El Ave María de Franz Schubert es ampliamente conocida y goza de mucha popularidad, sobre todo es clásica su ejecución en las ceremonias de matrimonio, al igual que la Marcha Nupcial de El sueño de una noche de verano, de Félix Mendelssohn, o la Marcha Nupcial de Lohengrin, de Richard Wagner.
Schubert, aunque vivió pocos años -escasos 31-, dejó un gran legado que incluye más de 600 obras, entre las que destacan siete sinfonías (la octava no la concluyó, por lo que se le conoce como “Inconclusa”), el Quinteto La Trucha, sonatas para piano, música sacra, óperas, la música de la obra de teatro Rosamunda y las canciones de La Bella Molinera, entre otras.
El Ave María la compuso como parte de un conjunto de obras conocido como Ciclo de canciones de La dama del lago (hacia 1825), y sus versos están basados en el poema homónimo de Walter Scott, de 1810, pero no tenía nada que ver con el rezo litúrgico católico. De hecho, Gioacchino Rossini utilizó este mismo texto para escribir el libreto de su ópera La donna del lago, en 1819.
Schubert compuso esta canción llamándole Tercer Canto de Ellen (Douglas), quien estaba escondida con su padre en una cueva para no ser capturada por sus perseguidores y canta una plegaria, pero no es el mismo texto del canto sacro que conocemos:
“Ave María, dulce Virgen, escucha el ruego de una doncella, desde esta roca inmóvil y silvestre, mi oración se eleva hacia ti. Dormiremos seguros hasta la mañana, aunque los hombres sean crueles. Oh, Virgen, cuida a esta doncella. Oh, Madre, oye a una niña que suplica. Ave María (y siguen otras dos estrofas suplicantes)”. Se desconoce al autor y fecha en que se hizo la adaptación.
¿Elevo mi plegaria?