Arturo Santamaría Gómez
santamar24@hotmail.com
El contexto actual, en el que la violencia contra las mujeres mexicanas por estrictas razones de género ha crecido de manera alarmante y sus características se han hecho más brutales, hace imperioso que en Sinaloa, cuando se analiza el nombramiento de una nueva responsable de dirigir el Instituto Sinaloense de las Mujeres, se elija a una persona que haya demostrado con creces un auténtico compromiso, no con el Gobernador, el partido en el poder o grupo de interés alguno, sino con las causas femeninas, que en el contexto actual, son necesariamente feministas.
Estas han logrado por fin, en una atmósfera social y cultural sumamente adversa, convencer a un amplio número de instituciones públicas y privadas, así como a millones de damas y varones en el territorio nacional, que la violencia particular contra las mujeres, de profundas raíces históricas, es uno de los grandes problemas contemporáneos de nuestro País, y que habrá que movilizarse contra ella para exigir, en primer lugar a los diferentes niveles de gobierno, políticas y acciones para revertirla.
Sería un enorme error que se nombrara con criterios partidarios o de complicidad burocrática, como ya sucedió en el pasado, a una nueva directora de Ismujeres. Esto significaría no comprender lo que está reclamando el movimiento feminista más importante de la historia mexicana. Significaría carecer de sensibilidad y entendimiento políticos.
Se corre el enorme riesgo que los diferentes aspirantes a puestos de elección para el próximo año, sobre todo los que desean ser candidatos a gobernador, presionen para desde ahora y desde la dirección del Instituto, se seleccione a una mujer que le sirva a sus intereses.
En esta decisión no deberían caber cabildeos partidarios, ni “familismos”, ni influyentismos. Lo único necesario es inteligencia y madurez para comprender la coyuntura social y política, y la trascendencia del nombramiento.
Son veinte mujeres las que se han inscrito para aspirar a dirigir el Instituto Sinaloense de las Mujeres. Entre ellas habrá más de una con las necesarias características para encabezar el organismo. Pero, además de su preparación académica y currículum, debería de tomarse en cuenta su plena independencia, y compromiso social y ético para actuar a favor de las mujeres en desventaja y agraviadas, aun contrariando los intereses particulares del Ejecutivo, de los otros poderes y los partidos políticos.
Lo anterior suena ilusorio, pero el momento actual no exige otra cosa.
El Paro Nacional de Mujeres del próximo 9 de marzo no va a detener por acto de magia la incapacidad del Estado, ni los atavismos de la sociedad para frenar el acoso y la violencia contra las mujeres, pero sí puede ser el inicio de un largo proceso de lucha para enfrentar la dominación patriarcal.
Aun en sociedades donde las mujeres tienen mejores condiciones para su desarrollo permanecen poderosas inercias machistas, tal y como lo han hecho ver incontables investigaciones y testimonios de mujeres en Europa Occidental, Canadá y Estados Unidos, frente a los cuales México sale muy mal comparado, así que el camino es largo y sinuoso. Y en él, las mujeres, aun siendo necesariamente el motor de cambio, no podrán lograrlo solas. Necesariamente tendrán que aliarse con los varones que estemos de acuerdo en una urgente y necesaria transformación societaria donde se establezca la igualdad real de géneros.
Posdata
El crecimiento económico, sobre todo cuando se carece de planeación y políticas públicas bien definidas, se paga caro. Esto lo vemos específicamente en Mazatlán con un claro y simple ejemplo: desde la apertura de la autopista de Durango a Mazatlán en 2013, se experimenta un auge turístico creciente que, a la vez, está generando problemas urbanos en aumento. Dos de ellos son la vialidad y la carencia de lugares para estacionarse en el Centro Histórico. El gobierno municipal intenta mejorar el tránsito vehicular prohibiendo estacionarse en calles céntricas, lo cual sería correcto si las autoridades actuaran consecuentemente, pero no es así. No quiere que los particulares aparquen sus carros donde haya líneas amarillas, pero sí se lo permite a los autobuses y camionetas de servicio turístico que atienden a los cruceristas. En efecto, este tipo de turismo trae muchos beneficios económicos a la ciudad, pero el favoritismo hacia ellos viola ley, inconforma a los locales y hace que éstos también trastoquen los reglamentos de tránsito, porque cada vez hay menos espacios para estacionar los carros particulares.