Este es el artículo de un hombre que cree en las personas, en las empresas como lugar de encuentro y de generación de riqueza económica y personal, en el bien, y en las conversaciones como una herramienta poderosa de transformación y dirección.
Daniel Goleman es el gurú, el iniciador, y sobre todo el mejor expositor de la Inteligencia Emocional. La define como “la capacidad para reconocer los sentimientos propios y ajenos y la habilidad para manejarlos”. La IE -abreviado- se ha demostrado como una herramienta muy poderosa -soft skill- en la dirección de empresas y de personas. De eso quiero conversar en este artículo.
Creo que saber utilizar los sentimientos de manera inteligente tiene una importancia absoluta. Hace años me especialicé en Inteligencia Emocional y la he aplicado para la dirección de personas a través de workshops y asesorías en empresas, asociaciones y en el mundo educativo. He pasado de la sorpresa a la maravilla al ver los beneficios que reporta, y de paso he conocido gente increíble e inspiradora en el camino.
Goleman menciona que existen cuatro competencias emocionales: la autoconciencia, la autogestión, la conciencia social y la gestión de las relaciones -de estas se desprenden muchas competencias derivadas-. Ahora, quisiera centrarme en una competencia que se desglosa de la primera, de la autoconciencia.
Ya los antiguos griegos tenían bastante conocimiento de esto, pues en el templo de Apolo en Delfos estaba inscrito: “Conócete a ti mismo”. Hay dos datos recientes que envuelven lo anterior: la Harvard Business Review publicó una métrica en la que los colaboradores comprometidos y felices poseen un desempeño superior en 20 por ciento con respecto a sus competidores, y la firma Talent Management Consulting menciona que las personas con estados de felicidad altos (niveles de dopamina y serotonina a nivel cerebral) aumentan su productividad en 100 por ciento.
¡20 por ciento mejor desempeño! ¡100 por ciento mayor productividad!
Y la medición de la felicidad tiene un componente subjetivo -que depende del estado anímico de cómo se siente esa persona, ese sujeto-, y no es precisamente un cálculo objetivo, con parámetros iguales a todos, pues el bienestar, como la felicidad, tendrán componentes objetivos, pero sobretodo tiene notas, características, circunstancias personales, individuales. Lo hemos visto y comprobado. Lo que gusta a uno puede no gustarle a otro, lo que le aporta beneficio a alguien no significa que a otro le aporte ni lo mismo ni en la misma medida.
¿Y qué hay de objetivo en la investigación de la HBR? Que quien se siente y dice feliz es más productivo e innovador en su trabajo.
A todo director de personas -directores generales y mandos intermedios- suelo mencionarles que la primera aplicación de la inteligencia emocional en su empresa ha de ser en ellos mismos: Conócete a ti mismo. ¿Cómo te encuentras? No es frívola la pregunta, pues en ti se experimenta en primera persona la métrica de la productividad. Si te apasiona tu trabajo, si te gusta lo que haces, si hay calidez en las relaciones personales laborales serás más productivo. Y si no, no. Pues es a partir del conocimiento personal como se avanza en el reconocimiento de lo que experimentamos como sentimientos propios, y de ahí se genera la capacidad para, al detectar los sentimientos ajenos, tener la habilidad para dirigir a las personas y producir en nuestros colaboradores mayor productividad e innovación.
Te sugiero una actividad inteligente emocional: las fortalezas y debilidades en tu acción directiva y en tu vida personal están precedidas por un movimiento emocional. Descubre que te comunican esas emociones. Esto te llevará a ser más empático y asertivo... a descubrir el talento que tienes en tu empresa. Te sugiero lo realices después de ver el Ted Talk de Ric Elias: 3 cosas que aprendí mientras mi avión se estrellaba. -te comparto que termino de escribir este artículo en un vuelo y no puedo dejar de sonreírme por la casualidad-, en el que da su experiencia de cómo descubrió lo que realmente le motivaba.
gr.alonso@gmail.com
Profesor de ICAMI en el área de Factor Humano
ICAMI, Centro de Formación y Perfeccionamiento Directivo