"Gobernar con prudencia y mesura"

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@rodolfodiazf

En 1647, Baltasar Gracián publicó su Oráculo manual y el arte de la prudencia, en donde compendió 300 sentencias que ayudan a vivir en concordia. Sobre todo, dedicó estos aforismos a reyes y gobernantes, quienes deben hacer gala de sabiduría, buen juicio, atenta escucha, visión clara, reflexionada decisión, autocontrol emocional y mesura.

Es cierto que en algunos consejos Gracián concedió excesivas facultades a los gobernantes, como cuando recomendó: “Aprovecha a tu favor las necesidades de los demás; asegúrate de que dependan de ti y tus promesas”; o, también: “Busca siempre alguien a quien responsabilizar de tus faltas”.

Sin embargo, no pretendía justificar cualquier proceder o manejo o del gobernante, pues no buscaba el engaño sino evitar la ausencia de mando. Es decir, en una época surcada por graves problemas y crisis era fundamental que no hubiera vacíos de autoridad.

Muchos siglos antes, en su Ética a Nicómaco, Aristóteles señaló que la prudencia (phronésis) debe ser: a) una disposición habitual, no extraordinaria, b) acompañada de razonamiento, no irreflexiva, c) verdadera, no engañosa, d) práctica, sin perderse en especulaciones, y e) dirigida a los bienes humanos.

En la actual coyuntura política mexicana no es posible eludir ni olvidar actuar con prudencia. El gobernante debe aplicarla para saber dirigir y conducir; pero, sobre todo, para eficazmente unir.

No es posible que el Presidente esté continuamente alentando la división y confrontación con sus discursos populistas de separación entre liberales y conservadores, o chairos y fifís.

Asimismo, no demuestra prudencia política al descalificar a medios informativos -aun cuando sean tendenciosos-, como hizo con Reforma al llamarlo “pasquín inmundo”. Es cierto que otros presidentes fueron más intolerantes, recuérdese Echeverría contra Excélsior, pero no se debe olvidar que de esa represión nació el semanario Proceso.

¿Actúo con prudencia y mesura?