Terminó ya la Conferencia de las Partes Contra el Cambio Climático (COP-28) de la ONU, celebrado en Dubai, ocho años después del Acuerdo de París de 2015, confirmando la decisión de “llegar a 2050 con cero emisiones de gases de efecto invernadero”, o sea un “balance neutro” (Net Zero) para 2050.
Otro acuerdo principal fue triplicar la energía renovable para 2030, pero en general los expertos en cuestión climática cuestionan que los acuerdos no incluyeron “una hoja de ruta en tiempos, lugares y recursos” y prácticamente dejaron a los países a decidir cómo y cuándo cumplirían sus propios compromisos.
En esta COP-28 asistieron casi 200 países, de las cuales cuando menos 100 de ellos, los principales productores y consumidores del 80 por ciento de la energía producida por combustibles fósiles, entraron en reñidos debates, principalmente porque, al celebrarse en Dubai, se incrementó la oposición de los países integrantes de la OPEP, productor número uno de petróleo, y de Rusia como uno de los principales exportadores de gas en el mundo, por lo que tuvieron que considerar los efectos económicos de eliminar drásticamente el consumo de los combustibles fósiles y se llegó a un “compromiso” de “evitar un abandono caótico del uso de las energías fósiles...” y hacer en cambio una “transición energética”.
Un tercer acuerdo logrado es que las naciones se comprometieron a “invertir en tecnologías como la captura y almacenamiento de carbono”, para reducir las emisiones de carbono y de metano. Estados Unidos, uno de los principales productores de petróleo y gas, reconoció por boca del Presidente Joe Biden y de John Kerry, Enviado Especial para el Clima: “es un hito histórico el acuerdo climático... hay un trabajo sustancial por delante...”.
“La era de los combustibles fósiles debe acabar con justicia y equidad”, declaró el secretario general de la ONU, Antonio Guterres. El texto reconoce así que “la transición energética deberá ser justa, ordenada y equitativa”.
Precisamente en este 2023, el año más caluroso de la histórica y en el que se han presentado fenómenos climáticos fuera de serie en todo el mundo y en momentos en que los gases de efecto invernadero han rebasado las cifras más altas registradas, era necesario tomar medidas más fuertes; comprometiendo a los gobiernos a exigirse más y más pronto, pues ya se sufren los terribles efectos del calentamiento global.
Los problemas ecológicos siguen, están aumentando y se rompen récords; se sigue utilizando petróleo, carbón, combustóleo y gas “para producir electricidad y para transporte, como causa primaria de contaminación”. Ya están contaminados el aire, los depósitos y corrientes de agua dulce, las playas y los mares, los esteros y los suelos; se han perdido miles de hectáreas de selvas y bosques por la tala inmoderada y por la falta de cuidado en el control de los incendios, fortuitos o provocados, así como por obras como el Tren Maya que está destruyendo selva, biodiversidad, fauna, cenotes y zonas arqueológicas históricas.
El acuerdo de la COP-28 se quedó “corto” y el plazo se quedó “largo”, pero “algo se logró”.
En México, el principal contaminante es y ha sido Pemex. Además de los problemas económicos por su deuda y el costo de la misma, que parecen insalvables, contamina con su constante quema de gas que no puede aprovechar por falta de inversión y de tecnología, produce millones de toneladas de combustóleo por falta de coquizadoras y siendo un producto que no tiene mercado, obliga a la CFE a utilizarlo en la producción de electricidad; igualmente, por la falta de mantenimiento en refinerías y plataformas de producción de crudo, ha tenido accidentes y roturas que contaminan suelo, aire y mar. También ha sido motivo de contaminación el llamado “huachicol”, especialmente por los derrames e incendios que provocan los depredadores y por la impunidad que los “protege”.
Por último, ni Pemex ni la CFE invierten lo suficiente en energías verdes, por lo que no existe un plan a largo plazo para alcanzar la Transición Energética en México, además de que existe la intención de impedir y obstaculizar a las empresas que quieren producir energía solar y eólica.
La absurda “decisión” que está tomando la Comisión Generadora de Energía para alcanzar los objetivos de energías limpias, es considerar como “limpia” lo que se produzca por el consumo de gas en las plantas eléctricas, aunque el gas es también un combustible fósil. Tal vez se crea que las organizaciones ambientales y los ciudadanos son mensos e ignorantes.