La Secretaría de Educación Pública (SEP) dio a conocer el pasado 24 de junio el nuevo Calendario Escolar 2021-2022. Entre los cambios más significativos se encuentra la modificación al número de días de clases, extendiéndose a 200 días en lugar de 190. El impacto en la operación de nuestras escuelas y, por lo tanto, de la cotidianidad de las familias, se verá reflejado en un periodo escolar extendido hasta el 30 de julio, en lugar del día 9.
El descontento en la amplia mayoría de la comunidad educativa en Sinaloa proviene de la incomprensión. Cada quién en su ámbito de referencia, ya sean padres y madres de familia, alumnos o docentes, sindicato y, por qué no, hasta de la propia Autoridad Educativa Local, pues no existe más información sobre el argumento para la decisión.
Más días de clase, en principio, se entienden como parte de una necesidad para contrarrestar los efectos de la pandemia en los aprendizajes de los niños, sin mencionar el impacto en la condición socioemocional de toda la comunidad educativa. Hasta ahí quisiera entender coherente “la estrategia”, pero nos obliga a preguntarnos: ¿De verdad creemos que en tan sólo 10 días nos recuperaremos?
En estricto apego a sus facultades, la SEP envió a la Comisión Nacional de Mejora Regulatoria (Conamer) la modificación concerniente a la evaluación de los estudiantes. En estricto apego a sus facultades, la autoridad federal decidió asumir el “todos pasan” como una medida “extraordinaria” en beneficio de los educandos en educación básica. La pregunta que permanece en el aire es, ¿el hecho de obtener un certificado o una calificación aprobatoria favorece el derecho humano a la educación de las niñas, niños y adolescentes (NNA)?
En Sinaloa, llegaron a existir 141,598 alumnos en riesgo de abandono en el mes de febrero, en un sistema educativo con una matrícula de 578,776 alumnos, algo así como 24.4 por ciento de los alumnos de educación básica. La decisión de “todos pasan”, ¿beneficia a la autoridad educativa y sus cifras del sistema o bien, a las niñas y niños y sus realidades? Me explico.
La niña o niño que pasó a tercero de primaria dejó de asistir a la escuela en el mes de marzo de 2019. Durante todo segundo de primaria en 2020 y lo que va de 2021, pudo mantenerse vinculada a su escuela de manera continua o intermitente, quizás hasta estuvo desvinculada un buen tramo de estos quince meses (para dudas sobre esta categorización, los invito a leer mi entrega de la semana pasada). ¿Cómo nos imaginamos que llegará este alumno a cerrar lo que se conoce como la “primaria baja”? ¿Le daremos diez días adicionales para ponerse al corriente? Sin embargo, las cifras del sistema educativo estarán “intactas”, ¿eso refleja la realidad de las familias sinaloenses? Ignorar el problema sería cancelar las oportunidades de miles de niñas, niños, jóvenes y adolescentes; todo esto sin mencionar el impacto en el ánimo de los docentes cuando su autoridad se ve alterada por una decisión administrativa.
Antes de precisar un par de medidas que considero necesarias compartir con ustedes, vale la pena identificar de que estamos hablando, porque quizás existe una confusión. La educación es un asunto de derechos, de derechos humanos, no se trata de un servicio. La educación no tiene nada que ver con pagar la luz, “si pagas” enciende o no el foco de tu casa. No se trata de eso. Además, como todo derecho humano, es progresivo; al tener este derecho, estás más cercano o lejano a conseguir otros derechos: salud, ingreso, vivienda. Con esto quiero decir, el efecto nocivo de una medida de esta naturaleza trascenderá mucho más allá el asunto de una boleta de calificación.
En Sinaloa propusimos tres medidas, que esperemos sumen en este complejo escenario de acompañar los sueños de nuestras niñas y niños:
1. Replantear el ciclo escolar entero, no sólo 10 días. Necesitamos asegurar aprendizajes mínimos esperados que garanticen la continuidad de las trayectorias educativas de los educandos. Desde la Secretaría de Educación Pública y Cultura (SEPyC) trabajamos ya con las Mesas Técnicas de cada nivel educativo para proponer contenidos acordes a los efectos de la pandemia y no los planes y programas habituales. El niño que ingresará próximamente a tercero de primeria consolidará su formación, realistamente, hasta cuarto de primaria.
2. Valoración de conocimientos básicos (VCB). De la semana del 21 al 24 de junio, los alumnos fueron evaluados a partir de un instrumento trabajado por docentes sinaloenses. El objetivo es identificar en qué condiciones “aprueban” las y los estudiantes y no sólo conformarnos con “todos pasan”. Consideramos, hasta llegada la modificación a la regulación por parte de la SEP, la posibilidad de cursar nuevamente un año escolar, si así lo consideraba el docente. Dada la nueva regulación, pedimos que los docentes platiquen con los padres de familia para tomar una decisión conjunta. Nadie conoce mejor a los alumnos que los docentes y sus papás. Este último escenario esta vigente si el alumno tiene un resultado no favorable en la valoración o bien, si el alumno estuvo ·desvinculado” y se aparece de último momento.
3. En una consulta realizada a 6,426 figuras de la comunidad educativa, entre docentes (2,031), familias (3,015) y alumnos (1,380), 61 por ciento de las familias respondió estar en desacuerdo con el “todos pasan”, prefieren cursos de nivelación para sus hijos. La nivelación puede durar, desde todo el ciclo escolar – dependiendo si se replantea la totalidad del ciclo escolar – hasta unos meses que van de septiembre a diciembre.
La contingencia sanitaria y la consecuente necesidad de continuar las actividades escolares a distancia ha generado uno de los mayores retos para la modalidad educativa presencial en los últimos doscientos años. Negar sus posibles efectos en el aprendizaje de las y los niños, así como la condición socioemocional de la comunidad educativa, equivale a postergar cualquier mecanismo de solución en el corto plazo. Visibilizar la problemática y abordarla en términos de barreras obliga al diagnóstico y la articulación de medidas precisar para ser evaluadas y mejoradas. El optimismo desbordado, tanto como el fatalismo sistemático, termina por evadir la responsabilidad de imaginar una alternativa éticamente eficaz. Al hablar de educación, lo que importa es el derecho de los niños a aprender, no el derecho a un “papelito”; mucho menos “las cifras” del sacrosanto sistema educativo.
Que así sea.
PD. Si la pandemia que intenta arrodillar al mundo entero no te detuvo, nada en la vida lo hará; sólo ten confianza en ti, haz las cosas con amor, imprímele pasión y nunca olvides que nadie nos hacemos solos, recuerda ser siempre agradecida. Lo lograste mi princesa, ¡nos vamos a la prepa! Felicidades Natalia. Te amo. Tu papá.
Nicole, nos vemos la próxima semana por aquí.