La diplomacia en la era de la inteligencia artificial

15/09/2024 04:00
    Toda negociación implica límites, experiencia, escucha activa y visualización de intereses. Si bien la IA puede ser una facilitadora de los procesos, hasta el momento no puede reemplazar la sensibilidad cultural, la inteligencia emocional, la empatía y otras consideraciones necesarias para la construcción de relaciones diplomáticas duraderas.

    La inteligencia artificial (IA) es hoy una de las fuerzas transformadoras más significativas del Siglo 21, con un impacto profundo en múltiples campos, incluidos la diplomacia y las relaciones internacionales. En un mundo en el que los datos fluyen más rápido y en el que las noticias se saben prácticamente en el momento en el que suceden y en donde las decisiones deben tomarse en fracciones de segundo, la IA ofrece herramientas poderosas para mejorar la eficiencia y precisión en muchas áreas, incluida la práctica diplomática.

    Mientras abrazamos estas tecnologías, debemos recordar que el núcleo de la diplomacia sigue siendo profundamente humano. ¿Cómo está cambiando la IA el escenario diplomático y qué desafíos enfrenta el cuerpo diplomático ante ella? Pongo por delante una premisa que considero central: es necesario garantizar que la tecnología -en cualquiera de sus manifestaciones y formas- sirva a la humanidad y no al revés.

    El impacto de la IA en las relaciones internacionales se extiende a casi todos los aspectos y áreas de la diplomacia moderna. Aquí presento de manera general, más no limitativa, algunas:

    Automatización y análisis de datos. En la era de la hipercomunicación, la capacidad de la IA para analizar grandes volúmenes de datos es invaluable. Los sistemas de IA pueden identificar patrones y tendencias en un universo casi infinito de datos, lo que puede permitir a quienes toman decisiones hacer escenarios que les permitan visualizar, prever y anticipar crisis potenciales, movimientos estratégicos de diversos actores internacionales y tener amplia información, la cual es fundamental para el análisis y su uso. Subyace, sin embargo, una pregunta ineludible: ¿hasta qué punto y hasta dónde debe confiarse en la IA para la toma de decisiones y en qué partes del proceso debe incluirse? Es en estos márgenes en donde la capacidad humana y experiencia se torna central.

    El mundo está siendo testigo hoy de cómo la IA está revolucionando la manera en que se llevan a cabo negociaciones internacionales. Un claro ejemplo ha sido la relación Unión Europea-China, en la que se ha no sólo discutido, sino que se ha usado la IA Generativa para establecer nuevos puntos de diálogo, comprensión y entendimiento entre el país y esta entidad geopolítica, y les está permitiendo encontrar puntos de acuerdo para la posible construcción de un marco de gobernanza y desarrollo de la IA. Expertas y expertos consideran que esto puede usarse como modelo para buscar un diálogo más productivo en términos de comercio, déficit comercial y otras áreas.

    Toda negociación implica límites, experiencia, escucha activa y visualización de intereses. Si bien la IA puede ser una facilitadora de los procesos, hasta el momento no puede reemplazar la sensibilidad cultural, la inteligencia emocional, la empatía y otras consideraciones necesarias para la construcción de relaciones diplomáticas duraderas.

    Existen áreas de preocupación y una de ellas es la capacidad de la IA para generar desinformación a través de los deepfakes. Esto socava la confianza, un pilar fundamental de la diplomacia, y plantea nuevos retos para la verificación de la autenticidad de la información. Además, la IA está remodelando el campo de la ciberseguridad, tanto protegiendo como atacando infraestructuras críticas. Existe también el tema de la diplomacia en el ciberespacio. Estos temas ameritan, cada uno, un texto completo, pero los dejo aquí como unos de los aspectos necesarios a considerar.

    ¿Qué desafíos implica esto para el cuerpo diplomático en estos tiempos? Probablemente el mayor reto sea seguir manteniendo el control “humano” en la toma de decisiones. Confieso que nunca imaginé escribir esto en un artículo, hace no muchos años hubiera sido el párrafo de una novela de ciencia ficción, pero hoy es parte de la realidad.

    Uno de los mayores riesgos de la automatización no es sólo que la IA tome decisiones incorrectas, sino que las y los diplomáticos y las personas que les rodean para definir su actuación, y les apoyan, informan y asesoran, deleguen demasiado poder a las máquinas. Las decisiones diplomáticas suelen involucrar dilemas éticos y juicios de valor que son intrínsecamente humanos. De ahí la importancia de que sean las y los diplomáticos quienes mantengan el control sobre los procesos de toma de decisiones y que la IA sea una herramienta de apoyo, no un sustituto.

    Esto plantea una necesidad central: el conocimiento sobre la tecnología en general y la IA en particular y tal vez, ahora más que nunca, la construcción de liderazgos empáticos, holísticos, resilientes e incluyentes capaces de comprender, visualizar y actuar en este escenario internacional complejo y en el que la IA parece ser una colega que llegó para quedarse. No se puede evadir, evitar o ignorar, y más vale comprenderla para conocer su potencial y también para no perder de vista la necesidad de personas tomadoras de decisiones con una visión clara y amplia de este desafío.

    El tema de la ética y la gobernanza de la IA sigue siendo un tema central de la agenda internacional contemporánea. Es necesario construir un marco normativo que garantice su uso a favor de la paz, la seguridad y los derechos humanos. Es una oportunidad enorme para que las y los diplomáticos estén a la vanguardia en un asunto crucial para el futuro de la humanidad.

    Quedan algunas preguntas sin responder y cuyo debate será necesario: ¿cómo asegurar que la IA no desplace a las personas en los procesos internacionales y diplomáticos? ¿Cómo asegurar que sea una tecnología que complemente y no que sustituya la variable humana en la ecuación?

    El futuro de la diplomacia en la era de la IA dependerá de nuestra capacidad para integrar estas tecnologías de manera que fortalezcan, en lugar de debilitar el diálogo, la comprensión, el respeto, la reciprocidad; que sean habilitadoras de los derechos humanos, de la paz, de la diversidad, y que funjan como contrapeso a la polarización, la guerra, las violencias en el mundo y la falta de entendimiento y comprensión mutua, tanto en el ámbito bilateral como multilateral.

    Se trata de una herramienta que debe servir a la humanidad. No al revés.

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    Internacionalista y politóloga, fundadora de Mujeres Construyendo

    www.mujeresconstruyendo.com

    @LaClau Animal Politico / @Pajaropolitico