Hay fake news peores que otras definitivamente. Y hay momentos peores que otros para propagarlas. Ahora mismo es un muy, muy mal momento.
El momento es una alerta epidemiológica que ha azotado China y que ha salido de sus fronteras para aparecer en más de 20 países. Este es un bicho extraordinario en su capacidad para infectar y esconder su presencia; es difícil de reconocer y más difícil de contener. En los últimos 20 años hemos tenido eventos similares (SARS, 2003; fiebre porcina, 2009; gripe aviar, 2013) pero este es mucho más peligroso y las medidas sin precedente para contenerlo nos dan idea. Sólo tenemos una, y quiero decir UNA defensa contra este tipo de amenazas, y esa defensa es el conocimiento: la ciencia.
Tenemos varios miles de años de andar caminando por este mundo, recogiendo conocimiento y acumulándolo; primero de manera muy imperfecta y tentativa, y desde hace unos pocos cientos de años, de manera estructurada y eficiente. A este conocimiento mejor estructurado, revisado y compartido le llamamos ciencia moderna, y es el que nos ha permitido vencer enfermedades viejas, ir a lugares insospechados, mejorar la vida de miles de millones de seres humanos.
Pero tenemos viejos vicios, nos gusta mucho el pensamiento mágico y los milagros; es entendible, pero es también peligroso. En épocas normales comprar un jabón para atraer a la persona amada quizá no cause mucho daño, pero en estos momentos de alarma seria, que salgan mercachifles a decir que contra el coronavirus se puede usar la homeopatía o soluciones minerales, o que la infección se puede prevenir con jengibre y orégano, es de una irresponsabilidad y una falta de ética bestiales. Estamos ante un virus mutante, con características nuevas, que debe ser analizado y luego pasar por el proceso típico de pruebas clínicas para poder generar una vacuna, lo que tardará como mínimo un año en estar lista para uso humano.
Si quiere seguir usando el jabón de las Nueve Hierbas del Indio, hágalo por su olor, pero no porque le vaya a curar de nada. Tenemos un gran tesoro de conocimiento que hemos acumulado por milenios con muchísimo esfuerzo y sufrimiento, y hay ciento de miles de científicos e investigadores que dedican sus vidas enteras a refinarlo y aplicarlo. Confiemos en ellos: confiemos en nuestras mejores mentes, que ya antes nos han sacado de estos trances.
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El autor es académico ExaTec y asesor de negocios internacionales radicado en China
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