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"Éthos"

"Filosofía de la adversidad"

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    rfonseca@noroeste.com
    @rodolfodiazf

    A todos nos gusta la comodidad, lo cual no quiere decir que seamos comodinos. Sin embargo, nos apetece estar tranquilos y sentirnos a gusto, sin pasar incomodidades o amargos tragos.

    No obstante, si siempre estuviéramos cómodos no progresaríamos; es necesario sufrir incomodidades o adversidades para potenciar nuestro crecimiento y desarrollo.

    Desgraciadamente, es común que cataloguemos las adversidades como algo negativo, en lugar de comprender que esas espinas o aristas son las que nos permiten avanzar en nuestro camino. Cuando el sendero es liso resulta relativamente fácil resbalarse, en cambio cuando hay bordes o protuberancias podemos asirnos para escalar escarpados riscos. El escritor francés Joseph Ernest Renan asentó: “Los golpes de la adversidad son muy amargos, pero nunca son estériles”.

    En el diálogo que sostuvo el filósofo budista Daisaku Ikeda con Lou Marinoff, recogido en el libro El filósofo interior, sostuvo: “La comodidad y la indolencia no se llevan bien con las grandes preguntas. Por el contrario, los interrogantes que dan profundidad a nuestra vida son los que surgen cuando ponemos el pecho a las dificultades en lugar de esquivarlas... El fuego de la sabiduría solo se puede encender con los leños de las aflicciones humanas”.

    Ikeda recordó que nadie vive exento de problemas y, citando a Víctor Hugo, expresó: “Hasta la vida del más próspero tiene, en verdad, más días de tristeza que de alegría; por eso, tenemos afinidad con los cielos nublados”.

    Marinoff señaló que la adversidad nos capacita para superarnos y comprender a los demás: “Las personas pueden alcanzar los mejores resultados en las peores circunstancias, pero pueden volverse consentidas y negligentes en condiciones favorables. Entonces se hacen insensibles al sufrimiento de los demás, cosa que a su vez limita su potencial para el crecimiento espiritual”.

    ¿Asimilo la filosofía de la adversidad?