Entre notarios te veas

EN TRIBUNALES

    La función notarial tiene como principal objetivo garantizar el derecho fundamental de “seguridad jurídica” contenido en el artículo 14 de la Constitución General.

    De ahí la importancia de que aquellos a quienes les sea encomendada, cumplan esencialmente con dos requisitos: 1) Deben tener capacidades legales de excelencia y; 2) Deben tener altísimos valores.

    Cuando empecé a estudiar para abogado, allá por 1978, tuve la enorme fortuna de entrar a trabajar con el Licenciado Raúl Ignacio Carreón Cornejo, quien sin duda alguna llenó ampliamente los dos requisitos a que me refiero.

    Con el paso del tiempo tuve la suerte de conocer a otros excelentes notarios, como el Decano de los notarios en Mazatlán, el Doctor Octavio Rivera Fárber, a mi maestro Alfonso Schmidt Zazueta, a Guilebaldo Flores Tirado, a mi querido compadre Jesús Alberto Humarán Castellanos y a Raúl Ignacio Carreón Álvarez, entre otros, a quienes aprecio y admiro por su ejemplar desempeño en la función notarial.

    De 1978 a la fecha se han incorporado a la función notarial otros abogados, algunos excelentes técnicamente hablando y que también se conducen de acuerdo con altos valores personales y profesionales, como el Doctor Fernando García Sais.

    Todos los mencionados (y algunos otros que no menciono para no alargar mi colaboración) le dan lucimiento a la función notarial y mantienen altos estándares de desempeño profesional y personal. Digamos que son más los notarios buenos que los notarios malos o al menos, lo eran antes de las últimas notarías que dieron.

    Pero, al modo, los gobernadores también han “regalado” notarías a abogados que no cumplen ninguno de los dos requisitos a que me refiero.

    Es más, han regalado notarías a quienes ni siquiera podían haber presentado el examen para aspirante y menos recibir su fiat de notario, por encontrarse en clara violación a los requisitos que marca la Ley del Notariado.

    Sus pares y los que de alguna manera nos relacionamos profesionalmente con ellos, sabemos que algunos de los notarios actuales, son flojos, son descuidados, son deshonestos, no tienen el menor conocimiento del derecho notarial y, lo peor, son unos mercenarios y lo único que buscan es el lucimiento personal y ganar dinero a toda costa.

    No les importa desprestigiar a su gremio, ni robarles clientes y piratearles personal a sus colegas, utilizando tácticas francamente corrientes y poco éticas.

    Estos notarios que avergüenzan a sus colegas y deberían ser expulsados de los Colegios correspondientes por acorrientar la función notarial, utilizan tácticas dignas de los mercaderes de los tianguis populares.

    Ofrecen “moches” a trabajadores y gestores del Infonavit, a trabajadores de los bancos, a agentes de bienes raíces y a quien tengan que ofrecerlos, para que les “consigan” trabajo.

    Ofrecen “descuentos” sobre las cotizaciones de honorarios que otros notarios hicieron a sus clientes con tal de “robárselos”, sin importarles que la cotización sea justa y razonable y se encuentre dentro del arancel autorizado por la Ley del Notariado.

    Se ponen al servicio, como viles empleados, de empresarios que los tratan obviamente con menosprecio, todo con tal de que les den algunas migajas de sus negocios y puedan pagar la renta de sus oficinas.

    Se piratean escrituras públicas que preparan otros notarios sobre asuntos notariales que no son capaces de entender y menos de redactar con el debido y cuidadoso asesoramiento a sus clientes.

    En fin, la lista de conductas ilegales y poco éticas es bastante larga pero no lo voy a aburrir con todas. Con las que le acabo de decir tiene ya una idea muy clara de a que me refiero.

    Y se preguntará usted qué se puede hacer para que esos notarios chafas y mal preparados no sigan dañando a quienes contratan sus servicios, dado el peligro que representa que redacten una escritura pública que después se venga abajo en tribunales por los errores y descuidos cometidos.

    Pues para eso existen los Colegios de Notarios que se supone están ahí para vigilar el desempeño profesional y ético de sus integrantes.

    Esos colegios pueden recibir quejas de cualquier ciudadano y de otros notarios, para que la Comisión de Honor y Justicia o como se le llame, investigue, dé oportunidad de defenderse al acusado y tome una decisión.

    Las quejas a que me refiero deben ser vistas y tratadas por los Colegios de Notarios como una oportunidad para garantizar la seguridad jurídica a que hice mención, y hacer lo necesario para que sean expulsados de la función notarial aquellos notarios que no merecen serlo, antes de que causen más daño al gremio de notarios, pero sobre todo a los ciudadanos que tengan la mala suerte de caer en sus manos.

    Tengo conocimiento que actualmente hay una queja presentada ante el Colegio de Notarios local, si es así, esperemos que aprovechen la oportunidad, y si las conductas denunciadas ameritan sancionar al acusado, que así lo hagan rápida y eficazmente.

    Igual, si el resultado de la investigación es que no hay nada que sancionar, que así lo digan y reconozcan, para proteger el desempeño profesional del denunciado.

    La ropa sucia se lava en casa. Esperemos que el Colegio de Notarios local la lave rápido y muy bien, antes de que tengan que lavarla en otros lados.