En violencia, sale Sinaloa de zona crítica
Verificable: realidad gana a percepción

OBSERVATORIO
    El rigor periodístico obliga a decir lo que es obvio. Ni el Gobernador ni nadie estaría conforme con los resultados obtenidos hasta hoy porque en cualquier sociedad que se precie de ser pacífica un solo asesinato da para mantener las alertas y movilizar al aparato público hacia mayor seguridad. Y también poner en el foco que existen otras secuelas delictivas que deben combatirse para aspirar a la tranquilidad completa y para todos.

    alexsicairos@hotmail.com

    Hace poco, en 2014, Sinaloa estaba dentro de los primeros cuatro lugares en cuanto a los estados más violentos de México considerando los delitos de homicidio doloso, secuestro, violación, lesiones dolosas, robo con violencia y extorsión. Ahora, con base a los ilícitos registrados en 2022 aparece entre los cinco con menores niveles de inseguridad, en el sitio 27, solamente superado por los buenos índices de paz que presentan Guerrero, Nayarit, Yucatán, Chiapas y Tlaxcala.

    El informe “La Violencia en los Municipios y las Entidades Federativas de México 2014”, dado a conocer en 2015 por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal, denotaba entonces que, con base a las averiguaciones previas en los delitos mencionados, a nivel estatal seguíamos en lo alto del ranking criminal donde Morelos ocupaba el primer lugar, Guerrero el segundo, Baja California el tercero y Sinaloa el cuarto. Como dato adicional, Culiacán tenía la novena posición como municipio más violento y la sexta en cuanto a número de homicidios.

    Vale la pena hacer el análisis año por año desde que en 2014, con un total de 986 homicidios dolosos, ocupábamos la cúspide de la tabla de la vergüenza, manteniéndonos igual en 2015 con 996 hechos, e iniciar la tendencia ascendente al final del gobierno de Mario López Valdez con el reporte de mil 162 asesinatos, comportamiento alcista que se sostuvo en los primeros dos años del mandato de Quirino Ordaz Coppel (mil 565 en 2017 y mil 123 en 2018) y a partir de allí comenzó el declive gradual de muertes violentas con 936 en 2019, 810 en 2020 y 645 en 2021.

    Sin embargo, para fines de mayor claridad en lo avanzado en cuestión de seguridad pública, es pertinente ir más atrás cuando en 2010 Sinaloa vivió el peor episodio de violencia por la ruptura al seno del Cártel de Sinaloa que confrontó a los hermanos Beltrán Leyva con Ismael “El Mayo” Zambada y Joaquín “El Chapo” Guzmán, los líderes tradicionales de la organización. La Gubernatura de Jesús Aguilar concluía en 2010 con 2 mil 250 homicidios dolosos. Y después, en el malovato, la espiral continuó con mil 906 víctimas letales en 2011, mil 468 en 2012 y mil 208 en 2013.

    Eso dicen los números sustentados en hechos reportados a las agencias del Ministerio Público de los 18 municipios, y que coinciden con los sucesos de violencia de alto impacto difundidos en los medios de comunicación. Revelan que Sinaloa lleva cinco años con mejores resultados que otros estados habitualmente golpeados por la acción delincuencial y que, en efecto, el recién concluido 2022 es el de menor aporte en tres décadas a los indicadores de homicidios dolosos, con 475 casos. Se le acercan el año 2000, con 497, el 2022 con 487 y el 2003 con 483.

    Entonces es verificable el estado de cosas que presenta el Gobernador Rubén Rocha Moya al defender que pese a acontecimientos de violencia que causan mucho desasosiego en la gente se sostiene el descenso en la incidencia de delitos de alto impacto, concretamente en homicidios dolosos. Y como este logro ocurrió en 2022, el primer año de gestión del Mandatario morenista, es de justicia atribuírselo a él, así como le hemos adjudicado las metas no alcanzadas.

    Tampoco debemos desestimar el contexto nacional que remarca el terror y la ingobernabilidad en otras regiones del País, la masacre en el penal de Ciudad Juárez, por referir un caso reciente, y el factor local que significa la supuesta confrontación entre los hijos de “El Chapo” y la gente de “El Mayo” que, según publicó la revista Proceso el 22 de agosto, habría hecho crisis en la zona limítrofe de Sonora y Baja California, detonando una guerra entre ambas facciones del Cártel de Sinaloa.

    El rigor periodístico obliga a decir lo que es obvio. Ni el Gobernador ni nadie estaría conforme con los resultados obtenidos hasta hoy porque en cualquier sociedad que se precie de ser pacífica un solo asesinato da para mantener las alertas y movilizar al aparato público hacia mayor seguridad. Y también poner en el foco que existen otras secuelas delictivas que deben combatirse para aspirar a la tranquilidad completa y para todos.

    Se acaba de dar la situación del fin de 2022 donde las muertes por violencia fueron menores a los fallecimientos derivados de percances de vialidad. Si esto tampoco da para presunciones sí apuntala la ruta en picada del fenómeno que más y por bastante tiempo ha preocupado: los homicidios dolosos. Tal coyuntura alentadora que abarca Navidad y Año Nuevo se vio eclipsada por los hechos terribles en los cuales un niño murió y otro resultó herido por balas perdidas.

    Cabe otra acotación para aclarar que se trata de cifras de sucesos delictivos que en conjunto prefiguran estados de cosas o de ánimos y que cada comunidad, familia e individuo traerán su propia sensación de sosiego o de miedo, según hayan vivido la cercanía o consumación de la agresión violenta. Las madres que buscan a sus hijos víctimas de desapariciones forzadas, las familias desplazadas de la sierra por la acción de grupos criminales, el hogar que sufrió el asalto a mano armada, o las mujeres que se sienten en peligro por los frecuentes ataques a las de su género, podrían alegar con todo el derecho que la inseguridad sigue igual.

    Reverso

    Serán buenas las tendencias,

    Pero a Sinaloa lo marca,

    Y sufre las consecuencias,

    De la saña de violencia narca.

    Estafeta verde olivo

    Sea cambio de rutina o movimiento estratégico en el tablero nacional de la seguridad pública, el nuevo comandante de la Novena Zona Militar, General de Brigada Diplomado de Estado Mayor Alfredo Salgado Vargas, significa la posibilidad de ser más ambiciosos en las estrategias coordinadas para la pacificación de Sinaloa. El nuevo mando castrense viene de la 42 Zona Militar de la caliente Chihuahua donde hizo labor para involucrar más a la población en comprensión y participación de las tareas del binomio Ejército-Policía contra los delitos. Por lo pronto, el Gobernador Rubén Rocha, acompañado por toda la estructura estatal que tiene que ver con la seguridad pública, le dio la bienvenida ayer.