Los muy “aguantadores” lectores de esta columna mencionan muchos otros rezagos y retrocesos que heredó López Obrador a su alumna Claudia Sheinbaum, algunos de los cuales son ya “crisis” más que como problemas:
1. La inseguridad es ya una auténtica crisis social y de gobernabilidad; se ha perdido control simultáneamente en Sinaloa, Guerrero, Chiapas, Veracruz, Morelos y Michoacán. Nada más para darse una idea, la ONU denunció que, en Gaza, con la guerra entre Israel, los palestinos, Líbano e Irán, con armas de destrucción masiva, ya se contaban mil 200 muertos en un año, pero en México se tienen 30 mil por año.
2. Las finanzas públicas y la economía tendrían que verse prácticamente como una crisis: El déficit público aprobado para 2024, será un 5.9 por ciento del PIB, o sea el exceso del gasto sobre los ingresos del gobierno y este sexenio acumuló más de 20 por ciento de déficit, es decir, se excedió en 3 billones de pesos más que en el sexenio de Peña Nieto; este déficit se sumó a la deuda pública nacional que asciende ya a 16.6 billones de pesos, casi 2 billones de pesos más que como la dejó Peña Nieto.
Además, AMLO permitió que la carestía subiera en su sexenio un 33 por ciento, esto es, 7 por ciento más que Peña Nieto y 6 por ciento más que Felipe Calderón, en tal forma que pensiones y salarios se vieron muy reducidos en su capacidad de compra, además, el empleo informal es más del 54 por ciento del total de los empleos en el País, informalidad que no otorga derechos de seguridad social, Infonavit y otras prestaciones a los trabajadores.
Con estos números, además de que “ya no hay mucha tela de dónde cortar” para incrementar los ingresos públicos, pues los grandes contribuyentes han sido ya muy castigados, pero se habla de eliminar las deducciones fiscales a las empresas y a los trabajadores.
3. Otra lanza que tiene clavada la economía nacional es el problemón de Pemex:
- Lo más grave y exigente es la deuda de Pemex que anda en alrededor de 100 mil millones de dólares y su costo en intereses, por la que se paga cuando menos un 3 por ciento anual, es decir, 3 mil millones de dólares o sea alrededor de 54 mil millones de pesos al año.
Aunque se ha gozado de un magnífico precio del petróleo, que ha oscilado entre 55 y 70 dólares el barril, Pemex no lo ha aprovechado, pues no ha podido aumentar la producción de crudo que este año apenas llegará a un millón, 520 mil barriles diarios, es decir, la caída en la producción ha sido de 16.2 por ciento, un promedio de 300 mil barriles diarios que valdrían más de 15 millones de dólares diarios o sea más de 5 mil millones de dólares al año.
- A pesar de que en la producción y explotación de crudo se gana dinero, el área de refinación, que padece de falta de mantenimiento y equipo obsoleto, tuvo pérdidas acumuladas por más de 600 mil millones de pesos en el sexenio, a pesar de que el Gobierno la subsidió con 145 mil millones de pesos, según información del Instituto Mexicano por la Competitividad con datos de Pemex.
- Otro cáncer que padece Pemex es la tragedia del llamado “huachicol”, esto es, el robo de combustible, ya sea porque le perforan los ductos, le roban las “pipas” o le ordeñan en sus instalaciones. El Presidente López Obrador declaró en su Sexto Informe de gobierno que “logramos controlar al huachicol, ahorrándonos más de 300 mil millones de pesos”, sin embargo, según la Plataforma Nacional de Transparencia, de enero a julio de cada año se reportaron 44 mil 800 tomas clandestinas, o sea 6 mil 400 tomas mensuales. Este delito se complica con la intervención de los grupos criminales que lo han tomado como una más de sus actividades, además de las complicidades del propio personal de Pemex.
- Súmese a lo anterior que las refinerías de Pemex trabajan al 50 por ciento de su capacidad y que el 30 por ciento de lo que producen es combustóleo, que prácticamente no tiene mercado y que su precio a la venta es bajísimo. Este sexenio poco se hizo por mejorar la operación de las refinerías, excepto la costosa construcción de Dos Bocas, que todavía tardará hasta 2025 para producir.
- Este gobierno no ha sido capaz de controlar el mercado nacional de gasolina y diesel, pues se ha tenido que importar el 60 por ciento del consumo interno, es decir casi 600 mil barriles diarios, y además, una parte de la venta nacional de gasolina es de procedencia del “huachicol”; y agréguese que México tiene que importar más del 70 por ciento del gas que se consume en el País.
Lo dicho, un retroceso y fracaso nacional.
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