El término “paz narca” se refiere a un estado de tranquilidad o reducción de la violencia en zonas controladas por el narcotráfico, donde se establece una forma de orden informal a través de acuerdos entre grupos criminales. Esto puede considerarse una “paz” en el sentido de que disminuyen los enfrentamientos violentos, pero a menudo implica un control del crimen organizado que puede ser problemático para la sociedad y el estado de derecho.
Este fenómeno plantea cuestiones complejas sobre la legitimidad y el impacto del narcotráfico en la conducción de la seguridad y el orden social.
El término “paz narca” fue acuñado por Alfonso Zárate, un académico y analista político mexicano. Zárate utiliza este concepto para describir situaciones en las que la violencia disminuye en determinadas regiones debido al control de grupos delictivos, creando una aparente estabilidad a costa de la legalidad y el imperio de la justicia.
El término circula frecuentemente por mi cabeza, el Estado de Derecho en el País y en Sinaloa particularmente es frágil, está sujeto a la colaboración entre los poderes fácticos y los políticos, pero retumbó en mi cabeza cuando el General de División, Comandante de la Tercera Región Militar, a la pregunta de qué cuándo habría paz en Sinaloa, declaró: “Depende de los grupos antagónicos, que dejen de hacer confrontación entre ellos y que estén dejando a la población en paz para que viva con tranquilidad”.
El texto es claro para todos, sin embargo los subtextos son muchos, entre ellos la declaración de una imposibilidad de paz mientras los grupos criminales no lo decidan.
En lo personal, siempre prefiero las verdades dolorosas antes que las mentiras de esperanza, pero la declaración del General termina por confirmar que la paz de nuestra comunidad está sujeta a los grupos y no al Estado de Derecho.
Siendo así, ¿a quién le exigimos paz? No por nada en redes sociales han circulado comunicados pidiendo a los grupos en disputa, prudencia y organización en su guerra. Por más inverosímil que parezca, la relación que los sinaloenses hemos establecido con este modo de vivir es al mismo tiempo causa y efecto de lo que hoy estamos atravesando.
El tema de la inseguridad y las violencias siempre será un reto para nuestras sociedades, pareciera que nos faltan años para superarlos, porque además de ser complejos, no se tiene una certeza de que se despliegue desde el poder una estrategia que permita pensar que estamos construyendo una sociedad de paz.
Qué triste que una tierra tan linda, tan rica y llena de gente buena, huela a pólvora, vibre miedo y piense apenas en sobrevivir, cuando lo cierto es que deberíamos estar soñando con prosperar.
No queda más que desear con esperanza ciega que el trabajo y lo bueno de su gente no se pierda y recordemos que la paz la construimos todos. Somos mucho más que aquello que nos pasa.
Gracias por leer hasta aquí, nos leemos pronto.
Es cuanto.
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@isaacarangureconacentoenlae