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¿Qué pensarías y harías si te vieras en medio de cualquiera de estas situaciones?:
1) De visita en casa de tu hermano, este te pide hacer una pausa en la conversación porque le dieron ganas de salirse al patio a fumarse un cigarro de mariguana.
2) Tu hija de 23 años llega a casa hablando de manera extraña; de inmediato la abordas con la siguiente pregunta: "¿vienes borracha o qué te pasa?". Sin muchos rodeos responde: "no estoy borracha, ando mariguana".
3) De camino a una carne asada, te detienes en una tienda de autoservicio a comprar unas cervezas; preguntas a tus acompañantes quién necesita comprar o llevar algo a la reunión, y uno de ellos te dice: "yo estoy bien; hoy no voy a tomar; últimamente la cerveza me empanzurra mucho, mejor me echo el churro que me traje".
4) Intentando extender una conversación contigo, el director de la empresa para la cual trabajas te suelta lo siguiente: "de vez en cuando, fumo mariguana".
5) En twitter ves un post del profesor de uno de tus hijos, festejando la aprobación del uso recreativo de la mariguana.
Aunque no lo veas frente a tus narices, el consumo de la mariguana es mucho más extendido y frecuente de lo que parece.
Según el World Drug Report 2020 de la ONU, "el consumo de droga ha ido en aumento en todo el mundo, tanto desde las cifras generales como de la proporción mundial que consume drogas. En 2009, la cifra estimada de 210 millones de consumidores representaba el 4.8 por ciento de la población mundial de 15 a 64 años, frente a 269 millones en 2018, o el 5.3 por ciento de la población".
Las diferencias en el aumento del consumo entre los países desarrollados y no desarrollados son marcadas, debido al crecimiento de la población, especialmente, la joven. "Los adolescentes y los adultos jóvenes representan la mayor proporción de las personas que consumen drogas. Ese grupo de edad aumentó en un 16 por ciento en los países en desarrollo en el período 2000-2018, mientras que en los países desarrollados se redujo en un 10 por ciento".
El poder adquisitivo del consumidor es un factor importante a tener en cuenta, sobretodo por los efectos que trae consigo el uso frecuente. A decir de la ONU, "la prevalencia en el consumo de drogas es mayor en los sectores más adinerados de la sociedad. No obstante, la transición del consumo a los trastornos por consumo de drogas es más prevalente en las personas de menor nivel socioeconómico. Los datos de varios países apuntan a la existencia de un vínculo entre los hábitos nocivos de consumo de drogas, los trastornos y los bajos ingresos. Esos hábitos parecerían ser menos comunes en los sectores más adinerados de la sociedad".
Este último dato que ofrece la ONU, no debe perderse de vista, especialmente en México, donde aproximadamente tres cuartas partes de sus habitantes se enfrentan a la vulnerabilidad que se deriva de la falta de ingresos suficientes, de ahí que la aprobación de los senadores del proyecto de decreto para autorizar el consumo recreativo de la mariguana tiene algunos pros y contras que, por ningún motivo, debemos descuidar. Me explico.
La modificación a la Ley General de Salud y del Código Penal para la regulación de la cannabis, permitirá que esta deje de producirse y venderse clandestinamente. La modificación del marco legal permitirá que la siembra, cosecha, transportación, almacenamiento, industrialización y venta se realicen en el marco de la ley, lo cual, resulta infinitamente mejor que hacerlo en la ilegalidad.
Asimismo, quien lo desee, podrá tener seis plantitas en casa para consumo personal. Nadie irá preso por portar lo que vaya a fumar, ni habrá necesidad de que los cárteles se despedacen entre sí en brechas y ciudades, ni mantengan en estado de sitio a comunidades que, muchas veces, son obligadas a dejar sus cultivos para dedicarse a cuidar los de mariguana. En ese sentido, la regulación busca tener más formas de control y evitar muertes de inocentes y encarcelamientos innecesarios.
Con relación a los riesgos, los senadores dispusieron que en un periodo no mayor a seis meses después de haber entrado en vigor la ley, se ponga en marcha un programa nacional para la prevención y tratamiento de las adicciones dirigido a niños y adolescentes, quienes son la población más vulnerable.
La operación de este programa, sin duda, es clave porque no debemos olvidar, como dice la Secretaría de Salud en su "Informe sobre la Situación de Consumo de Drogas en México y su Atención Integral en 2019", el 10.3 por ciento de los mexicanos ha consumido algún tipo de droga, es decir, alrededor de 13 millones de personas, de ahí que si solo fuera echarse un churro y sentarse a reír, la cosa resultaría irrelevante, pero, desafortunadamente, la cuestión no es así de simple.
A decir de la ONU, en 2018 murieron alrededor de 167 mil personas en el mundo a causa del consumo de drogas, de las cuales el 66 por ciento eran consumidores de cannabis y opiáceos. Un año antes en México se registraron 9 mil 723 muertes, de las cuales el 5.2 por ciento tuvo que ver con cuestiones asociadas a la mariguana.
Sobra decir que el tema debe mantenerse lo más lejos posible de la moralina rancia. La evidencia estadística revela que en México hay mucho entusiasta de la mota, con lo cual, lo más responsable es regular para manejar las cosas lo mejor posible.
El problema es que no existen las condiciones necesarias para que la nueva facilidad en el acceso no se convierta en un problema más grande del que ahora enfrenta el sistema de salud pública; no debemos dejar de lado que la mariguana, para quien no puede manejarla, resulta ser una droga "puente" o "trampolín" del cual resulta muy fácil saltar a las duras.
Con todo, el paso dado por el Senado parece ser más positivo que negativo. Falta por ver cómo despachan el asunto los diputados y, a partir de ahí, en medio de las posadas, se vendrá la urgencia de articular la serie de regulaciones legales, judiciales y sanitarias para que, al igual que el alcohol, el consumo de la mariguana deje de hacerse en lo oscurito.