México es la decimoquinta potencia económica del mundo. Su posición geopolítica, al ser uno de los dos países fronterizos de la principal potencia militar, cultural y económica del planeta lo hacen muy importante para los cálculos geopolíticos de varios países y regiones del planeta.
El triunfo del oficialismo el 2 de junio pasado tendrá repercusiones en términos de las alianzas que podría realizar el nuevo régimen.
Por lo pronto, habrá que esperar una profundización de las relaciones con los países que conforman el bloque bolivariano en América Latina, sobre todo con Venezuela y Cuba. No sólo eso, sino que es posible que el Gobierno mexicano pretenda encabezar a este grupo de izquierda populista en la región. Su triunfo indiscutible en las elecciones le daría la legitimidad necesaria para aspirar a ejercer tal liderazgo. La presencia en México de los ex presidentes de Bolivia, Evo Morales, y de Argentina, Alberto Fernández, durante el proceso electoral, confirma que hay ese interés. Esto desde luego no serían buenas noticias para la causa de la democracia liberal en México.
Por otro lado, el Presidente de Rusia, Vladimir Putin, fue uno de los primeros en felicitar a la candidata electa. Sabemos de la importancia que tiene nuestro país para Moscú. Es muy posible que la red de espías rusos en México sea la más grande sobre la faz de la tierra.
A pesar de ser un gobierno que decidió invadir militarmente un país miembro de la ONU, como lo es Ucrania, al ejército ruso se le permitió desfilar en el Zócalo capitalino durante una ceremonia de la independencia de México. El triunfo de Sheinbaum significa para el premier ruso la seguridad de que él contará con un aliado en diversos organismos internacionales.
Después de todo, ambos regímenes -el ruso y el mexicano - comparten una visión populista de la vida pública y son antagónicos a los valores de la democracia liberal.
Habrá que ver si hay también una convergencia hacia Beijing, aunque en este caso la relación entre China y México estará determinada por las relaciones con Washington D. C.
Respecto a Estados Unidos, la Presidenta electa recibió sendas felicitaciones del Presidente Joseph Biden, y de la Vicepresidenta Kamala Harris. A la administración Biden, siempre pragmática, no le ha importado demasiado el deterioro de la democracia mexicana, siempre y cuando el gobierno de nuestro país coopere, evitando el paso de migrantes hacia Estados Unidos. De igual manera, el Embajador de Estados Unidos en México podría continuar, ya que ha establecido una buena relación con el régimen que gobernará los próximos seis años.
Aún así es muy posible que el Gobierno mexicano prefiera que gane Trump las elecciones en noviembre, debido a la compatibilidad de visiones sobre el republicanismo y la democracia liberal, que ambos critican acerbamente.
Una confluencia entre los dos populismos no debe descartarse. Si ese es el caso, entraremos en un sendero insospechado.
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El autor es presidente de Alternativas por México
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