"Jesús Valdés y la restauración del PRI. Antes sepulturero, ahora resucitador"
alexsicairos@hotmail.com
Cuando Jesús Valdés Palazuelos fue el único que se animó en diciembre de 2018 a ponerse al frente en Sinaloa de un Partido Revolucionario Institucional devastado y hecho trizas cinco meses antes por el fenómeno electoral que significó Andrés Manuel López Obrador, nadie daba un peso por él ni por el PRI. Ahora, en la víspera de que las siglas tricolores definan quién será el candidato a Gobernador, muchos quieren verlo caído, a él y su arrojo por creer que podía resucitar a un priismo entonces muerto.
Dígase lo que se diga, con todo y el semblante cadavérico y la extremaunción extendida por dos años más cuatro meses, todavía en Sinaloa hay un PRI que sigue levantándose de los ataúdes al borde de la sepultura, cuantimás si algunos miembros de la familia priista persisten en aplicarle la eutanasia porque lo creen viejo, gravoso e indigno.
Será por eso que a Chuy Valdés lo han convertido en ave de todas las tempestades, o mejor dicho en blanco de las flechas envenenadas de correligionarios que se empeñan en tumbarlo para erigir encima el reinado de aspiraciones desaforadas, y enfrenta la indisciplina y arremetida cerril de los que le diagnosticaron demencia cuando asumió la dirigencia del PRI, que son los mismos que hoy lo identifican como enemigo a vencer en el proceso interno para determinar las postulaciones rumbo al 6 de junio de 2021.
Pese a todo ha podido, con todos los pronósticos en contra, sostener al Revolucionario Institucional como segunda fuerza política tomando de referencia la votación de 2018. Igual que en torno al Movimiento Regeneración Nacional, alrededor del PRI merodean otras siglas con propósitos aliancistas en la posible creación de dos grandes coaliciones que se confronten en las urnas con vaticinios reservados.
Levantar al PRI del derrotismo y la crítica doméstica exacerbada, con militancias que muy lentamente fueron sanando la herida de la gran derrota, es otro mérito que se le puede atribuir a Valdés Palazuelos. No obstante que el fuego amigo puso su parte para orillarlo al fiasco supo mantener la estructura territorial que con todo y lo crujiente de sus pilares es la mejor, por no decir la única, comparada con los demás partidos.
En lo que respecta al juego de lealtades todavía la partida la tiene inclinada a su favor pues si bien es cierto que desde y con parte de la estructura del Gobierno del Estado es atacado todos los días, también resulta verídico que la mayoría de los secretarios del Gabinete de Quirino Ordaz Coppel que muestran aspiraciones al cargo de Gobernador le son fieles al PRI y a su líder, siendo los casos de Carlos Gandarilla García, de Desarrollo Sustentable; Ricardo Madrid Pérez, de Desarrollo Social y Javier Lizárraga Mercado, de Desarrollo Económico.
De igual manera, Sergio Jacobo Gutiérrez, coordinador del Grupo Parlamentario del PRI en el Congreso del Estado y otra de las piezas que el Gobernador podría mover en el ajedrez de la sucesión, ha ido en esta coyuntura política apegado al partido y su dirigente. Es el mismo caso de Mario Zamora Gastélum que sostiene firmes su disciplina con Quirino Ordaz y el priismo. Inclusive ambos trabajan para que la decisión sobre las candidaturas ocurra sin rupturas.
En lo que respecta a Juan Alfonso Mejía López, Secretario de Educación Pública y Cultura, cuida su condición de no afiliado al PRI y su anterior participación en el Partido Acción Nacional, con tal de conservarse como opción de la alianza entre las dos siglas. Por los elementos disponibles a la fecha, está al margen de la campaña negra contra Chuy Valdés y trabaja para que nadie le tatúe en la frente los logos priista o panista, ponderando el perfil ciudadano que es el que más le conviene.
La que debe preocuparles al presidente del CDE del PRI y al Gobernador es la guerra soterrada que se fragua en los sótanos del tricolor y de Palacio de Gobierno. Los que dan la cara es lo de menos: la negociación los puede apaciguar y lo más seguro es que defiendan cotos de poder aparentando que pretenden la gubernatura. Cuidado entonces con la estrategia que por tumbar la aspiración de Jesús Valdés acabe derribando lo que queda del PRI, el partido que en la mayoría de las encuestas sí denota señales de recuperación. Mínimamente ya no está tan agonizante como lo dejó el tsunami llamado López Obrador.
Hay que recordar que el 2 de julio de 2018 los priistas asistían a las exequias de su partido, llorando como plañideras lo que no defendieron al ver que Enrique Peña Nieto los refundía en la peor de las ignominias antivotos. El resultado de la elección de diputados locales puede ser una pista para entender por qué dirigir al PRI era la papa caliente de moda: 506 mil sufragios para Morena contra 311 mil del PRI avisaban de la devastación por venir.
Reverso
Lo designaron enterrador,
Y lo han visto allá y aquí,
Cargando al agonizante PRI
Con muchos buitres alrededor.
El regreso de Carol
Mientras tanto, el Movimiento Regeneración Nacional que es un partido regocijante en Sinaloa, recibe trato de enfermo en etapa terminal. Si la delegada Carol Arriaga encabeza la brigada de rescate en el partido al que le urge liderazgo, unidad y disciplina para anticiparse a la gresca intramuros que vendrá con la definición de candidaturas, entonces cada vez que venga de la Ciudad de México hallará cenizas por no acudir a tiempo a apagar los fuegos. Y desde los escombros Gerardo Vargas Landeros erigirá una candidatura para él. Carol regresó por lo pronto, una vez que falló en obtener la Secretaría General de Morena a nivel nacional. Bienvenida a su jungla.