En su libro: “El hombre light”, Enrique Rojas, sostuvo que el ser humano contemporáneo no encuentra su esencia y, por eso, no puede ser feliz, ya que persigue sustitutos de felicidad: “Es una sociedad, en cierta medida, que está enferma, de la cual emerge el hombre light, un sujeto que lleva por bandera una tetralogía nihilista: hedonismo-consumismo-permisividad-relatividad. Todos ellos enhebrados por el materialismo”.
Rojas precisó que estas inconsistencias impiden la auténtica felicidad. En la sociedad actual se vive y actúa con amplia permisividad, como si no existieran límites; sin valores y virtudes que se respeten.
Además, vivimos en un aura de exagerado relativismo. No hay valores centrales que rijan la vida, todo depende del enfoque que cada quien confiera a sus acciones. El hombre actual es amoral; ni siquiera inmoral, porque la inmoralidad contradice a unos parámetros; en cambio, la amoralidad se vive cuando ni estas reglas se observan o existen.
Asimismo, nos movemos en un convulsivo consumismo, pues vivimos en una cultura del exceso. Para sentir que es alguien, el hombre requiere bienes, riquezas y pertenencias. Estas ansias de poseer no tienen límites, pero tampoco se alcanzan a plenitud, de ahí que el ser humano se arrastre en una pendiente de depresión.
Por si fuera poco, el monstruo del capitalismo vuelve todo mensurable monetariamente; es decir, todo tiene precio, mientras que los valores espirituales y culturales son ignorados.
El hedonismo también desbanca cualquier valor trascendente. Se busca la recompensa inmediata, sin esfuerzo y con acrecentado placer. Por eso, Rojas concluyó: “El hombre light carece de referentes, tiene un gran vacío moral y no es feliz, aun teniendo materialmente casi todo”.
Estamos muy lejos de la definición de Gandhi: “La felicidad es cuando lo que piensas, lo que dices y lo que haces están en armonía”.
-
rfonseca@noroeste.com
rodifo54@hotmail.com