La secrecía de las reuniones en el Congreso del Estado, el juicio político contra el Alcalde de Culiacán y el acotamiento administrativo del Secretario de Salud y su eventual salida del gobierno es una estrategia regresiva que tiene como objetivo todo el poder en el estado

    Al Gobernador Rubén Rocha Moya le salió la vena grilla uaseña. Interfiere abiertamente en la dinámica del Congreso del Estado para que los diputados del PAS se sometan a la directriz de juicio político contra Jesús Estrada Ferreiro, Alcalde de Culiacán, so riesgo de que si no lo hacen no sólo se rompe la alianza legislativa sino que alcance a su líder moral que cualquier día podría pedírsele la renuncia al cargo de Secretario de Salud.

    Aclaremos un poco los términos antes de continuar. Las alianzas en democracias parlamentarias son para formar gobiernos estables no para ejercicios de sumisión. Recordemos que el Poder Ejecutivo es resultado de los arreglos parlamentarios, la constitución de mayorías uni o pluripartidaria, bajo un eje programático de izquierdas o derechas, incluso mezclas, con tal de garantizar la gobernabilidad en el tiempo que dura la legislatura.

    Muy distintas, son las alianzas legislativas formales en democracias presidencialistas, que son muy raras lo que no significa que no las haya informalmente mediante el otorgamiento frecuentemente bajo la mesa de incentivos políticos o económicos, pero la regla es la informalidad, de manera que como lo hemos visto en los llamados gobiernos de alternancia se forman coaliciones electorales que no son coaliciones de gobierno.

    Este diseño institucional está pensado para que quien gana la elección constitucional gane todo y el gobernante electo ponga en los cargos de gobierno a quienes le apoyaron para alcanzar el triunfo constituyéndose así una constelación de colores e intereses.

    Es lo que tenemos hoy, en el llamado gobierno sinaloense de la 4T, que es un tuti fruti, un arcoíris, donde coinciden ex panistas con ex guerrilleros, ex priistas con comunistas, ex perredistas con evangélicos, pasistas con uaseños anti cuenistas y una pléyade, de oportunistas, que se han subido con su banderita al carro del proyecto de transformación.

    Este tipo de gobierno de concentración son un verdadero galimatías político que no se le puede llamar rigurosamente gobierno de coalición y eso explica, la desesperación del Gobernador y su grupo compacto, por hacerse a las buenas o las malas, de todo el poder en el estado trastocando el propio sentido de la votación del verano pasado que llevaba el mensaje de “manténganse unidos por el bien de todos”.

    Veamos: Ciertamente a Morena y el PAS, les benefició el tsunami obradorista y arrasaron en todo el estado dejando una meliflua oposición en los municipios y el Congreso del Estado y unidas estas formaciones estaban llamadas a ser un gobierno duradero y fuerte, invencibles, dijeron algunos.

    Pero, más allá, de las estrategias individuales que serán siempre normales en un sistema de partidos aparecieron tácticas desleales del gobernador que buscaba minar a su aliado electoral, reducirlo a su mínima expresión, a través de la promoción de renuncias de alcaldes y diputados que ganaron con las siglas del PAS y la suma a la membrecía de Morena que esta semana alcanzó al Alcalde de Concordia quien ganó la Presidencia Municipal, recordemos, gracias a la intervención abierta de un grupo criminal que bajo y neutralizó a candidatos de la alianza ¡Va por Sinaloa! - lo del affaire de Mazatlán, se cuece aparte, pero no estuvo ausente el apoyo del Gobernador al Alcalde mazatleco.

    Ciertamente la política no está en manos de hermanitas de la caridad y puede salir lo mejor, o lo peor, de cada ser humano incursionando en esas lides del poder, la decencia, al menos para los mexicanos, no es un valor extendido, pues se impone más fácilmente la canallada bajo el ropaje leguleyo y la ruptura de acuerdos tácitos entre las jefaturas políticas.

    Entonces, lo que estamos presenciando en el transfuguismo partidista, la secrecía de las reuniones en el Congreso del Estado, el juicio político contra el Alcalde de Culiacán y el acotamiento administrativo del Secretario de Salud y su eventual salida del gobierno es una estrategia regresiva que tiene como objetivo todo el poder en el estado.

    Reducir a nada a la oposición, interna y externa, de manera que el grupo compacto que hoy se manifiesta en el tercer piso de gobierno pueda moverse a sus anchas en todo el estado para “realizar” esto que llaman la “Cuarta transformación” y eso, por su propia dinámica, hay que alertarlo, no se agota en las oposiciones, sino que tarde o temprano irá por otras áreas de la vida pública, entre ellos los periodistas y medios de comunicación críticos.

    Esta estrategia tiene a su favor a un segmento de la sociedad que sigue esperanzado en esa Cuarta Transformación que habría de llevar tortillas a las mesas de todos los sinaloenses y alimentar a un sinnúmero de golpeadores que están en las redes al acecho de todo aquel que se atreva a cuestionar a su Presidente, al Gobernador o Alcalde morenista, para vapulearlo con todos los calificativos y etiquetas que se les puedan ocurrir o la simple repetición de la letanía de esta semana de “traidores a la patria”.

    Pero, esto que es una derivación o una perversión, no una edificación democrática, capaz de convertir los votos de junio pasado en un proyecto político generoso y de convivencia en la diversidad, es simple y llanamente grilla, para construir una “democracia” a imagen y semejanza del grupo compacto del tercer piso de gobierno.

    Ahora bien, habrá que esperar las reacciones que puedan provocar estos u otros actores políticos en capilla, la política no se acaba en Culiacán y los políticos son como cualquier otra persona, con sus humores y rencores, y esto ocurrirá cuando tenga que ocurrir, y lo único claro es que el perdedor será Sinaloa que estará convertida en una moneda de cambio y rencillas con vistas a la sucesión presidencial de 2024.

    En definitiva, Sinaloa vive prematuramente un choque entre Morena y sus otrora correligionarios y aliados, la oferta electoral que estimuló la participación de la mayoría de los electores se ha ido desvaneciendo como las pintadas sobre muros que llamaban a votar por la fórmula Morena-PAS, y solo le sobreviven fuertes, los programas de asistencia social, pero, el resto, sigue siendo un incumplido que no nos merecemos los sinaloenses con estas estrategias rupturistas.

    Al tiempo.