Imposible el adiós a Chayito Quiñónez. Nos deja sus luchas, dignidad y temple

OBSERVATORIO
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    Las clases intelectual y laboral que atestiguaron las batallas libradas por Chayito Quiñónez en la UAS, y el segmento de la sociedad que bien aquilata el liderazgo en sus guerras de mil y un campos, se unieron para estructurar el hasta pronto a la mujer que sigue aquí, entre nosotros, que somos los herederos del testamento de la no rendición por más fieros que sean los hostiles.

    Pocas luchadoras sociales, como la que es María del Rosario Quiñónez Payán, han dejado la huella que ella plasmó siempre en la misma dirección de las convicciones, honestidad y solidaridad no sólo en el movimiento de justicia laboral que libró en la Universidad Autónoma de Sinaloa sino en las trincheras sociales a favor de las libertades. Es inexacto decir que murió ayer la mujer rebelde, frontal e intransigente contra los abusos del poder; al contrario, renació en la historia que algún día ha de contarse completa sobre esta guerrera.

    Cuando una vida meritoria se acaba resulta imprescindible descorrer los caminos de quienes se van con el único propósito de aprender de sus trayectorias. Nada se borra si como sociedad mantenemos a salvo en la memoria los sacrificios que soportan mujeres y hombres con principios de hierro que de igual manera son golpeados con los puños de acero de tiranos, intolerantes y talantes facinerosos que hacen del poder el arma para aniquilar al contrario.

    Chayito Quiñónez es de esas cazadoras de injusticias que libró peleas notables contra los inicuos. Es considerada la mejor dirigente de la sección administrativos del Sindicato Único de Trabajadores de la Universidad Autónoma de Sinaloa, sin embargo, sus epopeyas y liderazgos trascienden el campus y abarcan desde los movimientos de apoyo a las madres con hijos desaparecidos, defensa de la autonomía de la UAS, luchas por la libertad de expresión y amparo a grupos sociales desvalidos.

    A la altura de los tiempos de abusos perpetrados en los ámbitos universitarios, gubernamental, políticos y poderes de facto, alzó banderas enérgicas, se plantó en tribunas e hizo oír su voz desafiante y dura. A veces convirtió el silencio en la más potente protesta pues lloró a las víctimas, confortó a los deudos y, al igual que tantos, se arrinconó en el último reducto de los agraviados que es la impunidad.

    Por eso al conocerse la noticia de su fallecimiento surgió el sentimiento de pérdida que lo más probable es que se trate de manifestaciones de bienvenida a Chayito a la inmortalidad. Así quedará como ayer la referenciaron en las redes sociales en la más nítida fotografía colectiva con la cual le rinden homenaje: la enorme herencia terrenal que deja para la acción cívica y como la mujer “que nunca dejó abajo al pueblo”.

    Gente de todos los sectores, liderazgos de diversas causas, servidores públicos, académicos, sindicalistas, artistas y periodistas colaboraron para traer a tiempo presente el legado que las nuevas generaciones tienen que conocer. Mencionamos aquí algunos ejemplos: “Chayito Quiñónez cumplió con la vida, ejemplo de la lucha por trascender la condición social de su cuna, lucha asumida en la condición social de su clase. Un ejemplo. No para siempre en la tierra, sólo un poco aquí, lo dice Netzahualcóyotl”, expresó sobre ella Feliciano Castro Meléndrez, presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado.

    Ana Luz Ruelas: “Chayito nos deja su ejemplo de lucha, dignidad, templanza ante los abusos”; Florencio Rivera: “Chayito Quiñónez, como una guerrera que fue lucho hasta el final, símbolo de lucha en la defensa de las causas laborales y populares, empezó en Guamúchil y terminó en Culiacán, líder extraordinaria, ya no hay líderes de ese calado , siempre la admiré como una líder producto del esfuerzo, se nos fue un ícono ejemplar en la lucha justiciera”; Elizabeth Rivera: “En paz descanse la grande!! Rosario Quiñónez. La que nos defendió a capa y espada el CCT y a todos los administrativos. Muchas gracias Chayito Quiñónez por ser esa gran líder”.

    Ulises Cisneros: “Su ejemplo de lucha y trabajo sigue vivo como la gran mujer y universitaria sinaloense que es. Luz en su camino”, Pedro Brito: “En paz descanse mi querida amiga y compañera universitaria Chayito Quiñónez, un abrazo solidario a su familia. Una gran mujer ha partido”, Brenda Duarte: “Mis sinceras condolencias para la familia de esta gran luchadora que arrancaba con sus discursos los gritos eufóricos y jubilosos, de defensa de las prestaciones laborales de los trabajadores universitarios. ¡Nadie la ha superado y parece ni la superarán por épocas!”.

    Jorge Gastélum: “Deja huella en la academia y el sindicalismo universitarios”; Rodrigo López Zavala: “Querida Chayito, gran universitaria. ¡Qué pena tu partida! Te recordaremos como una distinguida mujer en la UAS. Descansa, descansa en paz estimada Chayito”; Marco Antonio Berrelleza: “Inolvidable amiga, siempre te recordaré, nunca jamás te olvidaré, gracias por haber estado a mí lado en tiempos difíciles”; Florina García Bórquez: “Los universitarios pierden a una gran líder. Su pasión fue la defensa siempre a favor de los universitarios”.

    Las clases intelectual y laboral que atestiguaron las batallas libradas por Chayito Quiñónez en la UAS, y el segmento de la sociedad que bien aquilata el liderazgo en sus guerras de mil y un campos, se unieron para estructurar el hasta pronto a la mujer que sigue aquí, entre nosotros, que somos los herederos del testamento de la no rendición por más fieros que sean los hostiles.

    Reverso

    Al no ser su tiempo de partir,

    De seguro en el más allá,

    Chayito ya fue a exigir,

    La regresen de nuevo acá.

    ¿La última marcha?

    La marcha del Presidente Andrés Manuel López Obrador transcurrió ayer con los prolegómenos propios de la fuerza del Estado mexicano: multitudinaria, ruidosa, avasallante. Imposible analizarla ahora mientras prosigan los ánimos encendidos, el triunfalismo oficial y el aparato gubernamental afín volcado a servirle a un solo hombre y no al País entero. Para cuando acabe la fiesta del ego saldrán a relucir las resacas de los fanatismos. Lo que urge saber es si estamos ante la última fisura de un México demasiado agrietado.