En Sinaloa, el crimen apunta a lo alto
Faustino, voz de auxilio a Sheinbaum
Cuando la delincuencia eleva de nivel los objetivos a atacar, alcanzando a personajes de alta trayectoria y liderazgo como es el caso de Faustino Hernández Álvarez, el dirigente de la Unión Ganadera Regional de Sinaloa asesinado ayer en Culiacán junto a un trabajador municipal, el Gobierno también está obligado a crecer la estrategia defensiva de los sinaloenses evitando la dispersión de mayor peligro contra la ciudadanía pacífica. Y aquí sí, bórrense las discordias de cualquier tipo, porque toda la capacidad de cohesión social debe operar para poner a salvo todo y a todos.
Al iniciar hoy el mandato de Claudia Sheinbaum Pardo, en cuanto le sea ceñida la banda presidencial debe dirigir la mayor fuerza de las instituciones del Estado hacia regiones que, como es el caso de Sinaloa desde Culiacán a Escuinapa, registran enfrentamientos entre células del narcotráfico que disputan territorios, rutas y mercados de las drogas, alterando la estabilidad política, económica y social. El ataque a Faustino es otro aviso a tiempo del salvajismo que viene y el tamaño de la respuesta oficial para evitarlo.
No por ser un personaje de larga trayectoria política y líder de un sector productivo sino por tratarse de un culiacanense más que cae por el fuego disparado por la delincuencia organizada durante tres semanas consecutivas, el asesinato de Faustino Hernández provoca que suene con mayor estruendo la alerta sobre la fragilidad de la tarea de protección ciudadana en el campo de la narcoguerra que vivimos.
Antes de que lleguen los estigmas que justifican a los victimarios e inmolan de nuevo al que recibió las balas cabe destacar que Faustino Hernández fue profesor e investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa, Director de Enlace de Sindicaturas y Regidor del Ayuntamiento de Culiacán, dirigente de de la Asociación Estatal de Usuarios de Riego, Liga de Comunidades Agrarias y Unión Ganadera Regional de Sinaloa. Dos veces Diputado del Congreso del Estado y candidato a la Alcaldía en 2021, también militó durante casi tres décadas en el Partido Revolucionario Institucional hasta que puso en pausa su coloración priista para efectuar la labor de acercamiento entre el sector agropecuario y el gobierno de Rubén Rocha Moya.
Es decir, la delincuencia apuntó a lo alto y ello arroja lamentables indicios de la realidad en la cual no basta la presencia de bastante Gobierno materializado en miles de militares, guardias nacionales y policías estatales, si los operativos carecen de labor de inteligencia que permita el control de situaciones que escalan al ras del terrorismo por el hallazgo de armamento antiaéreo, bloqueo de vías de comunicación y dispersión de pánico que sale a relucir conforme transcurre la jornada violenta que empezó el 9 de septiembre.
La prioridad que pone a la vista la muerte del líder ganadero consiste en partir desde la autenticidad evidente a la toma de decisiones del mismo calado que los alcances delincuenciales. Hay hechos que exhortan a revisar la estrategia gubernamental para los 22 días que se cumplen hoy de salvajismo por un lado, insuficiencia de la contraofensiva militar-policiaca por otro, y en medio la población atemorizada. No hay razón para el engaño cuando desde un hecho de alto impacto en particular trasluce la moraleja para el resto del tejido social.
Sin embargo, la lección que deriva del atentado contra el líder de los ganaderos lo es más para las fuerzas militares y policiacas desplegadas en las franjas media y sur de Sinaloa que requieren con obvia urgencia del regreso de la tranquilidad permanente, no más de coyunturas. El nuevo Gobierno federal no dispone de tiempo para desperdiciarlo en el aplazamiento de medidas drásticas o simulaciones donde todo está bien mientras el desastre alcanza a la pirámide de la constitucionalidad desde la base a la punta. Acabado el montaje de la sangre lavada con saliva presidencial hoy 1 de octubre nace la nueva ilusión por coexistir en paz.
La Presidenta Sheinbaum debe romper desde este primer día en el cargo el estado de negación que el Mandatario que se va, Andrés Manuel López Obrador, mantuvo durante seis años en lo relacionado con la violencia que bañó al País de sangre, plomo y lágrimas. Sinaloa deposita en ella la esperanza de que reponga las condiciones idóneas para el desempeño normal de los quehaceres ciudadanos legítimos y vuelva a fulgurar esta tierra por los productos, capacidades, hospitalidad e historia que seduzcan al mundo.
Por eso al protestar como procuradora del bien de la Nación a Sheinbaum le llega desde la tierra de los once ríos el llamado de auxilio amplificado por la inmolación de Faustino Hernández y la también muerte violenta de un hermano del ex Presidente Municipal de Elota, Ángel Geovani Escobar Manjarrez y del ex Diputado federal Germán Escobar Manjarrez. Es el grito que emite Sinaloa entero como luz de bengala lanzada en el océano inhóspito.
Debió percibir ayer, Presidenta,
Cómo el narco le pica la cresta,
En Sinaloa con la guerra cruenta,
En la víspera de rendir protesta.
Hoy será el turno de brillar de Feliciano Castro Meléndrez al asumir la Secretaría General de Gobierno, y ayer debió ser el día en que reluciera María Teresa Guerra Ochoa al instalarse la 65 Legislatura del Congreso del Estado en la cual la luchadora social es figura predominante por presidir la Junta de Coordinación Política. Debiera respetarse el Eclesiastés de la política donde hay tiempo para que uno resplandezca y hay tiempo para opacarse permitiendo que brille el camarada. Si hasta el sol que ilumina el día les concede a las estrellas el derecho a destellar de noche por qué no ser también parejos en la constelación del poder.
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