Incipiente democracia universitaria

    Durante el reciente proceso electoral para elegir al Rector de la UAS, en donde contendieron el actual Rector para reelegirse y una candidata, se evidenciaron aspectos que cuestionan el nivel democrático de la institución en esta nueva etapa de su historia.

    La elección rectoral en la Universidad Autónoma de Sinaloa constituye un evento único para evaluar la calidad y el estado actual de la democracia interna de la institución. En esta ocasión llevaremos a cabo una reflexión crítica sobre este proceso, identificando las fortalezas y debilidades observadas durante su desarrollo, para posteriormente presentar propuestas que mejoren la democracia institucional hacia el futuro.

    Durante el reciente proceso electoral para elegir al Rector de la UAS, en donde contendieron el actual Rector para reelegirse y una candidata, se evidenciaron aspectos que cuestionan el nivel democrático de la institución en esta nueva etapa de su historia.

    Uno de los aspectos que mayor inconformidad generó en la comunidad universitaria fue la condición de dualidad del Rector como candidato, ya que, aunque la Ley Orgánica prohíbe a los aspirantes realizar campañas, el Rector en funciones continuó desarrollando actividades institucionales en todo el estado, lo que naturalmente le permitió mantener presencia y visibilidad entre estudiantes y trabajadores, frente a una candidata que, por las mismas restricciones legales, no contaba con posibilidades similares.

    Otro aspecto fue que el reglamento de elección, elaborado por la Comisión de Elecciones y Consultas, no logró establecer condiciones plenamente equilibradas para todos los candidatos, lo que generó percepciones de ventaja para el Rector en funciones. Esto se reflejó particularmente en dos puntos vitales durante el día de la votación, el 9 de abril:

    1) No se permitió que la candidata tuviera representantes que pudieran observar y supervisar las mesas de votación, o el conteo mismo de los votos.

    2) No se instalaron mamparas o espacios adecuados que aseguraran un voto secreto, uno de los principios fundamentales de la Ley Orgánica: voto universal, libre y secreto.

    Por otro lado, a pesar de estos aspectos, sería injusto omitir algunos avances. La existencia misma de elecciones competitivas y abiertas, aunque imperfectas, representa un progreso frente a periodos anteriores caracterizados por la imposición absoluta. Esta apertura, aunque limitada, ofrece una base desde la cual se puede trabajar para consolidar una verdadera cultura democrática en el futuro.

    Es momento de cerrar este capítulo y seguir hacia adelante. Debemos admitir que la estrategia implementada durante la elección rectoral, por quienes buscamos una nueva visión académica para la UAS, no fue la adecuada. Sin embargo, no olvidemos que el proceso electoral -o la votación- es sólo una dimensión del sistema democrático universitario, por lo que el objetivo superior sigue siendo la consolidación de una verdadera democracia institucional.

    A partir de aquí, corresponde aprender sobre los errores cometidos y trabajar en una nueva estrategia que permita obtener mejores resultados en el futuro. Esta estrategia debe tener como principal objetivo el mejoramiento académico de la institución.

    A largo plazo, debe orientarse a obtener espacios de participación que permitan establecer contrapesos institucionales sólidos. Es necesario consolidar la presencia de quienes comparten esta nueva visión académica en instancias como el Consejo Universitario, las direcciones de facultades y los sindicatos de académicos y administrativos, para enfrentar adecuadamente situaciones similares en el futuro.

    A corto plazo, antes de considerar nuevas reformas a la Ley Orgánica es prioritario aplicar cabalmente la normatividad existente. De nada sirve contar con marcos legales perfectos en la teoría si la comunidad universitaria no aprende a respetarlos y exigir su cumplimiento en la práctica.

    Asimismo, es esencial establecer un sistema robusto de fiscalización interna y observación externa imparcial, que contribuiría a prevenir manipulaciones indebidas y asegurar que cada candidato pueda competir en condiciones justas. Este sistema debe tener autoridad suficiente para investigar, señalar y sancionar cualquier desviación normativa.

    Además, es absolutamente necesario fortalecer los mecanismos de transparencia en colaboración con la administración actual y la siguiente. Todas las etapas del proceso electoral deben ser documentadas claramente y accesibles a toda la comunidad universitaria. La rendición de cuentas debe convertirse en norma institucional, no sólo durante elecciones, sino como una práctica permanente que fortalezca la confianza y credibilidad de la gestión universitaria.

    En conclusión, la elección rectoral reciente en la UAS expuso importantes limitaciones en su desarrollo democrático, revelando tanto avances como retrocesos. Es clara la urgente necesidad de implementar medidas para mejorar su desarrollo, consolidando así una democracia auténtica que beneficie a toda la comunidad universitaria y proyecte a la institución hacia un futuro más justo, transparente y plural.