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"OBITER DICTUM"

"Engañar con curas milagrosas"

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ANTE NOTARIO

    @FGarciaSais

     

    Ahora que estamos cursando la Fase 2 de la epidemia del Covid-19 y que de acuerdo con expertos de la Organización Mundial de la Salud se trata de un virus altamente peligroso, mortal con potencialidad dañina sobre la población vulnerable (hipertensión, diabetes, asma, VIH, cáncer), los expertos han informado adecuadamente, lo que no ha sido captado por todos, las medidas básicas preventivas para evitar la dispersión del virus.

    La toma de decisiones racionales en épocas de crisis ante acontecimientos que nunca hemos vivido no es la regla general. No sabemos cómo reaccionar ante lo desconocido. Por eso, las acciones gubernamentales deben fortalecerse (a partir de la opinión de los científicos) y focalizarse para que todos, y por supuesto los más vulnerables, tomemos mejores decisiones.

    Para aprovecharse de la psicosis y de la angustia colectiva, en las redes sociales y en los servicios de comunicación de los teléfonos celulares comienzan a circular productos milagrosos que aseguran ser efectivos para eliminar todo tipo de virus y bacterias. Hay cremas antisépticas, jabones antisépticos, sanitizantes de superficies, sanitizantes para nebulización que aseguran que “ayudan a prevenir y controlar” todo tipo de virus. Evidentemente, hay quienes muerden el anzuelo y hacen sus pedidos.

    El daño al consumidor por la adquisición de productos de este tipo es inmenso. No sólo se produce una afectación a la economía de los consumidores, con su correspondiente impacto en la economía nacional, sino que el consumidor se confía de la supuesta eficacia del producto y lo incorpora por completo a su vida dejando de tomar las precauciones y medidas que los expertos sí recomiendan.

    Las autoridades con competencia en el tema, tanto económico como sanitario, están evidentemente superadas. Me refiero a Profeco y Cofepris. No sólo hoy durante la crisis sanitaria, sino que siempre lo han estado. De esta crisis aprenderemos que para vivir necesitamos consumir menos, solo lo esencial y que las instituciones están urgidas de un ingreso al taller mecánico.

    Las leyes federales prevén instrumentos efectivos para combatir al engaño publicitario: ordenar la suspensión de la difusión de la publicidad, sancionar a los anunciantes, incluso con multas económicas y hasta con un “10% de los ingresos brutos anuales del infractor obtenidos por la comercialización del bien o los bienes, productos o servicios contenidos en la publicidad respectiva, correspondiente al último ejercicio fiscal en que se haya cometido la infracción […]”.

    En vista de dicho contexto, lo único que queda es que los consumidores seamos más perspicaces y antes de darle clic y adquirir algún producto que se antoja milagroso, hacer alguna investigación y consultar a un experto. De entrada, si alguien dice que tiene la cura para determinada enfermedad, y es verdad, seguramente se enterará Usted por canales oficiales y no por un texto enviado a su celular. Seamos responsables.