Juego engañoso del PAN en Mazatlán
Caso Mejía López, lección para todos
Desde la circunstancia de Juan Alfonso Mejía López, que de aspirar a la Alcaldía de Mazatlán pasa a buscar la postulación a Diputado federal por el Frente Amplio por México, es posible conjeturar escenarios similares para algunos políticos sinaloenses que sienten tener candidaturas en la bolsa siendo que los dirigentes de los partidos Revolucionario Institucional, Acción Nacional y De la Revolución Democrática, y su abanderada a la Presidencia, Xóchitl Gálvez Ruiz, están inmersos en evitar definiciones donde cada uno agarre para lados distintos.
El esquema aplicado al ex Secretario de Educación Pública y Cultura de Sinaloa, de desplazamiento y recompensa, evidencia la existencia de varias tómbolas para un mismo sorteo, unas con los rostros y retoques de siempre que llevan a los partidos tatuados en sus faces e intenciones, y otras que libran la difícil y desventajosa faena de intentar aparecer en la boleta electoral a partir del patente perfil y vínculo ciudadano.
Todo empezó desde aquella reunión del 3 de octubre a la que asistieron Juan Alfonso Mejía, pretenso a la Presidencia Municipal; Marko Cortés, dirigente nacional del PAN; Roxana Rubio, líder panista en Sinaloa; Martín Pérez, cabecilla en Mazatlán del mismo partido, y un quinto personaje irrumpiendo en lo que parecía una candidatura ya resuelta. Se trata del empresario Guillermo Romero que en realidad acudía a sacar de la jugada al también ex Director de Mexicanos Primero Sinaloa.
Mejía ha realizado una intensa labor de posicionamiento en la intención del voto de los mazatlecos sobre todo en redes sociales subrayando su buena relación con actores de la política nacional como Santiago Creel, reserva de la vieja legión albiazul; Mario Zamora Gastélum, Senador cercano a Alejandro “Alito” Moreno, presidente del PRI en el País, y Xóchitl Gálvez, con la cual dice tener una cercana amistad. Con tales contactos y padrinazgos, agregando el de Claudio X. González, empresario y político protagónico, resultaba impensable que no tuviera “amarrada” la candidatura a la Alcaldía de Mazatlán.
Pero en sus mismas cuentas de las plataformas digitales, el lunes dio a conocer el cambio de aspiración porque “luego de conversarlo con la líder del Frente Amplio por México, Xóchitl Gálvez, he aceptado acompañarla por un distrito federal”. Y agrega algo de jiribilla con la indirecta de “consciente de que el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente, aspiro a darle voz a las familias engañadas y olvidadas en Sinaloa”. ¿A cuál poder que corrompió qué cosa se refiere?
Con las manos en la cintura, los dirigentes del PAN nacional y estatal le alentaron a Mejía López la certeza de que sería su abanderado a la Presidencia Municipal de Mazatlán y todo terminó en que Marko Cortés y Roxana Rubio le abrieron toda la cancha y le encendieron los reflectores disponibles a Memo Romero dejando abiertas preguntas y sospechas de qué motivaciones intervinieron para descarrilar a quien sí figuraba y tenderle alevosos rieles de ventaja a quien no pintaba en la escena electoral de la Perla del Pacífico.
Así es la realpolitik, la que ocurre en las cúspides y no la sustentada con alfileres de romanticismo, y la situación del ex titular de la SEPyC podría anticipar el modelo de doble filo sin ser posible dilucidar ahora si con la definición a favor de Romero el Bloque Opositor acude a talantes despartidizados, que no arrastran los grilletes de desprestigio de la siglas coaligadas, o bien se trató de mera transacción donde poderoso candidato es don dinero.
Ojalá que se trate de lo primero, de ciudadanizar la política, con el asomo mazatleco que marcaría la diferencia entre presentar perfiles anquilosados y desacreditados, y redireccionar la oferta electoral hacia los sentimientos e ilusiones de los mexicanos, de los sinaloenses que es el contexto que nos concierne. Esto le corresponde dilucidarlo al Frente Opositor antes de que su caballada agarre monte y con tantos resentimientos a flor de piel opte por esconderse en el follaje de la venganza. Mejía conoce cómo corre la ruleta del poder público y le apuesta a sobrevivir aún en esos giros vertiginosos.
En fin, qué desastroso sería para Xóchitl Gálvez y el Frente Amplio por México que cada uno de los partidos aliados intente llevar la coalición hacia los beneficios propios, en lugar de invertir la total energía e inteligencia para aglutinar a electores que ya están algunos, y pronto lo harán todos, volteando a los lados a ver si hallan asideros fiables en la incesante búsqueda de esperanzas. Impensable que haya dos o más bloques afectando lo monolítico que debe ser y parecer el FAM al apostarle a candidaturas competitivas, no a trazas que son flechas indicando los atajos a nuevos colapsos, hacia el pasado que los sufragantes creyeron enterrar en 2018.
El episodio que involucra a Mejía López es un aviso oportuno, crucial. Nadie dé por exquisita cualquier vianda de la política conociendo el dicho que dice que de la mesa a la boca se cae la sopa.
Antes pudo haber escuchado,
Lo que todo Mazatlán advertía,
Para que no se tiznara Mejía,
En el horno del PAN chamuscado.
Silenciosamente, aunque resulten ruidosas las hipótesis que derivan de la súbita partida, a poco más de un año de que pidió licencia para separarse de la diputación federal y dedicarse a la dirigencia del Movimiento Regeneración Nacional en Sinaloa, Merary Villegas Sánchez retomó el martes su curul en el Palacio Legislativo de San Lázaro y mantiene al mismo tiempo el liderazgo estatal en el partido de la Cuarta Transformación. Deja la víbora chillando y la bitachera alborotada por la estructuración de candidaturas que le corresponde impulsar a ella, así sea o no la que palomee la lista que se define en el tercer piso de la Unidad Administrativa Estatal.