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Se empiezan a sentir los efectos de las personas aspirantes a participar en los comicios del 6 de junio del próximo año, donde habrán de elegirse 15 gubernaturas estatales y 500 legisladores, el total de integrantes de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, además de un buen número de presidentes municipales. Como se aprecia, es importante lo que se va a someter a escrutinio por parte de los ciudadanos.
Existe una oposición al actual régimen, muy exacerbada pero muy débil a la vez; lo que la coloca en condiciones poco factibles para competir con el partido en el poder, no cuenta con simpatía entre los ciudadanos suficiente para que se produzca una contienda competitiva, su pasado inmediato la pone en condiciones de mucha vulnerabilidad frente a los electores. La corrupción de gobiernos en los que participaron los dejó muy vulnerables y ahora enfrentan el rechazo del electorado, rechazo difícil de superar en el corto y aún largo plazo.
Lo anterior se desprende de mediciones ciudadanas realizadas en el territorio nacional, donde se ve claramente que la Oposición está imposibilitada para competir medianamente contra el partido en el poder. Además, pregona un discurso lleno de sofismas e infundios, que no tiene impacto en la ciudadanía.
El común de los ciudadanos está consciente sobre la situación del País, y no da crédito a las campañas de odio; los ciudadanos confían en hechos que vienen produciendo cambios en muchos aspectos, los ven con simpatía porque les augura satisfactores ciertos, y los denuestos carentes de sustento y sin argumentos no cuentan en la mente de la ciudadanía.
Además, los gobiernos del pasado, junto con sus partidos políticos, están marcados por la corrupción a niveles nunca vistos y las pruebas sobran, empezando por los personajes de esos gobiernos que ahora están presos en el país y en el extranjero por casos de corrupción innegables; entonces, frente a esa apabullante realidad, imposible que los ciudadanos apoyen a los políticos de esos partidos. Los ciudadanos no son masoquistas.
El futuro de México es claro, los ciudadanos no van a desperdiciar su sufragio, lo van a utilizar para garantizar que sus votos fortalezcan la transformación del País, teniendo como eje central el rescate a los más débiles y consolidar el bienestar de toda la sociedad, esa es la premisa que se persigue por el bien de los pobres.
Esa premisa no es una frase, tiene un hondo contenido en la realidad, nunca habíamos visto tanto dinamismo del Gobierno como en el presente, eso se nota y repercute en el ánimo de la gente; de ahí su decidido apoyo al gobierno de la Cuarta Transformación; si no fuera así, si viera que se está gobernando igual que en el pasado no estaría apoyando con tanto entusiasmo al gobierno del cambio verdadero.
Por eso está tan desesperada la Oposición, que desarrolla constantemente campañas llenas de odio contra el régimen, inventando los peores denuestos, pensando que por ese medio lo van a debilitar; olvidan que la ciudadanía despertó y sabe muy bien discernir lo que a sus intereses conviene y lo que vendría a afectarlos; eso lo tiene claro y decide a favor de quienes responden a su aspiración de una vida mejor, de la misma manera rechaza lo que no le conviene de manera rotunda.
En los comicios del próximo año no debe quedar ninguna duda de la legalidad de la elección, por eso es importante que el voto cuente y se cuente bien, con la mayor transparencia posible, que la ciudadanía quede completamente satisfecha con la elección, en eso están empeñados los ciudadanos, incluso presionando a aquellos funcionarios del INE que aún sienten nostalgia por el viejo régimen. Los electores están muy atentos y no permitirán las clásicas marranadas electorales de los partidos tradicionales, máxime que ahora los fraudes electorales se han tipificado como delitos graves.
La larga lucha por el establecimiento de la democracia en el País tendrá una gran jornada histórica en 2021, y quedará de manifiesto que la democracia ha llegado para quedarse en la vida de los mexicanos.