El informe de gobierno trajo a mi mente un pasado agónico que aún se resiste a morir. Tieso, acartonado, impostado, rebosante de palabras sin más destino que los sitios comunes, aplausos mecánicos, muecas que dejaban entrever risas forzadas por la tensión que exhibían los cuerpos de quien hablaba y los pocos elegidos que le escuchaban.
La joya de la corona fue la numeralia presentada de una encuesta anodina, que daba cuenta de la atinadísima gestión presidencial. ¿Para qué hablar de tamaños y tipos de muestra o confiabilidad del estudio, si el Presidente ahí refirió que el 67 por ciento de los consultados lo respaldan? Si él lo dijo, entonces, esa es la verdad, porque de su boca sólo brotan la verdad y la bondad. Punto.
Quedó claro que ya pasó la época de las suspicacias. Hoy son tiempos nuevos. De transformación, progreso, fraternidad, frugalidad y compromiso moral. Sí señor Presidente, el mundo es lo que usted diga. No lo que algunos veamos, pensemos, investiguemos, concluyamos. La realidad es la que usted diga y mande. Aunque no lo sea. Total, siempre habrá un nuevo discurso para desmentirnos.
Más allá de si se logró o no renovar el mito de la caverna platónica, el discurso no logró ocultar su genética priísta y las muchas similitudes con otros tantos que en su momento dictó Donald Trump. Me explico.
Casi a punto de tomar las riendas de la Presidencia, Andrés Manuel López Obrador publicó un texto, al que puso por título Oye Trump. Propuestas y acciones en defensa de los migrantes en Estados Unidos. El relato que hilvana la trama, como su autor lo dice, trata de su “visita a los Estados Unidos para defender a nuestros paisanos y los migrantes del mundo, ante la actitud autoritaria del Presidente de los Estados Unidos”.
Tales palabras van en consonancia de un texto furibundo contra un régimen de gobierno que en la práctica se comporta de manera arbitraria, fóbica, abusiva y negligente contra los migrantes. Sin embargo, al igual que sus propuestas, como dicen algunos de mis estudiantes, el texto es puro rollo, por su imposibilidad práctica y el peso que tiene el eco de una voz que no hace más que autoadularse.
Mi sospecha es que Andrés Manuel López Obrador es el álter ego de Donald Trump; o viceversa. Van unas cuantas de sus principales similitudes.
1. El liderazgo político, de tipo populista, que promueven. Las principales arengas son en contra de las instituciones vigentes. El exhorto a modificarlas, si se puede acabarlas, para que con ellas se acaben muchos de los males que encarnan. Asimismo, buscan ser el vaso comunicante entre la base de votantes y el movimiento político que abanderan. Buscan y promueven las consultas (recurso que no está nada mal, el problema es la manera en que se utiliza) para mantenerse en la arena del debate público, etc.
2. Su relación con la verdad. Cualquier cosa que no provenga de sí mismos, sus fuentes o sus portavoces, está condenada a no pasar de ser fake news, una invención de los adversarios que tratan de confundir a la opinión pública. La única verdad que debe prevalecer en la esfera pública es la de ellos. Más aún, hay algunas mentiras (mal disfrazadas de verdad), que de tanto decirse, terminan por darse como verdades.
3. La obsesión con sus adversarios. Cualquier ocasión es una oportunidad dorada para exhibir y denostar, a quien sea etiquetado en la categoría de adversario. En ellos no hay distinciones nítidas. Basta con no avalar lo que diga el Mandatario para estar en su contra.
4. El uso de las redes sociales. Quizá este es uno de los rasgos más representativos de este tipo de líder carismático. Con ellos se acabó la parafernalia de los planes maestros de comunicación, porque con un tweet pueden cambiar el rumbo de las reglas del juego de las instituciones públicas.
5. Su disputa contra la prensa. Cualquier medio que les cuestione, ponga en duda, replique o contradiga sus dichos, en automático, se convierte en un enemigo a derrotar. Donald Trump no dudó un momento para sacar de las salas de prensa a quien le resultó incómodo. Andrés Manuel no dudó en poner en marcha su “quién es quién en las mentiras de la semana”. Así como le sucedió tantas veces a Trump, donde los medios lo ponían en su lugar demostrando la falsedad de su acusación, a López Obrador ya lo desmintió el Forbes o el NYT. Da igual, el próximo miércoles volverán a desmentir y acusar a dichos medios (y a quien sea), porque el foro está diseñado para ello.
6. La opacidad. Como buenos abanderados de una moralidad con talante mesiánico, lo que ellos hagan (o deshagan) tiene un fundamento ético. Las acusaciones contra de los familiares de Trump respecto a sus alianzas con los rusos para modificar el resultado de las elecciones o “las donaciones” en efectivo que le hicieron en efectivo a Pío López Obrador para que las canalizara a la campaña, prácticamente, quedaron en el olvido. Y así con otras muchas cosas: la construcción de las megaobras, las conversaciones con Carlos Slim respecto a la línea 12 del Metro, las fortunas de algunos colaboradores directos, la de sus hijos, los muertos de la pandemia y el narco, el manejo de los fondos públicos que maneja el Ejército y un largo etcétera.
7. El uso de las facciones. No sólo a nivel discursivo para distinguir a “ellos de nosotros”, a los buenos de los malos, a progresistas de conservadores, a puros de impíos, sino para articular la gestión política en las cámaras. La meta es dividir, separar, debilitar.
8. Su similitud con sus homólogos. Sólo unos cuantos matices les distinguen, porque en lo que respecta a su personalidad son tremendamente difíciles de diferenciar.
Podríamos continuar haciendo más grande la lista, pero no tiene mucho sentido. Digamos que el informe de avances del tercer año de gobierno dejó al descubierto que el nuestro es igual, demasiado igual, a Donald Trump. Quisiera decir que para bien, pero no es así.
Y por no dejar, van unas cuantas preguntas al margen: ¿Cuál es el plan para ponerle un freno a la escalada de la ola de violencia provocada por el narco? ¿Cuál ha sido el rol de los militares y la Guardia Nacional en la contención de aquélla? ¿Hay un plazo para comenzar a ver una reducción de esta numeralia de muerte?