Habría que matizar el título de esta columna, porque las incongruencias no son de la Navidad, sino de cómo celebramos ese acontecimiento que nos trae felicidad, pero, a la vez, cuestiona nuestra forma de vivir.
El Papa Francisco recordó que muchas veces vivimos una Navidad incongruente, porque la misión de Cristo consistió en “llevar la buena noticia a los pobres, vendar los corazones heridos, proclamar la liberación a los cautivos, así como dar libertad a los prisioneros y proclamar un año de gracia del Señor” (Is 61,1-2). Sin embargo, agregó el Pontífice: “Lamentablemente, empezamos este año mientras el mundo se encuentra azotado por numerosos conflictos, pequeños y grandes, más o menos conocidos, y también por la persistencia de execrables actos de terror, como los ocurridos recientemente en Magdeburgo, Alemania y en Nueva Orleans, Estados Unidos”.
Añadió: “Vemos asimismo que en numerosos países hay contextos sociales y políticos cada vez más exacerbados por contraposiciones crecientes. Estamos frente a sociedades cada vez más polarizadas, en las que se alberga un sentimiento general de miedo y desconfianza hacia el prójimo y hacia el futuro. Eso se ve agravado por la creación y difusión continua de noticias falsas, que no sólo distorsionan la realidad de los hechos, sino que terminan por distorsionar las conciencias, suscitando falsas percepciones de la realidad y generando un clima de sospecha que fomenta el odio, perjudica la seguridad de las personas y compromete la convivencia civil y la estabilidad de naciones enteras”.
Bergoglio reiteró: “ese clima de inseguridad impulsa a erigir nuevas barreras y a trazar nuevas fronteras”, por lo que invitó a “repensar también las relaciones que nos unen, como seres humanos y comunidades políticas; para superar la lógica del enfrentamiento y abrazar en cambio la lógica del encuentro”.
¿Promuevo el encuentro?