Inhibidores de la innovación

DUEÑEZ* EMPRESARIA
    Sentirnos seguros por el dominio de lo que hasta hoy nos ha mantenido exitosos es natural. La incertidumbre de lo desconocido también es normal. Los riesgos a tomar han de ser medidos. No es innovar sin límites. Calibrar bien los riesgos nos permite enfrentar el miedo a fallar

    ¿Tenemos claro cómo evitar el teatro de la innovación?

    Nuevamente estamos en este maravilloso escenario, el campus principal de EUNCET Business School en Terrasa, en las afueras de Barcelona. La generación 2022-2023 del Máster en Innovación y Emprendimiento en la Empresa Familiar está terminando. Reina la alegría de estos casi 30 alumnos, miembros de familias empresarias latinoamericanas. Todos progresan en el ejercicio de la Dueñez.

    Hemos trabajado con este grupo durante un año. Sus proyectos han ganado cada vez mayor relevancia. Los casos de empresas catalanas innovadoras han sido impactantes. Enric Bayó, codirector del programa, hace su presentación dentro de la Semana Académica, describiendo magistralmente los factores que entorpecen el desarrollo de una efectiva cultura innovadora en la organización. Nos invita a luchar contra estos inhibidores que acompañan los montajes ficticios de esquemas de innovación huecos. Los comento.

    Falta de compromiso. Las intenciones y sueños poco cuentan. El interés en innovar se demuestra con la inversión sistemática que hagamos en personas, en tiempo, en metodología, en proyectos nuevos. Disparemos a lo alto y mantengamos la apuesta. Limitarse uno mismo. Pensar que para mantenernos enfocados tenemos que seguir haciendo lo mismo nos estanca. El enfoque ha de centrarse en nuestras mejores opciones. No solo nos toca explorar oportunidades incrementales o adyacentes, también las que impliquen transformaciones profundas de todo el negocio.

    Temor al fracaso. Sentirnos seguros por el dominio de lo que hasta hoy nos ha mantenido exitosos es natural. La incertidumbre de lo desconocido también es normal. Los riesgos a tomar han de ser medidos. No es innovar sin límites. Calibrar bien los riesgos nos permite enfrentar el miedo a fallar.

    Desconfianza. La innovación es un deporte en equipo. Si no creemos en la inteligencia y creatividad de nuestra gente no logramos la sinergia en equipo requerida, primero internamente en nuestra empresa, y luego externamente, con terceros.

    Aplicar la misma lógica de explotación. La creación de valor en fórmulas de negocio ya validadas, que son las que sostienen nuestra economía actual, exige el dominio de los procesos operativos y las actividades estratégicas que la sostienen. Nuestra óptica, nuestros indicadores y criterios de gestión están dominados por la forma como generamos, multiplicamos y capturamos valor en esas fórmulas de negocio.

    Si todo lo nuevo lo manejamos, consciente o inconscientemente, como si fuera parte de las actuales formas de hacer negocio, rigidizamos el aprendizaje, obstaculizamos la exploración, dilatamos la asignación de recursos humanos y materiales, desenfocamos los incentivos económicos.

    No saber leer el entorno. La falta de sentido estratégico en los distintos niveles de la organización nos atrofia y limita, ya que impide que contemos con un creciente número de líderes visionarios que interpreten los sucesos externos, analicen tendencias y proyecciones y generen propuestas proactivas que aceleren nuestra renovación.

    Podremos equivocarnos en nuestra interpretación o pronóstico, que ya corregiremos, pero no podemos caer en la inconciencia por exceso de confianza, por ceguera. Solo multiplicando los ojos y mentes que estudien sistemáticamente y en equipo lo que ocurre a nuestro alrededor nos mantendremos vigentes.

    Limitada agilidad. La lentitud y la centralización generan burocracia. Institucionalizar implica personificar la autonomía. No solo se trata de aumentar la velocidad en la toma de decisiones, también necesitamos crear nuevos métodos y hábitos, crear ciclos decisorios más cortos, con más pruebas, con más frecuencia, fallando rápido y barato hasta acertar o abandonar.

    Invertir en el teatro de la innovación es costoso y daña nuestra credibilidad. Busquemos de verdad transformar nuestra organización. Trabajemos en estos siete inhibidores que obstruyen nuestro avance para continuar creando valor.

    * “Dueñez®” es una marca registrada por Carlos A. Dumois