rfonseca@noroeste.com
@rodolfodiazf
Es conocida la frase que utilizan muchas personas de la tercera edad para darse ánimo cuando se les pretende descalificar por su avanzada edad: “no estoy viejo, sólo tengo juventud acumulada”.
En verdad, cada día existen más seres humanos que ingresan a la senectud porque la esperanza de vida se han prolongado merced a innovadores medios.
Sin embargo, no es lícito promover la cultura del descarte a la que tanto alude el Papa Francisco. Los adultos mayores aún tienen mucho que aportar al mundo actual, como señaló el geriatra español Javier García Monlleó, al ser entrevistado por la Federación Iberoamericana de Asociaciones de Personas Adultas Mayores:
“Hay que vivir la vejez como una etapa de crecimiento y no cómo una de declive… Lo más importante es darle vida a los años, no años a la vida, jubilarse del trabajo no es jubilarse de la vida” y, citando a Ingmar Bergman expresó: “Envejecer es como escalar una montaña, mientras se asciende las fuerzas menguan pero la mirada se hace más libre y serena”.
Existen personas que, como los buenos vinos, maduran con mayor sabiduría de la vida. A sus 93 años, el violoncelista Pablo Casals indicó:
“La edad es un asunto relativo. Si todavía trabajas y absorbes la belleza del mundo a tu alrededor, encuentras que la edad no por fuerza significa hacerse viejo… Siento muchas cosas con más intensidad que nunca y, para mí, la vida se vuelve fascinante. El trabajo le ayuda a uno a no hacerse viejo. Yo, por ejemplo, no puedo soñar con retirarme… El hombre que trabaja jamás se aburre, nunca se hace viejo… Cada día es algo nuevo, fantástico e increíble. El trabajo de uno debe ser un saludo a la vida”.
¿Valoro la sabiduría y experiencia de la juventud acumulada?