Mientras López Obrador alrededor del tema Loret de Mola y ‘el periodismo conservador’ provoca en el escenario político nacional la radicalización de sus simpatizantes, lo cuales por lo menos son poco más de la mitad de los electores del País, por otro lado, en los diferentes estados del territorio nacional vemos un festín caníbal de guerras morenistas consanguíneas.
En efecto, cuando vemos que López Obrador no suelta el tema Loret y, por el contrario, lo prolonga, es evidente que no es un arrebato de él sino, nuevamente, una estrategia política para radicalizar a su base electoral y endurecerlos ideológica y emocionalmente alrededor de su figura. AMLO ha utilizado el caso de su hijo y Loret para nuclear férreamente a Morena y las masas que lo apoyan en un cauce que los lleva a participar ampliamente en la votación de Revocación de Mandato.
AMLO necesitaba crear un enemigo político, el cual, ante la pobreza opositora del PRI, PAN y PRD, lo encontró en el periodista yucateco y el movimiento que lo apoya. Este enemigo ha acerado el temple y ánimo de los morenistas para apoyar a su líder que ven como una “víctima del conservadurismo que ataca sin misericordia” a la familia del Presidente López Obrador. El tabasqueño ha jugado perfectamente a ser el fiero defensor de la honra de sus hijos frente al “inmoral” y “corrupto” periodista. El periodista meridense le ha caído como anillo al dedo al político macuspeño para crear un enemigo visible, y vaya que lo ayudaron, sin querer queriendo, la legión de críticos.
Pues sí, López Obrador en la presente coyuntura no tiene otro interés mayor que salir avante y bien nutrido de la consulta sobre la Revocación de Mandato, pero, mientras tanto, sus huestes se despedazan internamente en los procesos para la elección de candidatos a Gobernador en seis entidades y en las luchas adelantadas para ser candidatos a Senador en 2024.
En Sinaloa, no acababa de ser electo Gobernador Rubén Rocha Moya y ya se habían apuntado para ser candidatos a Senador: Héctor Melesio Cuén, Estrada Ferreiro, “El Químico” Benítez y Gerardo Vargas, más los que se apuntan sigilosamente y que no son pocos.
En esta tesitura, los golpeteos no son nada fraternales y las estrategias varían.
De los cuatro, el que nadie ignora que quiere ser primero Senador para después buscar el Tercer Piso es Héctor Melesio Cuén, y trabajó para ello desde la misma campaña de Rocha Moya. Nos decía que iba a cogobernar y prácticamente hablaba como el próximo candidato a la gubernatura. El Dr. Rocha Moya lo dejó hablar, pero con la gubernatura en el bolso lo empezó a cinchar y lo aisló en la Secretaría de Salud para decirle quién mandaba y para impedirle que desde ahí empezara desde ya a construir su candidatura prácticamente por la vía libre. Pero a Cuén ya le hicieron entender que solo sumando su partido a Morena tiene alguna posibilidad de ser candidato a Senador. O, la otra, es que Cuén busque aliarse a otro partido y buscarla por ahí, lo cual, como van las cosas, sería poco menos que sensato pensar en ganarle a Morena. Sin embargo, todo se mueve.
“El Químico” no tan solo le disputó la candidatura a Gobernador a Rubén Rocha hasta el último momento sino que, con el apoyo de su padrino en la CDMX- ¿o será según dicen las malas lenguas, madrina?-, quiere ser el próximo candidato a Senador para de ahí brincar a la grande de Sinaloa. Su poder lo quiere demostrar confrontando al jefe del Tercer Piso en un tema y en otro también. De hecho, con el indudable apoyo de Torruco y las políticas económicas amloístas, ha impuesto la realización del Carnaval de Mazatlán, a pesar de las graves consecuencias que acarreará a cientos y quizá miles de sinaloenses. Este triunfo envalentonará al más proempresarial de los gobernantes morenistas en Sinaloa y, si no, pregunten a los patasaladas de las marismas.
Esta semana Estrada Ferreiro terminó de confirmar su estrategia para la próxima candidatura: descalificar, insultar y prácticamente desconocer la envestidura del Dr. Rocha Moya. Estrada, con sus posturas, pretende demostrar su autonomía y fuerza y convencer a los duros, no de Sinaloa sino de la CDMX, quien debe ser el bueno para la próxima. Incluso, el Alcalde de Culiacán se inmiscuyó al debate del Carnaval de Mazatlán tanto para descalificar a Rocha Moya como a Benítez Torres. Quiere meterse a las grandes discusiones estatales. El estilo estradista se radicaliza y se confronta con todo Morena.
Gerardo Vargas teje más subterráneamente, aunque a veces los vehículos pintados de marrón lo delaten, pero, por supuesto, sueña con ser Senador y Gobernador. Ya no está en la 4T Julio Scherer, quien lo apoyaba, pero sigue teniendo puestas las esperanzas en Marcelo Ebrard, el cual, por cierto, está cada vez más disminuido.
Lo anterior, confirma que Morena es un desgarriate partidario, sin disciplina y liderazgos plenamente respetados, salvo el de López Obrador. Y esto sucede en todo el País. Otros estados están mucho peor, como Guerrero, Baja California Sur y Michoacán, para tan solo mencionar a tres.
No deja de ser sorprendente que, fuera de un principio alocado, el más prudente del cuarteto mencionado en su relación con el Gobernador Rubén Rocha, es Héctor Melesio Cuén, quizá porque no es parte de Morena y tiene menos hilos con la CDMX, pero sabe que los tiene que tejer tanto allá como en Sinaloa porque está en franca desventaja. Queda menos de un año para que los que quieran ser candidatos a Senador y sean funcionarios públicos renuncien a sus cargos, así que tienen que trabajar duro y fino, pero quien crea que pueden obtener la candidatura sin la palabra del Gobernador está más que perdido.
Por primera vez en mi vida vi que hinchas de un club de futbol, en este caso del América, celebraron el triunfo del equipo que los derrotó. No cabe duda que el regionalismo patasalada es tan fuerte que traicionaron, así sea temporalmente, sus colores deportivos para festejar el sufrido triunfo del Mazatlán F.C. Por donde menos lo esperemos, unas identidades cambian y otras se acendran, tanto en la política como en el futbol mexicanos.