En Sinaloa el narco busca alto impacto
Vocería: ajustar informes a la realidad

OBSERVATORIO
18/04/2025 04:02
    En ocasiones las respuestas de las autoridades preocupan más que los eventos delictivos en sí pues desde la semántica oficial emanan códigos de descoordinación o el manejo a situaciones tan delicadas se percibe superficial y deshumanizado.

    Por el exceso de alarde sobre los arsenales bélicos de los cuales aún dispone la delincuencia organizada, ostentación que fue evidente en el disparo de más de mil balas de grueso calibre contra la base de la Policía Municipal en el sector Los Huizaches de Culiacán, la Mesa de Coordinación para la Seguridad Pública en Sinaloa tendrá que dar respuestas operativas del mismo tamaño que la saña y ventaja que el crimen muestra en sus ataques a corporaciones y población civil. Inclusive, el discurso deberá virar a tratar los sucesos violentos tal cual son, sin matices.

    En ocasiones las respuestas de las autoridades preocupan más que los eventos delictivos en sí pues desde la semántica oficial emanan códigos de descoordinación o el manejo a situaciones tan delicadas se percibe superficial y deshumanizado. Una vez que los hampones esparcen muerte y terror, la ciudadanía voltea hacia el Gobierno tratando de hallar confianza y certeza en cuanto a la protección ofrecida. Es un error darle retórica sin que sea pasada antes por los filtros de la prudencia.

    La Vocería a cargo del Secretario General de Gobierno, Feliciano Castro, y de la periodista Verona Hernández, estaría emplazada a ajustar el manejo de la información según el desarrollo de la narcoguerra que continúa afectando a personas inocentes como es el caso del agente preventivo muerto y los dos policías y una mujer heridos en el ataque a instalaciones de la Dirección de Seguridad Pública y Tránsito Municipal en Los Huizaches.

    Al principio de la narcoguerra, la información aportada con puntualidad por la Secretaría de Seguridad Pública del Gobierno del Estado contribuía a que la población tomara decisiones de autoprotección a partir del conocimiento de la realidad; hoy la Vocería se dedica a contar los logros como las videocámaras ilícitas de videovigilancia aseguradas, los narcolaboratorios destruidos, los vehículos recuperados, los generadores de violencia aprehendidos y las armas que les quitan. Y está bien que lo haga, pero urge que empaten la realidad exitosa que presentan con la autenticidad que reporta la gente al hallarse en medio del fuego cruzado entre grupos del narcotráfico.

    O en todo caso plantear si el esquema de Vocería para temas de seguridad pública tendría que ser ajustado a cómo evoluciona la narcoguerra. Los choques entre criminales en lugares y horas inesperadas; el despojo de carros poniéndoles a particulares o familias la ametralladora en el pecho; los ciudadanos que abandonan el encierro creyendo que hay condiciones para hacerlo y mueren entre fuegos cruzados; los negocios que cierran ampliando la mancha de ciudad desierta. Todo esto indica que en vez de una conferencia de prensa diaria o cada tercer día, lo que importa es emitir alertas oportunas sobre las áreas urbanas y rurales en que se mueve la delincuencia y reducir los niveles de exposición de la población a la violencia.

    Seguramente en eso están los estrategas y equipos de inteligencia de las Bases de Operaciones Interinstitucionales. Aunque también tendrían que descifrar la advertencia que quiso enviar la célula delictiva que exageró al dejar huella de la capacidad para matar y fundamentalmente infundirle miedo a los habitantes de la zona en que ocurrió el atentado a la Policía y también a los culiacanenses sin distingos a través de las imágenes difundidas que muestran cómo les tatuaron demasiado plomo a fachadas de inmuebles y al pavimento.

    El sentido común, que suele ir más rápido que la capacidad de reacción de la fuerza pública, ve que alguno de los segmentos escindidos del antes compacto Cártel de Sinaloa persevera en plasmar la potencia de sus arsenales y sicarios y la dirige hacia el eslabón más débil de la seguridad que es la Policía Municipal. Tal vez no se trate de un ataque directo a la corporación en sí sino de la definición selectiva de objetivos de fuerte resonancia en medios y conversación colectiva.

    Y el problema sería mayor si el Ejército, Marina, Guardia Nacional y Policía Estatal Preventiva carecen del diagnóstico profundo de lo que sucede en Sinaloa, sobre todo en Culiacán y Mazatlán, donde los hechos de violencia exacerbada sí se han reducido pero los crímenes de alto impacto impiden que se asiente la percepción de paz, con eventos como el asesinato de nueve internos de un centro de rehabilitación, el uso de drones con explosivos para frenar operaciones de las BOI, la mujer que el miércoles murió al impactarle en la espalda una bala perdida, y la salvaje acometida contra un cuartel de la SSPyTM en la capital del estado.

    Reverso

    Los delincuentes mensajeros,

    Con sus crueldades evidentes,

    Son más eficaces voceros,

    De la muerte de inocentes.

    Sesteo, fe y tregua

    El flujo de vacacionistas a Mazatlán y Altata es la gran aportación ciudadana al esfuerzo por retomar la normalidad y destrabar lo bastante que está atorado después de siete meses de que Sinaloa es campo de batalla de dos segmentos del Cártel de Sinaloa que chocan incesantemente. Ponemos la tranquilidad a cargo de 14 mil elementos de las instituciones seguridad, socorro y auxilio, que se encuentran en 198 playas, ríos, y centros de recreación a los cuales se espera que lleguen alrededor de dos millones de vacacionistas. Por favor, no nos descuiden.