Juan de Dios Bátiz: la memoria como ejemplo

ALDEA 21
    La vida política, militar y de servidor público de Juan de Dios Bátiz ha sido determinante en la propia de millones de mexicanos, no sólo en términos académicos y formativos por su relación como pieza clave en la fundación del IPN, sino por lo que detonó en el cometido histórico, social y generacional desde su trabajo en cada uno de los ámbitos en los que se desempeñó como funcionario público y legislador este importante e ilustre sinaloense.

    Don Juan de Dios Bátiz Paredes fue un personaje sobresaliente en la vida nacional. Insigne revolucionario. Ingeniero Militar y luchador social por la educación pública. Originario del Estado de Sinaloa, la increíble tierra que lo vio nacer, el jueves 2 de abril de 1890, en la Sindicatura de Sataya de Bátiz, Municipio de Navolato.

    Así inicia el primer texto escrito por el ingeniero Rafael Borbón Ramos del libro Ing. Juan de Dios Bátiz Paredes, visión de la comunidad politécnica sinaloense, que se presentó el pasado viernes en Culiacán. Una publicación que se da en el marco del 86 aniversario del Instituto Politécnico Nacional, donde participan con diversos escritos más de una treintena de sinaloenses egresados del Instituto.

    Un esfuerzo narrativo y testimonial que hace justicia al legado de un sinaloense valioso por su obra y su ejemplo. Un trabajo editorial coordinado por el licenciado Luis Esteban Solano Meléndrez, presidente de la Fundación “Juan de Dios Bátiz Paredes”, a quien se le distingue por su vívido ímpetu y tenacidad por concitar la atención y el análisis de temas relevantes como el de recobrar y compartir el compromiso de la memoria histórica de Juan de Dios Bátiz. Un valioso trabajo colectivo que bien vale la pena revisar.

    La relevancia de la edición de estas memorias agrupadas radica en que nos muestra el impacto de un personaje de nuestra historia que tuvo la capacidad de influir y cambiar la vida de las personas y el rumbo de una sociedad. Una reflexión que llega oportuna a nuestro tiempo en el que se viven cambios importantes a nivel nacional y local.

    La vida política, militar y de servidor público de Juan de Dios Bátiz ha sido determinante en la propia de millones de mexicanos, no sólo en términos académicos y formativos por su relación como pieza clave en la fundación del IPN, sino por lo que detonó en el cometido histórico, social y generacional desde su trabajo en cada uno de los ámbitos en los que se desempeñó como funcionario público y legislador este importante e ilustre sinaloense.

    Los diversos textos, constituyen un apasionante viaje por la memoria viva de una comunidad de egresados y académicos que son ahora el testimonio y el resultado de un pensamiento visionario que explica las razones y orígenes de un país que se forjaba en la idea y la planeación nacional de progreso y desarrollo social. El de un pasado que sigue vigente y que se explica en el presente a través de un proyecto educativo tan indispensable como lo fue y sigue siendo el IPN. Una época que todavía, a pesar del tiempo, los desaciertos y las adversidades del periodo neoliberal, el IPN sigue tan vigente que es posible constatar cómo su labor continúa sosteniendo gran parte de las actividades económicas, sociales y culturales del País.

    Pero también en el libro se encuentra una fascinante trayectoria que no todos conocemos y que nos permite no sólo enterarnos de la historia de Juan de Dios Bátiz, sino reconocer lo indispensables que son los personajes como él en la actualidad.

    Contemporáneo de Rafael Buelna Tenorio, se reúne con él en 1913 para formar en Sinaloa el Ejército Constitucionalista y participar también con el General Felipe Ángeles durante la Revolución Mexicana. Fue regidor por Culiacán, diputado local que impulsó la creación del Hospital Civil, legislador federal, colaborador de José Vasconcelos en la Secretaría de Educación Pública, ingeniero de la Comisión Nacional Agraria en Culiacán y Hermosillo en la construcción de presas hidráulicas, Gobernador interino de Sinaloa y demás responsabilidades públicas y políticas que se consignan en esta publicación.

    Pero más allá del valor histórico y anecdotario de la obra, me parece particularmente importante ponderar su significado y la necesidad de recobrar esa vocación revolucionaria y patriótica de hombres como el Ing. Bátiz, que entendían y practicaban los conceptos de revolución y patria, en el compromiso y la vocación de servir a una idea de justicia social y de un bien mayor que contenía, en toda decisión como servidor público, una visión clara de construir un futuro digno y próspero para los mexicanos por encima de los asuntos políticos y el interés particular.

    Los ejemplos e historias como la de Juan de Dios Bátiz no solo deben recobrarse en términos históricos, sino retomarse para realizar un necesario ejercicio de comparación con los hombres y mujeres que ahora dirigen en gran parte el destino y el papel que desempeñan las instituciones públicas hoy día. Quizá preguntarnos e indagar en el antecedente inmediato qué es lo que mueve y representa realmente la vocación de nuestros políticos y servidores públicos y cuál ha sido la importancia de su desempeño en el desarrollo actual de nuestra sociedad.

    Una evaluación que se torna cada vez más necesaria en estos tiempos de cambios políticos y gubernamentales en los que hemos podido constatar que el hecho de cambiar no significa necesariamente mejorar.

    De poder cotejar como ciudadanos la dimensión del legado de nuestros gobernantes del pasado con la de los que actualmente gobiernan. Entender que revisar el pasado para atender el presente, no significa volver atrás para retroceder, sino más bien para aprender.

    Hasta aquí mis comentarios y reflexiones, los espero en este espacio el próximo martes.