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Como es de conocimiento público, el martes de la semana que concluyó el Presidente de la República, se reunió con representantes de Estados Unidos y Canadá, en la que se aprobaron modificaciones sustantivas del Tratado Comercial acordado por los tres países el año pasado, pomposamente, publicitadas como Addenda.
De conformidad con el diccionario “Definición De”, “Adenda es un término que deriva de addenda, un vocablo latino que alude a aquello que se debe agregar. La Adenda, tiene la finalidad de desarrollar o ampliar los contenidos ya presentados”.
Y eso fue lo que los representantes de México, Estados Unidos y de Canadá hicieron en la reunión referida: Modificaron y ampliaron los contenidos del T-MEC de diversas áreas: La laboral, la ambiental, industria automotriz, medicinas, comercio, impacto económico, acero y aluminio, solución de disputas, cláusula de no comerciar con China, la mayor parte de las cuales fueron impuestas por Estados Unidos a México y Canadá.
Sería sumamente prolijo abordar cada una de ellas en este artículo, además de que la mayoría de los medios de comunicación televisivos, radiofónicos, periódicos e internet, ya se difundieron a detalle.
Lo más relevante es hurgar cuál de los tres países es el más beneficiado y cuál el más o puesto en apuros. No digo perjudicado, porque en realidad el T-MEC es un buen negocio para las naciones.
En el caso específico de nuestro país, muchos no preguntamos cómo es que AMLO logró poner freno a excesos en algunas modificaciones impulsadas por la demócrata Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, en especial en lo referente a la reforma laboral, y en segundo término cómo es que AMLO logró que Donald Trump lo felicitara por haber llegado a un acuerdo satisfactorio.
Considero que Donald Trump se ha percatado que sus desplantes bravucones no son la mejor estrategia a seguir, pues la Presidente de la Cámara de Representantes en manos del Partido Demócrata, lo tiene en acorralado con su posible destitución en el juicio que tiene que enfrentar, que es determinante en las próximas elecciones a las que Trump ha dejado en claro que participará para reelegirse como Presidente de USA.
En lo que se refiere al Tratado Comercial con Canadá y México, Trump está también entre la espada y la pared. Nancy Pelosi le ganó la partida también en este rubro. Tan esa así que se dio el lujo de imponer nuevas reglas al T-MEC, que a Trump no le quedó de otra que aceptar y aplaudir la Adenda del Tratado, que líneas arriba enumeramos, entre la que destaca la referida a la reforma laboral que puso al Presidente de México en graves apuros, que supo sortear de manera diplomática pero firme.
Me queda claro que AMLO sabía de antemano que ese sería un eje complicado para lograr la aprobación del Tratado Comercial, en específico con Estados Unidos, modificación, reitero, que no se puede atribuir a Trump, sino de su opositora Nancy Pelosi que logró el apoyo de los grandes sindicatos de trabajadores de la industria automotriz, manufacturera y de la minería, los cuales, desde que entró en vigencia el TLC ahora rebasado, se quejaron de que los trabajadores mexicanos afectaban los empleos de ellos porque su subcontratación y pírricas percepciones salariales de esos trabajadores migrantes, les generaban desempleo y e insuficiencia salarial.
Nancy Pelosi, lo dijo claramente: “Los sindicatos estadunidenses se quejan de que el TLACAN anterior, les había afectado su empleo en la industria manufacturera por la mano de obra de los mexicanos cuyos salarios son mucho más bajos y por eso eran contratados”.
Ahora las nuevas disposiciones obligan a México a que cumpla con reformas laborales que desde el año pasado ya aprobó; que admita la verificación de sus estándares laborales de bienes y servicios, pues de no ser así se impondrán sanciones, pero ya no por “inspectores laborales de Estados Unidos” en las fábricas Mexicanas, que AMLO rechazó y fueron sustituidos en la reunión del martes pasado por los tres países, por “expertos laborales independientes”, que verificarán el cumplimiento de las normas laborales acordadas y evaluarán aquellos casos en los que se detecten irregularidades o dudas en elecciones sindicales con estricto apego a la Ley laboral.
Cierro esta colaboración con una metáfora beisbolera, deporte del cual el Presidente de la República es fan y practica. Considero que no solo es un buen serpentinero de la bola dura, sino también de la política.
Me queda claro que tiene en el ámbito política exterior el Presidente se ha manejado con serenidad y astucia. No es, desde luego un experto en esa materia, pero su instinto político le dice cuándo y en qué momento en las relaciones internacionales con su homólogo Donald Trump, debe lanzar bolas bobas, curvas o strike, para evitar que el norteamericano tenga en estas negociaciones comerciales la casa llena y gana la partida con dobletes, tripletes o jonrones.
Tan es así que Donald Trump y Nancy Pelosi en sus mensajes de Twitter que difundieron una día después de aprobado el Adenda del T-MEC, en el que reconocen que fue un “buen acuerdo”, que en la jerga beisbolera en comento, significa que hubo un “buen empate”, lo que indudablemente es una buena noticia pues marca un buen rumbo para el tratado comercial de los tres países.
No hay sin embargo, que echar las campanas a vuelo. Todo puede suceder en Estados Unidos, tanto por el juicio político a que será sometido en breve Donald Trump y las elecciones presidenciales del próximo año, cuyos resultados siguen siendo una interrogante tanto para los Demócratas como para los Republicanos.
Veremos y diremos en qué termina todo eso.