odio reunido contra López Obrador sería suficiente para ganar elecciones. Creían que llamarlo “cacas”, burlarse de su acento, gritarle que es un dictador y difundir día y noche que es narcotraficante iba a calar y a destruir su proyecto. Y ya vimos que no. El odio no gana elecciones, afortunadamente.

    Los empresarios y los intelectuales que durante años han apoyado campañas de lodo contra López Obrador deberían entender que el odio acarrea votos de los que son como ellos, pero no los votos de las mayorías, que son las que buscan un país donde la riqueza nacional se distribuya con equidad; donde se ponga freno a la corrupción y donde las élites paguen impuestos y dejen de enriquecerse con presidentes que acuerdan entre ellos y que imponen con fraudes. A las mayorías muy rara vez les mueve el odio: más bien les mueve el deseo de un cambio hacia mejor. Y ese cambio hacia mejor, discúlpame, se les olvidó plantearlo.

    Si son inteligentes, y creo que lo son, los empresarios detrás de Equis González y las élites intelectuales reflexionarán qué sigue para ellos. Y ojalá entiendan que las campañas de mentiras y vómitos ya no tienen el efecto que tenían. Los mexicanos han decidido pintar de guinda al país en un tiempo récord, aplastando con votos una alianza de tres fuerzas políticas que fueron unidas por el odio y no por un proyecto legítimo para servirle a México.

    Es la hora de la verdad para la oposición, pero hay que ver más lejos que eso: es la hora también para que el lópezobradorismo entienda y asimile que este pueblo le ha entregado un cheque y no viene en blanco. Le toca, a la izquierda, cumplir. El país es guinda, pero el mañana siempre es ahora: Morena y sus aliados deben verse en esos partidos y razonar que la gente quiere políticos honestos y promesas cumplidas. Y que ya aprendió, esa gente, a hundir a los deshonestos. Y que ese derecho que se ha ganado puede aplicarlo con cualquiera. Incluso con la izquierda, con la que hoy tiene un romance tórrido.