Nuestro régimen político tiene claridad para alcanzar sus metas, se ha planteado sacar del subdesarrollo a su pueblo y llevarlo a un nivel superior de progreso.

    ¿Qué es lo que hace grande a un pueblo? Sin duda, sus epopeyas, sus gestas históricas. También su riqueza cultural, que le otorga su plena identidad. Hoy vemos cómo el pueblo mexicano revindica en el tiempo presente su rica tradición de ser amante de la libertad y de los más altos valores patrióticos.

    A los nacidos en esta región los llena de orgullo su origen, que llevan grabado en su corazón. Cuando, por alguna circunstancia del destino, incursionan en el mundo, ser sinaloense es un timbre de orgullo. A donde quiera que se vaya se ha de honrar nuestro origen y nuestra nacionalidad, porque estamos convencidos de que como México no hay dos. El mexicano es un ser siempre presto a honrar sus raíces, proyectando en el mundo una imagen positiva de lo mexicano, tanto en su música como en su rica cultura. Los ciudadanos de este país son solidarios y muy fraternos con sus semejantes, características que los distingue. Además de alegres y amables, como son apreciados en el mundo entero, su laboriosidad y creatividad son reconocidas en el campo laboral, aún allende las fronteras. De estas virtudes de nuestra raza hay infinidad de testimonios. Esta rica tradición debe enaltecerse, más hoy que contamos con un régimen unido al pueblo, que lucha con entusiasmo por alcanzar un progreso que arrope a todos los estratos sociales: esa es la meta del gobierno que preside la vida pública del país.

    Nuestro régimen político tiene claridad para alcanzar sus metas, se ha planteado sacar del subdesarrollo a su pueblo y llevarlo a un nivel superior de progreso. Hay seguridad en lo que se ha trazado, no se trata de utopías, se cuenta con los elementos para lograr llevar al pueblo a estadios superiores de bienestar, se camina por una ruta segura de alcanzar sus objetivos, no hay nada que enturbie lo planeado.

    Otro tema que preocupa a la humanidad es el genocidio que el gobierno de Israel comete contra el pueblo palestino. Desde el siete de octubre del año pasado hasta la fecha no ha habido un día en que el pueblo palestino no reciba en su territorio un bombardeo infame por parte del ejército israelí, asesinando hasta la fecha a más de 900 palestinos, en su mayoría niños. Se trata de un genocidio que no tiene nombre. Desgraciadamente para nada han servido los llamados de paz, para que Israel detenga la agresión contra los palestinos. Esa infame guerra cuya crueldad no tiene nombre debe cesar y la presión mundial de los pueblos debe detener esa cruenta agresión por parte de la derecha sionista. El mundo se ha manifestado en contra del genocidio y que impere la paz, esa es la demanda que se extiende por todos los continentes. Es inconcebible un genocidio de las dimensiones que presenciamos diariamente contra el pueblo palestino, no se concibe que haya un lugar en el mundo tan martirizado y que sea atacado de la manera más infame y cruel como lo vemos en Palestina. Esperemos que la Organización de las Naciones Unidas tome medidas para detener ese martirologio, que avergüenza a los pueblos civilizados y que cuanto antes terminen esas aberrantes agresiones contra el pueblo palestino.

    En la región seguimos con la escasez de aguaceros fuertes y las presas siguen sin captar grandes volúmenes del preciado líquido, tan necesario para la ganadería y la agricultura, renglones fundamentales en la economía de la entidad. Esperamos que con la temporada de lluvias contemos con buenos volúmenes de agua, que permitan aumentar los niveles de captación y almacenamiento óptimo de las presas con que cuenta el estado. Los sinaloenses somos afortunados con la naturaleza que tenemos, con las pródigas tierras y los numerosos ríos que bañan nuestros campos. Estamos seguros que la temporada de lluvias permitirá resolver la actual escasez de agua y que habrá niveles óptimos de agua en las presas del estado, para que Sinaloa cumpla a cabalidad con su encomienda de ser granero y productor de alimentos de los mexicanos.

    Ante la eventual escasez del agua siempre, a última hora, recibimos el agua suficiente para resolver la falta del vital líquido y, hasta la fecha, no se recuerdo que por falta de agua se haya generado una crisis insalvable en la agricultura y la ganadería, dos rubros prioritarios de la producción en la entidad.

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    lqteran@yahoo.com.mx

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