Rafael Morgan Ríos
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En el mes de junio de 2018 publicó el Periódico Noroeste el artículo “Las generaciones de las crisis”, inspirado en comentarios de algunos empresarios y profesionistas que se quejaban de que, tanto sus abuelos como sus padres y ahora ellos mismos y tal vez también sus hijos mañana, les había tocado vivir y sufrir diferentes crisis y no habían podido gozar de tiempos tranquilos en los que les fuera posible vivir gracias a sus esfuerzos como ciudadanos y con un gobierno que buscara siempre el bien común.
En efecto, hay mucho de razón, pues el País lleva ya varios sexenios capeando temporales políticos, económicos y financieros; de desastres naturales, de violencia y de salud; de corrupción pública, de malas decisiones de nuestros gobernantes, de falta de atención a la salud, a la educación, al medio ambiente y al desarrollo en general. Se ha de concluir ante estas circunstancias que los tiempos de crisis son lo común y las épocas tranquilas son la excepción, por lo tanto, sociedad y gobierno deben saber o aprender a sortear crisis, a sobrevivir en la adversidad y a buscar el desarrollo aprovechando cualquier oportunidad que se vislumbre y a utilizar los recursos con que se cuenta, principalmente el recurso humano, único que puede maximizar los otros recursos, sean los físicos, los de organización, educación, innovación, investigación y de las nuevas tecnologías.
Sin embargo, una sociedad consciente de desarrollarse dentro de cualquier crisis, requiere que su gobierno actúe en consonancia, pues cada crisis requiere enfrentarse desde una perspectiva global, con la rapidez y prevención necesarias; buscando que los diferentes sectores se involucren y acepten las políticas y programas gubernamentales, sin divisiones ni exclusiones, sin enfoques personales o de beneficio de grupos particulares; es decir un gobierno que inspire confianza y seguridad; todo esto, sin descuidar la gobernabilidad en el diario accionar de un gobierno al servicio de la sociedad.
Un sexenio tan vilipendiado como el de Felipe Calderón enfrentó ocho crisis, que fueron atendidas con rapidez y decisión, dentro de ellas estuvo primero la crisis de salud del virus H1N1, supuestamente originado en México, que provocó problemas internacionales, desequilibrios en la economía; crisis de salud y pérdida de ingresos públicos y privados; sin embargo, el Gobierno federal tomó de inmediato medidas preventivas de aislamiento y de curación que contuvieron la dispersión de la enfermedad, y las autoridades de salud y laboratorios mexicanos lograron obtener pronto la vacuna, misma que fue puesta a disposición de la Organización Mundial de la Salud para su distribución internacional y ello, sin costo alguno.
En la misma forma, la recesión económica internacional de 2008-2009 que se originó en Estados Unidos, que afectó seriamente su economía arrastrando a toda Europa y América Latina y que en México ocasionó la caída del PIB a -6 por ciento. Ante esto, no hubo ninguna duda, se implantaron y financiaron políticas anticíclicas de inversión pública para crear empleos e ingresos, y que se afectara lo menos posible a la gente más necesitada. Ya para 2010, la economía creció 5 por ciento y a pesar de esa crisis internacional, el sexenio terminó con un PIB promedio cercano al 2 por ciento.
Al llegar al poder el Presidente Calderón se encontró con una violencia desatada y con los carteles de narcotraficantes infiltrados en casi todos los ámbitos gubernamentales, desde policías, ministerios públicos, jueces y gobiernos locales; además, tenían tomadas las zonas serranas para la siembra de mariguana, amapola y para laboratorios; los homicidios y desapariciones estaban a la orden del día, pero no había quien llevara la cuenta. Y cuando se empezó la contabilidad, no estaban claros los conceptos de “homicidios dolosos y culposos”, todos eran homicidios. La guerra de carteles ya existía pero dominaban dos o tres y el tráfico de drogas, armas, dinero y gente era lo común, pero con el agravante de que la sociedad lo toleraba, lo temía o lo aceptaba; muchos de los restos mortales que “las buscadoras” encuentran ahora, son los muertos y desaparecidos de años atrás producto de sus luchas internas. El Presidente Calderón enfrentó el problema y si bien se tardó en debilitar a las bandas, para el 2011 y 2012 ya se iniciaba el descenso de la delincuencia organizada.
Ahora bien, ¿cómo enfrentó Peña Nieto y cómo está enfrentando este nuevo gobierno las crisis que el País sufre? Lo veremos en la siguiente aportación, Dios mediante