Gritemos fuerte: ¡Justicia a Javier Valdez! Penar al 'Mini Lic' en México, libre en EU

OBSERVATORIO
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    Duele, como daga del escarnio clavada en la herida aún sangrante por la inmolación de Javier Valdez, el hecho de que la justicia estadounidense suba al ‘Damasillo’ en el podio de la impunidad solamente porque ‘ha hecho grandes avances por los daños que cometió como miembro del Cártel de Sinaloa’ donde “sus acciones han coincidido con sus palabras y creemos en su sinceridad”, ensalzando a quien tiene cuentas pendientes en tribunales mexicanos.

    Al periodismo y la sociedad sinaloense nos corresponde hacer eco, lo más fuerte que se pueda, del grito en que resiste Griselda Triana hasta que se le concrete el ciclo de justicia al periodista Javier Valdez Cárdenas y que su presunto asesino intelectual, Dámaso López Serrano, sea juzgado en México y sentenciado por el crimen que, aparte de estremecer al País entero, dejó esquirlas del miedo regadas en las redacciones de los medios de comunicación. Todos, al unísono, para detener la conjura de la impunidad a punto de ser consumada en Estados Unidos.

    Duele, como daga del escarnio clavada en la herida aún sangrante por la inmolación de Javier Valdez, el hecho de que la justicia estadounidense suba al “Damasillo” en el podio de la impunidad solamente porque “ha hecho grandes avances por los daños que cometió como miembro del Cártel de Sinaloa” donde “sus acciones han coincidido con sus palabras y creemos en su sinceridad”, ensalzando a quien tiene cuentas pendientes en tribunales mexicanos.

    De acuerdo a la investigación que realizó sobre este crimen la Fiscalía Especializada en la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión, Dámaso López hijo ordenó a sus pistoleros, una semana antes del 15 de mayo de 2017, día en que ocurrió la agresión, que asesinaran a Javier Valdez debido a un artículo que el periodista publicó en el semanario Ríodoce, refiriéndose al hampón con adjetivos como “pistolero de utilería” y alguien que no tenía los tamaños y vivía bajo la sombra del padre, Dámaso López Núñez.

    De allí derivó la única hipótesis sólida que la Feadle ha sostenido para sentencias a tres culpables materiales por la muerte de quien fue cofundador de Ríodoce y corresponsal de La Jornada en Sinaloa, quedando pendiente que el “Mini Lic” sea extraditado y enjuiciado por ordenar que mataran a Valdez Cárdenas. Hoy, el probable criminal está libre beneficiado por una Juez del Distrito de San Diego que considera que “ha hecho un tremendo trabajo para aliviar el daño que ha provocado”.

    Pero no. Mientras el llamado “Mini Lic” se encuentre en algún baldío de la ley, arropado por autoridades de Estados Unidos que canjean sangre por impunidad, en toda garganta, espacio periodístico o trinchera de la lucha cívica debe hallar resonancia el dolor de la viuda, los hijos, padres y hermanos, amigos y colegas de Javier Valdez, por habernos quitado el narcocrimen a quien ejerció y cultivo como ninguno otro la libertad de expresión, con valentía y honor.

    Gritar para que se escuche en el Departamento de Justicia de Estados Unidos, en Palacio Nacional en México, y en fiscalías, juzgados, organizaciones por la libertad de expresión y los derechos humanos, en las plazas y en la conciencia de los capos del narco, el reclamo de que no existe periodismo que pueda desempeñarse como debe ser mientras el presunto asesino de Javier Valdez ande libre, quizás preparando el siguiente ataque, la próxima víctima y las inminentes mortajas que son mordazas.

    No hay justicia para Javier Valdez en tanto su asesino sea ensalzado como ejemplo de la colaboración con cortes estadounidenses en materia de investigaciones a cárteles de las drogas. Ofende al periodismo sinaloense, dispara más agravios de los que ya existen contra los comunicadores mexicanos, la decisión de la Jueza Dana Sabraw que cierra los ojos frente a la indignación nacional con tal de saciar el modelo legal alterado que recompensa la delación, manchando de sangre a la “justicia” de ese país.

    Es de fundamental necesidad, para regresarle a reporteros y medios la certidumbre de tejer noticias sin ver en cada letra la alegoría fatídica, que el Presidente Andrés Manuel López Obrador se ponga al frente de la exigencia de que Estados Unidos entregue a Dámaso López Serrano a México, y sane así la herida en el periodismo y la sociedad que fue abierta hace cinco años, cuatro meses y cuatro días. Darle algo de paz a la memoria de la familia, del gremio y la opinión pública, exasperados por los tiempos donde los balazos les quitan la vida a más periodistas, sin que éstos reciban el abrazo protector del gobierno.

    Hagamos que muchas cosas sucedan en las tribunas periodísticas, en el clamor colectivo, en las calles y parques, hasta que el asesino intelectual de Javier Valdez sea sentenciado por la justicia mexicana. Aquí no ha pagado, mucho menos borrado, el daño causado. Aquí no creemos en la sinceridad del “Mini Lic”. Aquí no permitiremos que la ausencia de ley sea el galardón que premie a homicidas. Aquí no pueden exponer a un mayor riesgo a la esposa, hijos, familias y ciudadanos que insisten en que se penalice a Dámaso López.

    Aquí no, Presidente López Obrador. Aquí no, Fiscal General Alejandro Gertz Manero. Aquí no, Ministro Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar.

    Reverso

    El perpetrador dice “¡bingo!”,

    Y aquí exigimos “¡justicia!”,

    Para que aquel modelo gringo,

    No asesine más a la noticia.

    Cosas veremos

    Al iniciar hoy en el Senado de la República la discusión de la iniciativa priista que ya aprobó la Cámara de Diputados, para ampliar la presencia del Ejército en las calles en labores de seguridad pública hasta 2028, la atención se fijará en la Cámara Alta y muy específicamente en los amarres o desamarres que realice el todavía morenista Ricardo Monreal Ávila, presidente de la Junta de Coordinación Política, así como se sabrá si el legislador sinaloense, Mario Zamora Gastélum, seguirá los pasos de Alejandro Moreno Cárdenas, el dirigente más ruin que ha tenido el PRI, o le pondrá el sello de dignidad a su voto. ¿Podrán lograr que los soldados regresen a sus cuarteles en 2024, como estaba previsto originalmente?