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Se emitió la convocatoria dirigida a las “organizaciones de la sociedad civil” para postular mujeres interesadas en ocupar la dirección general del Instituto de la Mujer en Sinaloa. Los requisitos no son muchos: ser mujer sinaloense o con residencia de más de 5 años, contar con la formación profesional, conocimiento y experiencia en materia de género y derechos humanos de las mujeres. Haber destacado por su labor y promoción en materia de derechos humanos, la igualdad y la no discriminación. Ser mayor de 21 años, tener experiencia de trabajo en programas sociales, estar en ejercicio de sus derechos políticos y la más importante, poseer personalidad “aglutinadora de consensos”.
Esto último que fuera el punto de ruptura de Tirado Gálvez, cuando desestimó mantener vigentes los dificilísimos consensos entre los gremios y organizaciones que siempre se sostienen con “pincitas”. Aquí está la verdadera tarea de la próxima titular del instituto, un punto de reflexión para entender que se necesita algo más que una administradora de programas sociales o una firmante de cheques. La labor de la institución es preponderantemente de representación de las mujeres, las víctimas y sus familias, es por ende una representación política.
En la semana, algunos grupos de mujeres organizadas se trataron de poner de acuerdo para llevar “propuestas consolidadas” o al menos legitimadas. Pero la ambición les ganó, todas quieren ser lideresa de causa y nadie seguidora de movimientos. Y cuando se trata de poner en el centro a la persona y no al proyecto, eso siempre termina complicándose.
Han anunciado su participación, personajes provenientes de los medios de comunicación que han sido consecuentes con los derechos de la mujer, pero no tienen experiencia conocida tal como lo marca la convocatoria en materia de administración y programas sociales. Además que el celo del gremio periodístico al que representan, las mantiene en constante conflicto.
También se habla de funcionarias ligadas y con cercanías a la propia Araceli Tirado, lo cual sería un error. Se dice que los intereses al interior del instituto están también en los millonarios contratos con los proveedores, algunos que tiene preocupación por facturas sin cobrar o proyectos sin comprobar. Quien acuda a la convocatoria en representación de Araceli no será bien recibida por la forma en la que salió la mencionada.
Se perfilan también, ex funcionarias públicas cuyas trayectorias no han sido grandiosas. Para las mujeres que han tenido otros cargos será verdaderamente un cuchillo de doble filo, porque en su caso podrán acreditar una parte de los requisitos de la convocatoria y por otro, será imposible ocultar los errores del pasado, máxime cuando los números no les ayudan.
Por otro lado están las representantes del feminismo radical, aquellas que buscan legítimamente participar en los espacios de representación pero serían agentes provocadores de conflicto constante. Un dolor de cabeza para las estructuras del poder, para las instituciones de impartición de justicia y el propio Gobierno del Estado.
El próximo lunes termina el registro, sabremos hasta entonces los nombres oficiales de quienes han decidido participar. De inmediato habrá descartes y encartes, se hablará de favoritas y de incómodas. Lo cierto es que para que el Ismujeres salga de su crisis de credibilidad en esta coyuntura de mucha discusión y polarización, deberá tomar protesta un perfil diametralmente distinto al de Araceli. Una mujer con trayectoria propia, conciliadora pero firme para sostener acuerdos, respetuosa de la institucionalidad pero sensible para con las víctimas, de ideales y congruente, de valor e inteligencia para hacernos entender que los grandes cambios no son de la noche a la mañana. El instituto requiere una verdadera líder que entienda el arte de la política y tenga tatuada la vocación del servicio, no una encargada del despacho que venga a pagarles a los proveedores y mucho menos un perfil que venga a prenderle fuego a lo poco que queda de la casa. Luego se seguimos...