"La 4T y el proyecto de Ciencia en México"
Investigador Titular del Centro de Investigación e Innovación Educativa del Sistema Educativo Valladolid (CIINSEV)
Parto de lo siguiente: cuando dialogo con un colega cubano sobre los niveles de presupuesto público que se le destina a la investigación científica en México, la respuesta es la siguiente: es una cantidad millonaria, me dice.
En Cuba jamás tendremos esos niveles de presupuesto. Y, sin embargo, me señala, tenemos mejores resultados en investigación que los que se tienen en este país. Y sí, la evidencia así lo confirma. Cualquier estado de la república tiene más presupuesto público que el que tiene la isla en su conjunto. Y, sin embargo, Cuba es de los países con los niveles más altos en investigación en Biotecnología, por ejemplo. Es una potencia en esa área; así como en materia de salud. Lo cual significa que con mucho menos presupuesto que nosotros obtienen mejores resultados. Y la pregunta obligada es ¿por qué?.
En un informe sobre la Ciencia e Innovación Tecnológica en la salud en Cuba, la condición se establece con claridad: “la investigación para la salud se basa en las prioridades de la política nacional, derivadas del estado de la salud de la población” (Rojo et al, 2018, p. 1). Lo anterior significa que la investigación que se realiza en la isla está sujeta a una política de estado establecida desde el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA). Esta política de estado se desprende de una resolución (No. 44/2012), con la cual se “reorganizó la actividad científica” con el objetivo de “lograr más eficiencia y vinculación con la actividad productiva y de servicios”. Lo anterior se tradujo en una reducción del número de programas de investigación y de las estructuras y el otorgamiento de nuevas nomenclaturas para esas entidades (Centros de Investigación; Centros de Servicios Científicos y Tecnológicos; y Unidades de Desarrollo e Innovación) (Pp. 1-2).
Dos elementos se desprenden del párrafo anterior: En primer lugar, si la investigación es financiada por el Estado cubano, corresponde a éste definir entonces en qué áreas se debe orientar la investigación, considerando el interés nacional del régimen castrista y los escasos recursos que se tienen para financiar la investigación científica. El segundo punto se desprende del primero, puesto que la investigación científica se enmarca en un principio: debe estar vinculada a la actividad productiva. Y esa condición es clave para explicar los resultados que han obtenido los cubanos.
En el caso de México es diametralmente distinto. Esos dos principios están ausentes en el escenario de nuestro país. Me explico: El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) fue creado en 1970. Y tiene como misión -se afirma- “ser la entidad asesora del Ejecutivo Federal y especializada para articular las políticas públicas del gobierno federal y promover el desarrollo de la investigación científica, el desarrollo tecnológico y la innovación a fin de impulsar la innovación tecnológica del país”. ¿En qué medida CONACYT cumple con ese propósito de “asesorar” al gobierno federal en materia de la investigación científica, tecnología e innovación? Más aún, ¿en qué medida esta agenda ha sido prioridad para el gobierno federal -en este y en los anteriores-? O, en otras palabras, ¿cuáles son las prioridades del gobierno federal en materia científica? En el Plan Nacional de Desarrollo (2019-2024) no se dice nada al respecto. En ese documento se realiza un diagnóstico muy adecuado sobre la problemática social, económica y de inseguridad que viven en México, pero en ninguna parte se indica cómo va a contribuir la investigación científica para enfrentar ese conjunto de problemas que se tienen. En lugar de ello, en lo referente a CONACYT lo que ha señalado el presidente López Obrador es que se “acabó el turismo académico”. Por lo tanto, la prioridad en la materia es “aplicar la austeridad republicana”, y reducir con ello el gasto que se dispendiaba en viajes con motivo de la visita a Congresos Académicos que realizaban los investigadores que forman parte de CONACYT.
Este ha sido, hasta ahora, el debate más “relevante” que se ha tenido en cuanto a la función de CONACYT en la 4T. Un debate que generó bastante ruido mediático; pero que en nada abona en la discusión de fondo: ¿A qué tipo de nación aspiramos para los próximos 30 años; cuáles son las agendas (productivas) a las que se va a dar prioridad y qué tipo de investigación científica necesitamos para constituirnos en referente internacional?
Una consideración es que se pretenda “ajustar” el gasto del Consejo para eliminar los “derroches” que se presentaban en la institución, y otra muy distinta es que se deje “en el aire” el papel que va a representar la Ciencia en la era de la 4T.
Regreso al símil cubano para fundamentar lo anterior: En los albores de la Revolución Cubana, Fidel Castro afirmó que el futuro de Cuba tendría que ser un futuro de “hombres de ciencia”. Y a eso le apostó, hasta configurar un escenario donde ahora el país caribeño exporta capital humano y éste se constituye en una de sus principales fuentes de ingreso.
El caso de México podría ser el mismo: construir un país de “hombres de ciencia”; pero no para exportar ese capital humano; sino para construir la integración de nuestro país a la sociedad del conocimiento. Un tema del cual se viene hablando desde hace más de dos décadas; pero que en los hechos se ha avanzado muy poco.
Un propósito a ese nivel no se logra de la noche a la mañana. Se requiere de tiempo y sobre todo de una visión de estado; pero en la 4T se pueden sentar las bases. Pero un paso previo a lo anterior es que se sitúe como una prioridad en el proyecto de nación que encabeza López Obrador. En el Plan Nacional de Desarrollo -como lo señalamos líneas arriba- no se menciona ni una sola vez el tema de la Ciencia.
Por tanto, hay que dotar de contenido a esta agenda. Y, sobre todo, hay que situarla en una condición estratégica para el país. Es inconcebible que no se tribute hacia un propósito a ese nivel estando en el poder un gobierno de izquierda.
Por último, nos resta señalar lo siguiente: la política de “hacer más con menos” del presidente López Obrador sólo se justifica si se define con claridad las áreas prioritarias en este gobierno. Y se reorienta la investigación científica hacia esa agenda. Si la investigación científica se sigue desarrollando al margen del desarrollo estratégico del país, los recursos financieros que se destinan para financiar esa investigación están siendo subutilizados por parte del Estado.
Así, el problema es más de fondo que la política de austeridad que demanda el presidente.
Y el problema pasa por definir un proyecto en materia de Ciencia en México.
Fuentes consultadas:
Pérez Rojo, Nereida, et al, (2018), “Ciencia e innovación tecnológica en la salud en Cuba: resultados en problemas seleccionados”, Rev. Panam Salud, 42. Recuperado de: https://www.scielosp.org/article/ssm/content/raw/?resource_ssm_path=/media/assets/rpsp/v42/1020-4989-rpsp-42-e32.pdf
Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de Cuba. Academia de Ciencias de Cuba. Recuperado de: http://www.citma.gob.cu/conoceme/
Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024. Recuperado de: https://www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5565599&fecha=12/07/2019