La democracia es el sistema de gobierno más aceptado en el mundo entero. Etimológicamente, significa que el Kratos (poder) pertenece o lo tiene la voluntad del pueblo (demos).
Se habla mucho de democracia, pero se vive muy poco. Es fácil que la democracia degenere en dictadura (autocracia) o en el gobierno de unos pocos (oligarquía).
Sin embargo, en la práctica se prostituye en gran parte la voluntad del pueblo, lo que genera una corrupción de la democracia.
Se maneja el concepto de democracia, pero la gestión administrativa y gubernamental que se ejerce no depende del pueblo, que viene a ser una simple entelequia, quimera o fantasía, razón por la cual es ignorado o relegado. Por eso, el filósofo Albert Camus expresó: “La democracia no es la ley de la mayoría, sino la protección de las minorías”.
El sistema democrático se centra, muchas veces, en aceitar convenientemente la maquinaria electoral, pero se descuida tomar realmente en cuenta la voluntad popular en las decisiones de gobierno.
Por tal motivo, en su visita a Trieste, el papa Francisco dijo que la democracia puede compararse con un corazón herido:
“La palabra “democracia” en sí misma no coincide simplemente con el voto del pueblo; mientras tanto, me preocupa el pequeño número de personas que fueron a votar. ¿Qué significa eso? No es sólo el voto del pueblo, sino que requiere que se creen las condiciones para que todos puedan expresarse y participar”.
Subrayó que no puede haber democracia sin participación de todos: “Se necesita valor para pensar en nosotros mismos como un pueblo y no como yo o mi clan, mi familia, mis amigos. Desgraciadamente, esta categoría –“pueblo”– a menudo se malinterpreta y «podría llevar a la eliminación de la palabra misma “democracia” (gobierno del pueblo).
¿Vivo democráticamente?