Ética de
la guerra

    Las consecuencias de las guerras son siempre tremendas, no solamente en muertes (en la Primera Guerra Mundial hubo 10 millones de muertos y en la Segunda 60), sino en todas las consecuencias que se derivan de ellas: políticas, económicas, familiares, sanitarias, psicológicas, sociales, geográficas, culturales... Sí, la guerra se cierne sobre todos los frentes con abominables repercusiones.

    El 26 de febrero de 1991, Norberto Bobbio escribió un artículo titulado “Ética de la guerra”, en el periódico El País, acerca de la Guerra del Golfo que estaba por llegar a su fin (2 de agosto de 1990-28 de febrero de 1991).

    Cuestionó: “Antes de que estallara la guerra la pregunta ritual era: ¿Se puede hacer esta guerra?, y poder no significaba ser posible, sino ser lícito. Espero que se me consienta, ahora que la guerra se acerca a su conclusión, hacer otra pregunta, aunque pueda parecer intempestiva: Esta guerra, admitiendo que se pudiera hacer, ¿se debía hacer?”.

    Estas preguntas cobran actualidad con base en las acciones bélicas emprendidas por Rusia contra Ucrania. Como aseguró Bobbio, es necesario enarbolar una ética de la responsabilidad: “En el caso de un acontecimiento como la guerra, que se hace cada vez más terrible -y por ello mismo debe considerarse excepcional-, la ética de la responsabilidad exige que antes de ponerla en marcha se valoren, con la máxima seriedad, todas las posibles consecuencias”.

    En efecto, las consecuencias de las guerras son siempre tremendas, no solamente en muertes (en la Primera Guerra Mundial hubo 10 millones de muertos y en la Segunda 60), sino en todas las consecuencias que se derivan de ellas: políticas, económicas, familiares, sanitarias, psicológicas, sociales, geográficas, culturales.

    Sí, la guerra se cierne sobre todos los frentes con abominables repercusiones. Por eso, muchos jefes políticos, incluyendo al Papa, han levantado su voz para pedir un alto a la violencia.

    Culturalmente, ya se resienten los estragos. La soprano rusa Anna Netrebko, quien también tiene nacionalidad austriaca y reside en Viena, comunicó: “Tras una reflexión profunda he tomado la muy difícil decisión de retirarme por ahora de la vida de los conciertos”.

    ¿Cuál es mi postura ética?