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Una mujer reclama a otra en las escalinatas de la Catedral de Culiacán, discuten por el “apartado” de un lugar en la fila para recibir alimentos y víveres. En pocos minutos se genera un tumulto que la autoridad municipal tarda en dispersar. Días después, en las inmediaciones de la capilla de Malverde, bajo la misma promesa de apoyos alimentarios, cientos caminan por la calle y se concentran afuera de la ermita verde.
En los dos casos los convocantes fueron ciudadanos bien intencionados, querían ayudar, compartir con las personas en necesidad. El gran problema es que para estas alturas de la pandemia, en la fase de contagio comunitario en la que nos encontramos, reunir a un grupo de personas se vuelve un acto irresponsable y sumamente peligroso. En Mazatlán las cosas fueron distintas, fue el propio Alcalde el convocante de una multitud a las afueras del Ayuntamiento. En múltiples videos se observó como las personas que buscaban un apoyo económico y una despensa entraron en conflicto y no respetaron la “sana distancia”.
A un par de semanas del decreto sanitario de restricción de actividades comerciales y productivas no esenciales, los datos de la Secretaría del Trabajo y las cámaras empresariales comienzan a encender las alarmas. En México se han perdido más de 350,000 fuentes de empleos formales, en Sinaloa van más de 6,000 y se espera que en las próximas semanas la desocupación crezca con mayor rapidez que el número de contagios de virus.
Cientos de miles de familias quedarán en el desamparo en medio de crisis sanitaria, sin ingresos y sin movilidad. El gobierno ya anunció planes de contingencia pero a la luz de la evidencia, estos quedarán cortos. Será necesario despertar el espíritu altruista y generoso en la parte de la población menos afectada, en los que al menos tendrán algo que compartir. Pronto deberá despertar el México bondadoso que mueve los corazones que se hermanan en la tragedia.
Lo hemos hecho antes y estoy seguro lo haremos cuantas veces sea necesario. Así en terremotos, huracanes, inundaciones y por supuesto ante esta enfermedad global. No nos detendrá el miedo para ayudar a nuestros hermanos en necesidad, que no están tan lejos como nos pudiéramos imaginar.
Pero aquí viene un punto muy importante, hoy a diferencia de las catástrofes anteriores, el apoyo comienza en los actos de generosidad responsable. Y esto es, ayudar sin romper las reglas de aislamiento social y evitando al máximo nuestra exposición, recordando la premisa básica de esta enfermedad que obliga a la menor movilidad posible. Sabiendo que alguien que cuida al máximo de su persona y su familia, contribuye mucho en la lucha contra la propagación de la enfermedad. Aun cuando el motivo para moverse tenga origen en el más noble y loable de los fines.
Existen un sinfín de organizaciones en las cuales podemos confiar, dar de corazón con la tranquilidad de que cada peso, enser o alimento que les entreguemos llegará a las manos correctas. Porque las organizaciones civiles y no gubernamentales tienen una experiencia probada en la atención de grupos vulnerables, porque la mayoría de ellas están lejos de las garras de los políticos oportunistas que no tardan en sacar raja de la tragedia y porque la mayoría de ellas son administradas por personas muy queridas y reconocidas en nuestra sociedad, que tienen una vida de lucha en su labor y porque forman parte del valor más puro que tiene nuestro colectivo social.
Por eso, el llamado si quieres aportar víveres o dinero para comprar despensa a personas con mucha necesidad, dónalo a Banco de Alimentos, a Cáritas, o la Casa del Migrante. Si quieres apoyar con ropa en buen estado y enseres para las familias de escasos recursos, o bien para apoyar directamente en la adquisición de insumos para personal de la salud, contáctate con Banco de Ropa y Enseres de Culiacán (BRED). Hay muchas organizaciones qué apoyar, investiga y busca aquella que consideres elementales. Estoy seguro que en el camino encontrarás algunas que no sabías de su existencia y cumplen con una noble labor en la cual tal vez te identifiques. No dejemos de ayudar, hagamos lo correcto, seamos generosos con nuestro amor, con nuestras oraciones, pero sobre todo con nuestras acciones. Luego le seguimos...