"La competencia es más, y las oportunidades, menos"
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@Aless_SaLo
Frecuentemente me pregunto qué sería de mí si aún viviera en Mazatlán. ¿Viviría con mis padres?, ¿dónde hubiera estudiado la universidad?, ¿en qué trabajaría?, ¿quiénes serían mis amigos?, ¿qué clase de persona sería?
Cuando la gran mayoría de los jóvenes con los que estudié la preparatoria y yo decidimos dejar nuestras casas para mudarnos a ciudades más grandes y aspirar a carreras más ambiciosas de lo que Mazatlán prometía, no teníamos la certeza de que tendríamos éxito. No sabíamos nada de nada. Y ahora, casi todos nos hemos graduado. Algunos regresaron a nuestra perla del Pacífico, mientras que otros planean hacerlo. Yo me quedé en la Ciudad de México. Sentía que, fuera de mi familia, nada me esperaba en Sinaloa, pero nunca pude deshacerme de la duda sobre qué sería de mí si no me hubiera ido, y la semana pasada decidí averiguarlo.
En la plataforma web, LinkedIn, dedicada a encontrar trabajo y a compartir tu experiencia profesional y educativa, me propuse buscar empleos disponibles en Mazatlán, Sinaloa. No pude imaginar lo que iba a encontrarme y lo decepcionante que sería.
Encargado de abarrotes, encargada de salchichonería, auxiliar de limpieza, chofer repartidor, vendedora de Coppel, empleado de mostrador de pasteles y pan. Y básicamente, nada más.
No es mi intención degradar trabajos como los recién mencionados y que son sumamente necesarios para el eficiente funcionamiento de nuestras sociedades y ciudades. Pero no estudié cuatro años una licenciatura para conformarme con ello. Fuera del puesto que literalmente decía “busco persona para negocio turbio pero que deja dinero, informes inbox”, no había nada remotamente interesante o competitivo. De acuerdo al Internet, esas son todas las oportunidades que puedes encontrar en Mazatlán para una persona con interés y especialización en las ciencias sociales. Y además de ser poco inspiradoras, están muy mal pagadas.
¿Conocen el restaurante de sushi Yokiro? He comido ahí con mi familia en varias ocasiones. Pues de acuerdo a LinkedIn, el salario de un sushero es de 3 mil 200 o 3 mil 600 pesos al mes, y por una jornada de 1 a 9 pm y con experiencia previa. ¿Qué clase de broma cruel es esa? ¿Qué clase de vida te puedes costear con menos de 4 mil pesos al mes?
En marzo se publicó en este diario que Sinaloa registra los peores salarios de todo México. Un sinaloense promedio gana menos de 8 mil pesos al mes; el sueldo más bajo de todo el País, de acuerdo a datos del IMSS, y eso que el año pasado estábamos peor, con un ingreso 5 por ciento menor al actual.
Todos los sinaloenses que conozco están sumamente orgullosos de su estado, de su tierra y de su cultura. Se dice que son honrados, trabajadores, alegres. Y tal vez sean todas esas cosas, pero de poco vale si la calidad con la que viven no lo refleja. Lamentablemente y al contrario de toda lógica y sentido común, vivir no es de a gratis. Todo cuesta, ¿y qué podemos esperar costearnos con un panorama profesional tan lastimero?
Por eso tantas personas que se van a las grandes ciudades a estudiar, ya nunca regresan. En México, todas las oportunidades están centralizadas. La vida cultural, artística, económica, empresarial, educativa y profesional del País reside en Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey. Y es injusto, pero así es.
Aunque personalmente he tenido mucha suerte de encontrar un trabajo al poco tiempo de graduarme, y uno donde pagan bien (considerando las cosas), me tratan con respeto y estima y donde hay oportunidad para crecer, la situación en general es deprimente, y a como lo veo, las cosas van a ponerse peor.
Cada vez, nos exigen más. Tener más estudios, más idiomas, más experiencia, más contactos, más flexibilidad, más disponibilidad de horarios, porque la competencia es mayor y las opciones que tenemos, menos.