En defensa del sendero en ‘La Milla’
Punto de encuentro, no de conflicto

OBSERVATORIO
    Abrir el Parque Botánico a personas de todos los estratos sociales, edades y posibilidades de movilidad sin que choquen con los que a diario se ejercitan en él, no debiera ser un motivo de protesta.

    Sin ánimo de descalificar la posición legítima del grupo de personas que se resiste a que la obra se realice, cualquier ejercicio de contraste entre beneficio colectivo y posibles afectaciones a la comunidad arrojará que sí es factible, y que debe permitirse, la remodelación del Parque Ecológico de Culiacán, principalmente en lo referente al sendero que atravesará de norte a sur la zona conocida como “La Milla”. Es cuestión de que las partes del diferendo definan qué ciudad quieren, una disfrutable por todos o aquella exclusiva para el goce de unos cuantos.

    Recientemente se realizó un ejercicio en la plataforma Change.org donde se midieron las dos posturas, una “Yo sí apoyo el sendero” y otra “Salvar el ecosistema de La Milla. No al sendero”, con el resultado que podría indicar el punto de encuentro: tanto los que la quieren para ejercitarse o para recorridos de esparcimiento como los que se pronuncian a favor de la modernización, demuestran gran empatía con ese espacio público.

    Entonces lo que importa es armonizar las perspectivas y pensar en que se trata de una zona icónica de Culiacán que junto al Jardín Botánico da pie a buenas referencias nacionales e internacionales, que tanta falta le hacen a la ciudad que lucha por quitarse los estigmas que la hieren. Cualquier aporte de congruencia consistiría en evitar visiones individualistas o de segmentos y resaltar el enfoque de sentido social.

    En lo personal me parece exagerado que se utilicen términos como “ecocidio” cuando el proyecto no contempla talar un solo árbol y sí consiste en plantar dos mil ejemplares vegetales de 50 especies características de Sinaloa en un arboretum similar a los que existen en los grandes parques naturales del mundo. Otra de las razones que los oponentes esgrimen es que el asfalto que recubrirá al sendero daña el medio ambiente sin notar que la superficie a revestir es mínima en una ciudad donde cientos de kilómetros lineales tienen ese material en las calles.

    Luego se saca a relucir el financiamiento que el sector privado le mete para mantener vivo dicho pulmón urbano y se borra de la discusión el abandono en que están la mayoría de los espacios públicos de la ciudad, a cargo del gobierno. Podría deberse tal prejuicio a que no saben que desde hace más de una década inició la transformación del Parque Botánico y de la inversión total la mayor parte la ponen empresarios con el 69 por ciento y los visitantes y usuarios con el 19 por ciento. El Gobierno del Estado contribuye con el 10 por ciento y solamente el 2 por ciento proviene del Ayuntamiento de Culiacán.

    Las principales ciudades del mundo con expectativas de sustentabilidad y sostenibilidad le apuestan al esfuerzo no gubernamental para forrar de verde las urbes. E inclusive la participación ciudadana se orienta en ampliar y convertir a estas áreas en el centro de convergencia humana, de todos, unos haciendo ejercicio, otros admirando el paisaje y los más en armonía con el hábitat. ¿Acaso no son los ecologistas de Monterrey los que exigen y vigilan ahora que el Parque Fundidora se salve de la deforestación y sea fortalecido como pulmón citadino?

    Abrir el Parque Botánico a personas de todos los estratos sociales, edades y posibilidades de movilidad sin que choquen con los que a diario se ejercitan en él, no debiera ser un motivo de protesta. Ahí deberían estar plantados los que estén a favor de que se adapte para que lo visiten los niños, las personas con discapacidades diferentes y los adultos mayores sin que incomoden a los que le ven a ese vergel la única vocación del ejercicio físico.

    Veo que reconocidos luchadores sociales están allí quizás por la falta de información o por lo estridente que es el tema en sí. También percibo que la obra del sendero no la ha defendido como debiera el Gobierno del Estado, y que a la Sociedad Botánica y Zoológica de Sinaloa le falta socializar en qué consiste la modernización como parte de uno de los lugares más hermosos que posee Culiacán. Y que si hay sinaloenses que todavía no visitan estos espacios tendrían que hacerlo sin ir a buscar a otras latitudes lo que aquí tienen cerca.

    Se trata de 20 hectáreas en las cuales la arborización (lo ecológico) y la movilidad (lo sostenible) se llevan bastante bien con la ciudad y sobre todo con los habitantes. ¿Qué de malo o qué de raro tiene que en un espacio controlado y seguro acudan los alumnos del nivel básico a conocer la cacaragua, el mezquite o el huizache como sobresalientes de la flora estatal? ¿En qué les perjudicaría a los atletas, caminantes o vecinos que el pulmón de Culiacán crezca, ahora que más lo necesitamos?

    La cuestión es, entonces, moderar el discurso y la presión cuando se trate del beneficio común por encima del interés minoritario. Las protestas hacen mucha falta contra la violencia desatada en forma de feminicidios, desplazamientos, desapariciones; la mancha urbana que trepa a los cerros sustituyendo árboles por pavimento; la explotación infantil con rostro de mendicidad en los cruceros y la persistente exclusión de las garantías constitucionales que sufren importantes sectores ciudadanos.

    Reverso

    Por qué chocar en el camino,

    Cuando unidos pueden correr,

    Unos a mejor salud tener,

    Y Culiacán a buen destino.

    Central Park Mazatlán

    Cuando en 2018 se anunció la construcción del Parque Central de Mazatlán diversas organizaciones ecologistas se pronunciaron por respetar la fauna y flora de las 30 hectáreas intervenidas, incluyendo la Laguna del Camarón, pero conforme conocieron las bondades del proyecto, inclusive para el medio ambiente, dejaron avanzar las obras y el resultado es deslumbrante para los turistas y los mazatlecos. El 17 de julio el Gobernador Quirino Ordaz y el Alcalde Luis Guillermo Benítez Torres inauguraron la primera parte del imponente parque urbano que en realidad le cambia la imagen a la Perla del Pacífico y es amigable con la naturaleza.