Al retomar el tema de su catequesis de la audiencia del 6 de abril, orientada a enfatizar el jubileo por los enfermos y el mundo de la sanidad, el Papa Francisco subrayó: “la enfermedad es una de las pruebas más difíciles y duras de la vida, en la que percibimos nuestra fragilidad. Esta puede llegar a hacernos sentir como el pueblo en el exilio, o como la mujer del Evangelio, privados de esperanza en el futuro. Pero no es así. Incluso en estos momentos, Dios no nos deja solos y, si nos abandonamos en Él, precisamente allí donde nuestras fuerzas decaen, podemos experimentar el consuelo de su presencia”.
Añadió: “Queridos hermanos y hermanas enfermos, en este momento de mi vida comparto mucho con ustedes: la experiencia de la enfermedad, de sentirnos débiles, de depender de los demás para muchas cosas, de tener necesidad de apoyo. No es siempre fácil, pero es una escuela en la que aprendemos cada día a amar y a dejarnos amar, sin pretender y sin rechazar, sin lamentar y sin desesperar, agradecidos a Dios y a los hermanos por el bien que recibimos, abandonados y confiados en lo que todavía está por venir”.
Recordando las enseñanzas del Papa Benedicto XVI, en el número 38 de la Carta encíclica Spe salvi, señaló: “la grandeza de la humanidad está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento... una sociedad que no logra aceptar a los que sufren... es una sociedad cruel e inhumana”.
Asimismo, dirigiéndose a quienes procuran sanar la enfermedad, indicó: “Queridos médicos, enfermeros y miembros del personal sanitario, mientras atienden a sus pacientes, especialmente a los más frágiles, el Señor les ofrece la oportunidad de renovar continuamente su vida, nutriéndola de gratitud, de misericordia y de esperanza”.
¿Asimilo enfermedad y sufrimiento?