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El autor es académico ExaTec y asesor de negocios internacionales radicado en China
Nadie habla mucho de África en la pandemia, pero realmente deberíamos hacerlo, porque este inmenso continente ha tenido una extraordinaria respuesta a la crisis. La prestigiosa publicación The Lancet refirió el mes pasado los programas de pruebas y rastreo instaurados en muchos países desde abril. Aunados a la coordinación entre naciones, que se ha llevado a cabo por medio de programas médicos preexistentes, para octubre estos esfuerzos mostraban muy buenos resultados. Con más de mil millones de habitantes, el continente ha registrado 1.5 millones de casos con tan sólo 37 mil muertes. Este éxito es sorprendente e inesperado, dados sus deficientes sistemas de salud. En un artículo reciente de la BBC, este envidiable resultado se ha atribuido a cinco factores:
Dos de estos factores son circunstanciales: la población muy joven y el clima favorable. África tiene la edad media más baja del mundo: 19 años. La OMS reporta que el 91 por ciento de los casos observado, ha sido en gente menor a 60 años, siendo el 80 por ciento asintomáticos. Además, África tiene pocas casas de ancianos, que han causado mucha mortandad en otros lugares. El factor del clima es quizá menos convincente: el coronavirus se dispersa en todo tipo de clima, pero se ha notado un ligero efecto de ralentización con mayor calor y humedad.
Ahora bien, los factores de política pública son los más importantes: el primero es la respuesta rápida. Prácticamente todos los gobiernos instituyeron políticas muy tempranas de higiene, promoción de mascarillas y distanciamiento social, desde el primer caso, que fue en Egipto el 14 de febrero. También cerraron escuelas y hubo cuarentenas de 3 semanas.
La colaboración del público es la segunda: la comunicación efectiva llevó hasta un 85 por ciento de uso de mascarillas, en 18 países. Esto desde luego no fue idílico: al igual que en otros lugares, las economías sufrieron y se perdió mucho empleo, pero la concientización de la población ha sido esencial. Finalmente, están los sistemas de salud comunitarios: aunque su infraestructura sanitaria no es de primer mundo, la mayoría de los países africanos tienen sistemas locales muy eficientes que tienen años lidiando con crisis como el ébola y la polio, y esa preparación en sus redes sanitarias se extendió para incluir el Covid.
Esta experiencia previa ante crisis sanitarias, aunada a la flexibilidad para usar recursos limitados y cooperar entre muchos actores, ha sido clave en el éxito africano, y podría servir como caso de estudio.