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"Éthos"

"Indiferencia ante la muerte"

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    El miedo a la muerte es connatural, pero es algo que también se contagia, potencia y aprende. Los sabios antiguos enseñaban que no había que temerle, sino mantenerse indiferente ante su presencia.

    Esta indiferencia abarcaba tres vertientes: impasibilidad ante la muerte de familiares y seres queridos, mantener calma en el momento de la propia muerte, y total indiferencia respecto al lugar en que sobrevenga ese inaplazable instante.
    De Anaxágoras, y de otros filósofos, se comenta que cuando le avisaron de la muerte de sus hijos, lo tomó con bastante calma y sabiduría. Simplemente exclamó: “Yo sabía cuando los engrendré que eran mortales”.
    Respecto a la propia muerte, Epicuro señaló que nadie debería temer ese ineludible encuentro, puesto que cuando la muerte se actualiza nosotros ya no existimos: “La muerte no es nada para nosotros. Cuando se presenta nosotros ya no somos”.
    En cuanto al lugar en que ocurra ese desenlace, Mónica, la madre de San Agustín, falleció en Ostia Antica, cerca de Roma, mientras esperaba regresar a África. Poco antes de morir manifestó: “Entierren este cuerpo en cualquier parte, y no se preocupen más de él. Tan sólo les ruego que se acuerden de mí ante el altar del Señor doquiera se hallen”.
    Muy diferente lo expresa la canción México y Lindo Querido, en la que el autor pide expresamente que cuando fallezca se repatríe el cuerpo: “México lindo y querido si muero lejos de ti, que digan que estoy dormido y que me traigan aquí”.
    Del mismo filósofo Anaxágoras se narra que estaba muriendo lejos de su patria y le preguntaron si prefería ser enterrado en ese lugar: “Que yo sepa, el viaje a la región de los muertos es igual de largo desde todos los lugares”, respondió.
    ¿Mantengo indiferencia ante la muerte?
    rfonseca@noroeste.com
    @rodolfodiazf