Encuentro transformador

ÉTHOS
01/04/2025 04:00
    La sed de Jesús no es solamente física, sino teológica y salvífica. Recordemos que en la cruz también exclamó que tenía sed, y le dieron hiel y vinagre. Pero, su sed no era de agua, sino de perdón y de salvación.

    Continuando con las reflexiones sobre el tema del encuentro, el Papa Francisco escogió el acercamiento que tuvo Jesús con una mujer samaritana, que narró el Apóstol Juan en el capítulo 4 de su Evangelio.

    Lo primero que resalta es la hora en que Jesús se acercó al pozo, esperando que la samaritana fuera con su cántaro a buscar agua: fue en pleno mediodía, a la hora de más calor. No era usual ir por agua a esa hora, tal vez la samaritana escogió ese momento para no toparse con personas incómodas que la juzgaran como pecadora.

    Tampoco era necesario que Jesús pasara por Samaria, yendo de Galilea hacia Judea; podía haber evitado la incomodidad de ser rechazado por la enemistad existente entre judíos y samaritanos. Sin embargo, para Él era necesario aquel encuentro, tanto que se animó a pedirle que le diera de beber. Con esta solicitud y debilidad, subrayó el Papa, Jesús evitó que la mujer se asustara y comenzó a interrogarla sobre su vida.

    La sed de Jesús no es solamente física, sino teológica y salvífica. Recordemos que en la cruz también exclamó que tenía sed, y le dieron hiel y vinagre. Pero, su sed no era de agua, sino de perdón y de salvación.

    Volviendo al diálogo con la samaritana, Jesús le pidió que llamara a su marido, pero ella dijo que no tenía. Efectivamente, le dijo Jesús, has tenido cinco y con el que vives ahora no es tu marido. Los cinco maridos y el actual hombre suman seis, que es número imperfecto; el siete significa plenitud, la cual llegó con el actual esposo (Jesús) que se une a la humanidad.

    Impresionada, la samaritana dejó su ánfora, la carga que llevaba, y corrió a anunciar el gozo del encuentro.

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