Inmortalidad de la palabra

ÉTHOS
22/12/2023 04:02
    rfonseca@noroeste.com / rodifo54@hotmail.com
    Con el fallecimiento de Cristina, el mundo de las letras, cuentos y narraciones pierde a una de sus más distinguidas voces.

    Ayer falleció la periodista, escritora, presentadora y narradora Cristina Pacheco, quien se impregnó y bebió de la realidad cotidiana. El primero de diciembre anunció su retiro temporal debido a una grave enfermedad, sin especificar la naturaleza de la misma.

    Nació en San Felipe, Guanajuato, el 13 de septiembre de 1941, como Cristina Romo Hernández. Pronto, su familia se trasladó a la Ciudad de México, donde estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Contrajo matrimonio con José Emilio Pacheco y procrearon dos hijas.

    Con el fallecimiento de Cristina, el mundo de las letras, cuentos y narraciones pierde a una de sus más distinguidas voces. Sin embargo, solamente su voz, figura, escritura y presencia física es lo que hemos perdido, pues, su palabra, como expresó ella con inefable claridad y contundencia, en una ocasión, la palabra no se pierde en el vacío: “Que bueno que la palabra no muera”.

    Claro que extrañaremos su palabra vital y entrañable; esa palabra escurridiza que se colaba por las grietas de las catacumbas de la sociedad para rescatar no solamente las narraciones de las personas reconocidas, sino las historias de las personas comunes, menospreciadas y olvidadas.

    Incursionó en varios medios de comunicación, como los periódicos Novedades, El Universal, Excélsior, El Popular, La Jornada, al igual que en revistas, programas radiofónicos y el Canal Once de Televisión. Fueron emblemáticos sus programas: “Aquí nos tocó vivir” y “Conversando con Cristina Pacheco”.

    Entre los innumerables premios que obtuvo, es necesario citar el Premio Bellas Artes de Literatura Inés Arredondo 2022, que conceden los Gobiernos Federal y Estatal. “Con su partida, el México profundo pierde a uno de los pilares que la deba vitalidad y frescura”, dijo el director general del Instituto Sinaloense de Cultura, Juan Salvador Avilés Ochoa.

    ¿Inmortalizo la palabra?